domingo, 11 de octubre de 2009

El quiebre de nuestro sistema de valores


Joseph Stiglitz recuerda al recientemente fallecido Norman Borlaug, genetista y agrónomo, ganador del premio Nobel de la Paz en 1970, por su contribución en los años 60 a la agricultura moderna y a la llamada "revolución verde" que permitió salvar más de 300 millones de vidas humanas y cambiar el paisaje económico mundial. Este recordatorio ofrece un buen motivo para reflexionar sobre el quiebre de nuestro sistema de valores y cómo este hecho está en el eje de la crisis que hoy afecta a la humanidad.

Antes de Borlaug, el planeta afrontaba la amenaza de una pesadilla malthusiana con una población creciente en el mundo en desarrollo y alimentos insuficientes para sostenerla. Para Stiglitz, la muerte de Borlaug, a los 95 años, es un recordatorio de cómo se ha torcido nuestro sistema de valores. Cuando Borlaug recibió el premio, trabajaba en los campos mexicanos mejorando la productividad agrícola, "no por una enorme suma de dinero, sino por convicción y pasión por el trabajo".
Continúa Stiglitz:
Qué contraste entre Borlaug y los magos financieros de Wall Street que llevaron al mundo al borde de la ruina y argumentaban que debían recibir cuantiosas remuneraciones y compensaciones para estar motivados. Sin ninguna otra brújula, las estructuras de incentivos que adoptaron claramente los motivaron... no a introducir nuevos productos que mejoraran la vida de las personas o les ayudaran a manejar los riesgos que afrontaban, sino a poner en riesgo la economía global a fuerza de avidez y miopía. Sus innovaciones se centraron en encontrar formas de evitar las normativas contables y financieras creadas para asegurar la transparencia, la eficiencia y la estabilidad, y para prevenir la explotación de quienes contaban con menos información.


También hay un aspecto más profundo en este contraste: nuestras sociedades toleran las desigualdades porque se las ve como socialmente útiles; es el precio que pagamos por tener incentivos que motiven a las personas a actuar de manera que promuevan el bienestar social. La teoría económica neoclásica, que por un siglo ha predominado en Occidente, sostiene que la remuneración que recibe cada persona refleja su contribución social marginal, lo que aporta a la sociedad. Al hacer el bien se prospera, reza este argumento.
Sin embargo, Borlaug y nuestros banqueros refutan esa teoría. Si la teoría neoclásica fuera correcta, Borlaug habría estado entre los hombres más ricos del mundo, mientras que nuestros banqueros habrían hecho cola para las sopas de caridad.


La crisis que hoy afecta al planeta marca crucialmente una crisis de valores. Los sentidos se han trastocado en pos de un consumismo desaforado que sólo implicó derroche. La obra de Norman Borlaug da motivos para reflexionar

Lea el artículo de Stiglitz en El País

¿Un premio Nobel para recuperar la pelota?

El premio Nobel de Economía es el último que se anuncia en la maratónica jornada de la semana sueca. Esto es así porque es el último que se creó y, a decir verdad, ni siquiera es un premio Nobel real dado que los cinco creados originalmente en 1901 para la Literatura, la Paz, la Medicina, la Física y la Química, fueron destinados por Alfred Nobel para reconocer las contribuciones que mejoraban la calidad de la vida humana a través de los avances científicos, la creación literaria o los esfuerzos por lograr la Paz.

El premio Nobel de Economía se imparte desde 1969 y no lo entrega la Fundación Nobel sino el Banco Central Sueco, pero tiene el mismo procedimiento de selección, casi el mismo significado y el mismo monto en efectivo.

Siga leyendo este rtículo en El Blog Salmón



Comparando la Gran Depresión con la actual


Paul Krugman señaló recientemente en una entrevista de The Wall Street Journal que la actual crisis no es como la Gran Depresión sino que en verdad es mucho peor. La fuerte contracción del comercio mundial y su caída en picada, le ha propinado una de sus horas más amargas al libre comercio.

