El océano Atlántico jamás había parecido tan ancho como en el entretenido debate televisivo celebrado en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI) que finalizó su asamblea semestral este sábado. Por un lado, el ministro de Finanzas sueco, Anders Borg, defendía la tesis del núcleo ortodoxo de la zona euro. Sólo la adopción rápida de reformas estructurales y duros ajustes fiscales permitirá que la periferia europea supere su crisis, cerrando la brecha con la hipercompetitiva economía alemana. "Alemania hizo sus reformas y ha salido reforzada. Es el ejemplo que seguir y no Estados Unodos", dijo Borg.
Por el otro, Christina Roemer, la prestigiosa economista de Berkeley (California, asesora de Barack Obama en los momentos más duros de la recesión estadounidense entre el 2008 y el 2010), planteó lo indecible en Berlín y Madrid: "El problema europeo es fundamentalmente la falta de demanda y las reformas estructurales no van a resolverlo; si no se hace más para impulsar el crecimiento, esto va a tener un desenlace muy malo", remachó.




