En 24 horas, Hezbollah lanzó su ataque, saturando las defensas israelíes con centenares de cohetes y golpeando después once objetivos militares con drones. Israel encajó el golpe.
Enrico Tomaselli, Giubbe Rosse News
Ahora que también ha pasado el décimo mes de la guerra, el conflicto de Gaza –la guerra más larga que ha sufrido Israel– se revela cada vez más como un factor de tensión implacable para la sociedad israelí.
Sin embargo, las cuestiones críticas que surgen cada vez más, mostrando las grietas que se abren en la sociedad, son hijas directas del fracaso militar, y éste es un elemento deflagrador para Israel.
Desde antes de 1948, el movimiento sionista ha imaginado el Estado judío como un Estado guerrero, eternamente en conflicto con sus vecinos, y cuya supervivencia estaba ineluctablemente ligada a su capacidad de ejercer un poder militar avasallador.
Una disuasión que requería, entre otras cosas, el ejercicio activo y recurrente de la fuerza, tanto para reafirmar el poder de disuasión como para mantener constantemente a los países árabes en un estado de sometimiento tanto psicológico como militar.