En esta misma linea de análisis se encuentra el trabajo de los economistas Barry Eichengreen y Kevin O'Rourke, que hacen el esfuerzo de comparar la crisis actual con la Gran Depresión de los años 30. En este link
se puede tener acceso a casi 40 gráficos que comparan indicadores como el comercio y la actividad industrial para Estados Unidos y algunos países europeos y de América Latina en el período de la Gran Depresión y la crisis actual.


Datos para el comercio mundial y los stock. En azul la Gran Depresión, en rojo la crisis actual




Enlace al trabajo de Barry Eichengreen y Kevin O'Rourke, aquí

sábado, 10 de octubre de 2009

Bancos y tarjetas de crédito, lideran reclamos en el Sernac

Juan Pablo Palacios. El Clarin

Los bancos, seguidos por las tarjetas de supermercados, cooperativas y cajas de compensación, encabezan el primer Ranking de Reclamos contra Empresas, difundido por el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac). En el informe se dio cuenta del índice de conflictividad de los rubros que componen el sector financiero, sobre la base del primer semestre, vale decir, la cantidad de reclamos que han presentado los consumidores al Sernac contra estas empresas, en relación a la cantidad de clientes de cada una por diez mil.

En tal sentido, el director del Sernac, José Roa, informó que son dos empresas del rubro comercio las que tienen el mayor índice de conflictividad con sus tarjetas de crédito: Presto, de supermercados Líder, con un índice de 19; y Tarjetas Más, de Paris, Jumbo, Easy y Tur Bus, con 13, cifra similar a la de la cooperativa Detacoop.


Roa sostuvo que esta herramienta servirá para que los consumidores sepan “quién es quién en el mercado financiero” y anunció que este estudio se realizará cada dos meses, en base a los reclamos de los clientes.

“Los consumidores deben saber que hoy votan con su compra. Dos de cada tres consumidores le dejan de comprar a las empresas que no respetan sus derechos como consumidor, por lo tanto, hoy pueden saber quién es quién en el mercado financiero. Esto, sin perjuicio que si una empresa no respeta las reglas del juego, debe responder de cara a los tribunales de justicia”, declaró.

Por su parte, el presidente de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios (Conadecus), Hernán Calderón, manifestó su indignación con el actuar de las entidades financieras y emplazó a los consumidores a no aceptar la usura en el cobro de intereses.

“Le entregan el mandato, los bancos, para que hagan este trámite, pero cobran, a veces más, de lo permitido por la ley. A los consumidores les estamos recomendado que no acepten eso, porque la ley es muy clara en esto, cuando hay deudores y los bancos y las financieras no quieren recibir el cobro, la ley dice que no pueden negarse, por lo tanto, hay procedimientos para poder hacer el pago, a pesar de la oposición que tengan las entidades financieras”, declaró.

Las empresas que sobrepasan el índice promedio del sector (de 5,1), además de las citadas, son el Banco Condell, Corpbanca, Banco Santander Santiago, Banco de Chile Edwards Citi, Banco BCI, Tbanc, Banco Nova y Banco del Desarrollo.

Así va la caída económica mundial


Esta gráfica de Doug Short, nos muestra la trayectoria de las cuatro mayores crisis de Estados Unidos. En color gris, y cruzando en diagonal todo el gráfico, está la Gran Depresión (1929-1932), en color rojo está la crisis del petróleo (1973-1974), en verde el crash tecnológico del año 2000, y en azul la actual crisis, que, a veinte meses de iniciada, mantiene una caída superior al 30% después de alcanzar una profundidad del 57%. La gráfica muestra claramente que la economìa mundial ha recibido su golpe más duro en ocho décadas.


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viernes, 9 de octubre de 2009

Razones para un Nobel: Recompensa a una nueva visión del mundo

Javier valenzuela, El País

Pasado un primer momento de sorpresa, la concesión del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama tiene mucha lógica. El Instituto Nobel de Noruega premia así una visión del mundo -y del papel de Estados Unidos en el mundo- y no una obra. Obama no lleva ni un año en la Casa Blanca, por lo que aún no cabe juzgarle por sus resultados, pero en ese período ya ha cambiado radicalmente la música y la letra de la política internacional norteamericana. Y en un sentido que no puede ser más grato para los oídos de los escandinavos, los europeos y, en general, la mayoría de los habitantes del planeta.

Obama es todo lo contrario de George W. Bush, el titular de la Casa Blanca más impopular de todos los tiempos fuera de las fronteras de Estados Unidos (y puede que incluso que dentro de ellas). Allí donde Bush soñaba con un siglo XXI dominado unipolarmente por la potencia imperial estadounidense, Obama ve un mundo multipolar en el que Washington ejerce, sin duda, una gran influencia, pero en gran medida a través de su colaboración con otras potencias democráticas y en el seno de Naciones Unidas. Allí donde Bush tenía como instrumento preferente la guerra preventiva, Obama opta por el diálogo y la negociación. Allí donde Bush se reía de la ayuda al desarrollo de los países y continentes más pobres, Obama piensa que el progreso de esas gentes también es clave para garantizar la libertad, la seguridad y la riqueza de los norteamericanos. Allí donde Bush prefería seguir haciendo negocios con el petróleo, Obama asume que la lucha contra el cambio climático y la promoción de las energías renovables es imprescindible para la supervivencia de la especie humana.

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En tres trimestres Obama ha reconciliado a Estados Unidos con Europa, Rusia y China; ha dirigido un mensaje extraordinario -el de El Cairo- al mundo árabe y musulmán; ha tenido el valor de decirles a los israelíes que sin el nacimiento de un Estado palestino digno de ese nombre difícilmente tendrán garantizada la paz; ha renunciado al provocador escudo antimisiles de su predecesor y ha dado los pasos que podía para desmantelar Guantánamo y retirarse de Irak, y asimismo ha proclamado que su objetivo es liberar al mundo de la ominosa sombra de las armas nucleares.

En relación a América Latina, Obama también ha dicho algo absolutamente nuevo: Washington ya no considera esa zona como su bananero patio trasero, desea relaciones fraternales con sus pueblos y, para disgusto de los golpistas de Honduras, no consiente que se deponga por la fuerza a presidentes elegidos democráticamente.

Obama incluso ha tendido su mano a regímenes como Cuba e Irán, dándoles la oportunidad de que evolucionen pacíficamente hacia una situación de normalidad democrática y pertenencia constructiva en la comunidad internacional. El que esos regímenes no hayan acabado de comprender la oportunidad que se les ofrece sólo prueba de que, amén de despóticos, son estúpidos.

En cuanto a Afganistán, el planteamiento intelectual de Obama es correcto: Bush cometió un error monumental al relegar ese país a un segundo plano y concentrar las energías de EE UU -y con ellas las de buena parte de la comunidad internacional- en la ilegal, absurda, contraproducente guerra de Irak. En Afganistán es donde estaban -y siguen estando- las fuerzas coaligadas de los talibanes y Al Qaeda que agredieron a Estados Unidos el 11-S (y luego prosiguieron sembrando de sangre el mundo con los atentados de Bali, Casablanca, Madrid, Londres, Egipto, Estambul...). El problema es que los ocho años transcurridos desde la primera intervención militar en Afganistán han permitido a esas fuerzas reorganizarse y reconquistar posiciones. Y puede que el reajuste de Obama llegue tarde porque las opiniones públicas -en EE UU y en Europa, incluida España- ya no quieren soportar más bajas en ese país.

En cualquier caso, Bush fue el lado oscuro de Estados Unidos para cientos de millones de habitantes del planeta y Obama representa el lado luminoso. Y eso es lo que ha querido premiar -y muy pronto, a fin de reforzarle- el Instituto Nobel de Noruega.

_________________
Lectura sugerida: ¿Quién nos saca de este lío?, artìculo publicado el 4 de noviembre de 2008, día de las elecciones en Estados Unidos.

Obama, premio Nobel de La Paz


En una decisión tan sorpresiva como ejemplar, el Comite del Premio Nobel otorgó el premio Nobel de La Paz al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, "por sus esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". El premio, cita en particular los esfuerzos de Obama para reducir el arsenal nuclear, y la creación de "un nuevo clima internacional" para enfrentar la crisis financiera.

Más información, en estos links:
- El País
- Le Monde
- The New York Times
- The Washington Post
- The Wall Street Journal
- Bloomberg
- Der Spiegel



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Paul Krugman "No Es una Gran Depresión, Es peor"

Paul Krugman ganó el año pasado el premio Nobel de Economía por su trabajo en el área del comercio internacional. Sabe, por tanto, lo que dice cuando habla de este tema y su panorama es bastante desalentador.

Así lo demuestra la entrevista publicada en The Wall Street Journal, donde el panorama que vislumbra no es para nada de auspicioso.

"Es probable que la recesiòn esté terminando, pero los malos tiempos para el empleo están lejos de terminar. Las crisis financieras tienden a provocar golpes fuertes a la actividad económica y esta es la madre de todas las crisis financieras, sincronizada, además, a nivel mundial, por lo que falta mucho, mucho, para que se recupere".


y cuando se trata de mirar el comercio internacional, señala que la actual crisis es mucho peor que la Gran Depresión.
"La magnitud de la caída del comercio mundial ha sido tan grande, que supera todo lo imaginado, incluyendo los pronósticos más pesimistas".

vea la entrevista en The Wall Street Journal

Informaciones relacionadas
- La fuerte contracción del comercio mundial
- El comercio mundial sigue en picada

A propósito de la gran deuda europea

Conferencia del Cacique Guaicaipuro Cuatemoc ante la reunión de los Jefes de Estado de la Comunidad Europea, para cobrar la deuda del saqueo a América Latina

El siguiente es un texto del escritor Luis Britto García que recoge la figura del cacique Guaicaipuro, que existió hace más de 500 años, y cuyo contenido es punzante y certero.

La verdadera deuda externa
Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatémoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace sólo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo.


También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses.
Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1.503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Guaicaipuro Cuatémoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan "Marshalltezuma", para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos:

¿han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?

Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestros hermanos europeos la viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300.
Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.
Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica.

Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota tal que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales.
En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con la que mataron al Poeta.
Pero no podrán.
Porque esa bala es el corazón de Europa.

jueves, 8 de octubre de 2009

Ceguera voluntaria en el G-20

José Manuel Naredo, Attac

La última reunión del G-20 ha seguido soslayando la identificación y el tratamiento realista de los aspectos clave que originaron la presente crisis internacional. Se soslaya que, a diferencia de los mercados de bienes de consumo, los mercados de bienes patrimoniales (acciones, inmuebles, terrenos…) se desequilibran con facilidad. Por ejemplo, cuando hay buena cosecha de tomates el precio suele bajar para facilitar su venta, pero no ocurre lo mismo con los bienes patrimoniales, que se atesoran en vez de consumirse: cuanto más en alza están sus precios, más se tienden a comprar y a acumular para beneficiarse de su esperada revalorización. El libre mercado es aquí fuente de inestabilidad, desata espirales explosivas de revalorizaciones y compras financiadas a crédito que configuran las consabidas burbujas, en las que se compra porque se piensa que va a subir el precio de las acciones o de los pisos y sus precios suben porque hay compras masivas.



Por mucho que los analistas acostumbren a justificar las elevadas cotizaciones en función de inventos diversos, la irracionalidad de los mercados acaba aflorando con el derrumbe de precios al que abocan estos procesos. En este contexto la clave del negocio pasa por aprovechar las plusvalías generadas durante el auge, sin sufrir las pérdidas ocasionadas por el declive. De ahí que hagan falta especialistas en comprar y vender en el momento oportuno y que, a medida que avanza el alza de las cotizaciones, las compra-ventas se multipliquen y el período de tenencia de los títulos (o de los inmuebles) se reduzca en el denodado empeño de obtener plusvalías y escabullir riesgos. Esta espiral podría cortarse fácilmente con impuestos disuasorios sobre las plusvalías realizadas a corto plazo que desincentiven este tipo de operaciones especulativas, pero el G-20 no se atreve a poner coto a este negocio, sólo a regular en alguna medida la retribución de los empleados que se ocupan de realizarlo. En este y otros aspectos han aflorado desavenencias entre los principales países beneficiarios de las burbujas, encabezados por EEUU, y el resto; entre los que esperan que las aguas vuelvan a su cauce y los que proponen tímidos controles o buscan reforzar su presencia en las finanzas mundiales.

Otro aspecto clave soslayado por el G-20 es la sobredimensión de los activos financieros y del negocio especulativo a ellos vinculado, pues la inestabilidad económica crece con el tamaño de las burbujas y corregirla exigiría un programa de adelgazamiento y saneamiento financiero que sigue sin plantearse. Al revés de lo que debería ocurrir, la marcha de los mercados financieros e inmobiliarios sigue marcando el pulso económico general, por lo que se espera que el repunte de las bolsas y la “vuelta a la normalidad” del mercado inmobiliario estadounidense traigan la salida de la crisis. Se olvida que este repunte es fruto del desplazamiento hacia el erario público de las deudas privadas y de la aplicación masiva del cóctel explosivo de abundante liquidez barata y permisividad financiera que habían desencadenado la crisis actual. La ceguera persiste.

Zapatero propone subir los impuestos

El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero ha sugerido subir los impuestos "para no endeudar más a España". La medida es tremendamente impopular y se plantea en el momento menos indicado. Un alza de impuestos sólo conseguirá alargar la crisis y empeorar la situación. En tiempos de crisis los impuestos deben reducirse para lograr la reactivación económica. Es en las bonanzas cuando deben subirse los impuestos para generar el ahorro público que amortigue los efectos de una crisis.

"Se ha superado la fase aguda de la crisis"

El Gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordoñez, aseguró ayer que la fase más aguda de la crisis ha sido superada y que los principales indicadores macroeconómicos comienzan a mostrar que ya se ha tocado fondo. Los datos para el tercer trimestre serán menos malos que los del primero y el segundo, lo que indica que hay leves signos de estabilización. En todo caso, no es para cantar victoria.

miércoles, 7 de octubre de 2009

¿Qué es el fascismo?

Esta reflexión sobre los usos de la palabra “fascista” fue publicada por George Orwell el 24 de marzo de 1944 en su columna semanal del diario Tribune. Una selección de esas columnas, junto con sus recuerdos de la Guerra Civil, diarios de guerra, ensayos sobre la lengua inglesa y la unidad europea, entre otros temas, acaba de ser publicada por el Fondo de Cultura Económica bajo el título "Matar a un elefante y otros escritos"..

George Orwell

De todas las preguntas sin respuesta de nuestro tiempo, tal vez la más importante sea ésta: “¿Qué es el fascismo?”.

Una de las organizaciones de estudios sociales que hay en los Estados Unidos recientemente formuló esta pregunta a cien personas distintas, y encontró respuestas que iban desde “democracia en estado puro” a “lo diabólico en estado puro”. En Inglaterra, si se pide a una persona corriente, con capacidad de pensar, que defina el fascismo, por lo común responde señalando a los regímenes alemán e italiano. Y ésta es una respuesta insatisfactoria, porque incluso los principales Estados fascistas difieren entre sí en gran medida, tanto por estructura como por ideología.


Por ejemplo, no es fácil que Alemania y Japón encajen en un mismo marco, y es aún más difícil en el caso de algunos de los pequeños Estados que se pueden definir como fascistas. Suele darse por sentado, en efecto, que el fascismo es inherentemente belicoso, que prospera en un ambiente de histeria bélica, que sólo puede resolver sus problemas económicos mediante preparativos de guerra o mediante conquistas en el extranjero. Pero éste no es el caso, claramente, ni de Portugal ni de las diversas dictaduras sudamericanas. Asimismo, se supone que el antisemitismo es uno de los rasgos distintivos del fascismo, pero algunos movimientos fascistas no son antisemitas. Algunas polémicas eruditas, cuyo eco se escucha en las revistas norteamericanas desde hace muchísimos años, no han servido para precisar si el fascismo es o no una forma de capitalismo. Sin embargo, cuando aplicamos el término “fascismo” a Alemania, a Japón, a la Italia de Mussolini, sabemos, a grandes rasgos, a qué nos referimos. Es en la política interior donde la palabra ha perdido el último vestigio de significado que pudiera tener. Si se examina la prensa, se descubre que no hay, prácticamente, ningún conjunto de ciudadanos –ningún partido político, desde luego, y tampoco ninguna organización, de la clase que sea– que no haya sido denunciado por fascista a lo largo de los últimos diez años.

Aquí no me refiero al uso verbal del término “fascista”. Me refiero tan sólo a lo que he visto publicado. He visto las palabras “de simpatías fascistas”, o “de tendencia fascista”, o “fascista” a las claras, aplicadas con toda seriedad a los siguientes grupos:

Conservadores: todos los conservadores están sujetos a la acusación de ser subjetivamente profascistas. El gobierno británico en India y en las colonias se tiene por algo idéntico al nazismo. Las organizaciones de lo que cabría llamar tipo patriótico o tradicional se tildan de criptofascistas o de “mentalidad fascistoide”. Ejemplos de ello: los Boy Scouts, la Policía Metropolitana, el MI5, la Legión Británica. Frase clave: “Los colegios privados son caldo de cultivo del fascismo”.

Socialistas: los defensores del capitalismo a la antigua usanza defienden que el socialismo y el fascismo son una y la misma cosa. Algunos periodistas católicos sostienen que los socialistas han sido los principales colaboracionistas en los países ocupados por los nazis. La misma acusación se vierte, desde otro ángulo, por parte del Partido Comunista, en especial, durante sus fases ultraizquierdistas. Entre 1930 y 1935, el Daily Worker habitualmente se refería al Partido Laborista llamándolo Fascistas Laboristas. De ello se hacen eco otros extremistas de izquierda, como los anarquistas. Algunos nacionalistas indios consideran que los sindicatos británicos son organizaciones fascistas.

Comunistas: una escuela de pensamiento considerable se niega a reconocer que haya ninguna diferencia entre los regímenes nazi y soviético, y sostiene que todos los fascistas y todos los comunistas apuntan aproximadamente a lo mismo, y que incluso son, en cierta medida, las mismas personas. En el Times (antes de la guerra), más de un cabecilla se ha referido a la URSS como “país fascista”. Asimismo, desde otro ángulo también se hacen eco de esto los anarquistas y los trotskistas.

Trotskistas: los comunistas achacan a los trotskistas, esto es, a la propia organización de Trotsky, el ser un grupo de criptofascistas pagados por los nazis. Es algo que la izquierda, casi en bloque, creyó a pie juntillas durante el período del Frente Popular. En sus fases ultraderechistas, los comunistas tienden a aplicar esa misma acusación a todas las facciones que se hallen a la izquierda de ellos mismos.

Católicos: fuera de sus propias filas, a la Iglesia Católica se la tiene universalmente por organización protofascista, tanto objetiva como subjetivamente.

Antibelicistas: los pacifistas y otros grupos contrarios a la guerra son a menudo acusados de ponerle al Eje las cosas mucho más fáciles, e, incluso, se les adjudican sentimientos profascistas.

Partidarios de la guerra: los que se resisten a la guerra suelen fundamentar sus alegatos en que las aspiraciones del imperialismo británico son aun peores que las del nazismo, y tienden a tachar de “fascista” a todo el que sueñe con una victoria militar. Además, toda la izquierda tiende a equiparar militarismo con fascismo. Los soldados de a pie con cierta conciencia política casi siempre se refieren a sus superiores tachándolos de “fascistoides” o “fascistas por naturaleza”. Las academias, los escupitajos, el betún, el saludo a los oficiales son conductas consideradas propensas al fascismo. Antes de la guerra, sumarse a los territoriales era tenido como muestra de tendencias fascistas. El reclutamiento obligatorio y el ejército profesional son denunciados como fenómenos parafascistas.

Nacionalistas: el nacionalismo se considera de manera universal como algo inherentemente fascista, aunque esto sólo se aplica a movimientos nacionales que el orador desapruebe. El nacionalismo árabe, polaco, finlandés; el Partido del Congreso de la India, la Liga Musulmana, el sionismo y el IRA han sido descritos como movimientos fascistas, aunque no siempre por parte de ellos mismos.

Tal como se emplea, bien se ve que la palabra “fascismo” carece casi por completo de significado. En la conversación, claro está, se emplea con mayores desatinos que en letra impresa. La he oído aplicada a los agricultores, a los tenderos, al Crédito Social, al castigo físico, a la caza del zorro, a los toros, al Comité de 1922, al Comité de 1941, a Kipling, a Gandhi, a Chiang Kai-chek, a la homosexualidad, a los programas radiofónicos de Priestley, a los albergues de juventud, a la astrología, a las mujeres, a los perros y no sé a cuántas cosas más.

En todo este lío considerable subyace una suerte de significado oculto. Para empezar, está bien claro que hay diferencias grandes, algunas muy fáciles de señalar, aunque no tanto de explicar, entre los regímenes llamados fascistas y los democráticos. En segundo lugar, si “fascista” significa “en sintonía con Hitler”, algunas de las acusaciones que he enumerado antes tienen, naturalmente, mucha más justificación que otras. En tercer lugar, incluso aquellos que emplean como arma arrojadiza la palabra “fascista” sin ningún reparo, le dan un cierto sentido emocional. Al decir “fascismo” se refieren, grosso modo, a algo cruel, carente de escrúpulos, arrogante, oscurantista, antiliberal y contrario a la clase obrera.

Pero es que el fascismo también es un sistema político y económico. Así las cosas, ¿cómo es que no disponemos de una definición clara y ampliamente aceptada? Por desgracia, no la tendremos, o al menos, no de momento. Aclarar el porqué sería demasiado largo; esencialmente, se debe a que es imposible definir el fascismo satisfactoriamente sin reconocer cosas que ni los propios fascistas, ni los conservadores, ni los socialistas de ninguna adscripción están dispuestos a reconocer. Todo lo que se puede hacer es emplear la palabra con una cierta circunspección y no, como se suele hacer, rebajarla a nivel del insulto o de la palabra malsonante.

Detectan anillo gigante alrededor de Saturno


Científicos de la Nasa descubrieron alrededor de Saturno (planeta agrandado en el gráfico) un anillo, de 12 millones de kilómetros, en el que orbita la luna Febe y que fue identificado por una toma infrarroja del telescopio espacial Spitzer.

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Enlaces 7/10/2009

- Comienzan las apuestas para el nuevo Premio Nobel de Economía, Diario Financiero
- España sufre la mayor caída europea junto a Finlandia, El País
- Niall Ferguson: "Es la primera Gran Recesión sin una guerra", El País
- La crisis no se ha superado todavía, dicen FMI y BM, La Jornada
- Sweden politely lays down the law, P.O. Neill. A fistful of euros


- El mundo se prepara para observar el choque de dos naves en la Luna, ABc

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