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martes, 26 de julio de 2016

¿Es el crecimiento del desempleo y de la precariedad consecuencia de la revolución digital?

Vicenç Navarro, Público

Hace unos días que publiqué un artículo (La falacia del futuro sin trabajo y de la revolución digital como causa del precariado) en el que indicaba que los datos empíricos existentes no avalan la ampliamente extendida creencia de que la revolución digital es una de las causas (sino la mayor causa) del elevado desempleo y precariedad en los mercados de trabajo de los países capitalistas más desarrollados, creencia que vaticina que en un futuro próximo casi el 50% de los puestos de trabajo existentes hoy habrán sido destruidos, creando un futuro sin trabajo. En el artículo mostré datos que no apoyaban tal creencia.

Como era de esperar, el artículo creó una predecible avalancha de comentarios, algunos favorables y otros desfavorables. Algunos estaban basados en una tergiversada lectura de mi artículo, pues no negué en él que la revolución digital podría destruir empleo. En realidad señalé que sí que podría destruir empleo, señalando los sectores económicos donde ello podría ocurrir. Ahora bien, indiqué que si bien tal revolución digital (como la robótica) puede destruir trabajo, lo cierto es que también puede crear empleo. Por regla general la robótica ha permitido abaratar los precios de los productos, con lo cual se crea en el mismo o en otros sectores un aumento de la demanda específica o general, que contribuye al crecimiento de la actividad económica y a la creación de empleo. Por otra parte, la misma aplicación de la robótica requiere la creación de empleo. Todas las revoluciones tecnológicas anteriores, desde la introducción de las cadenas de montaje y las máquinas de vapor, hasta la introducción de la electricidad, han ido acompañadas de un aumento de la actividad económica y de la creación de empleo.

jueves, 14 de julio de 2016

La falacia del futuro sin trabajo y de la revolución digital como causa del precariado


Vicenç Navarro, Público

Existe una percepción bastante generalizada de que las nuevas tecnologías de automatización, biotecnología, digitalización e inteligencia artificial están revolucionando los puestos de trabajo, con enormes implicaciones en el número de trabajos disponibles, pues todas estas innovaciones permiten, a través de un enorme crecimiento de la productividad, realizar las mismas tareas con un número mucho más reducido de trabajadores. Se supone que la sustitución de trabajadores por máquinas y robots es un fenómeno generalizado hoy en los países del capitalismo avanzado, atribuyéndose la disminución de la población que trabaja, así como los cambios que están experimentando aquellos que continúan trabajando, a la introducción de todos esos cambios que componen lo que se conoce como la revolución digital. Tal revolución no solo ha eliminado puestos de trabajo, sino que ha configurado los que permanecen, al permitir una gran flexibilidad del mercado laboral, sustituyendo trabajos estables por otros inestables. En esta percepción de lo que está ocurriendo en los modernos mercados de trabajo, se asume que de la misma manera que la cadena de montaje (propia del fordismo -que caracterizó la revolución industrial-) produjo a la clase trabajadora, la robótica y la inteligencia artificial propia de la llamada revolución digital están creando el precariado (mezcla de los términos “precario” y “proletariado”).

En esta lectura de la realidad, la clase trabajadora industrial está siendo sustituida por el precariado, trabajadores que tienen unas condiciones de trabajo muy precarias, con trabajos poco estables y muy flexibles, con bajos salarios y contratos muy cortos. En esta situación se asume que el mercado de trabajo estará compuesto por una minoría con trabajos estables y salarios altos, poseedores de elevado conocimiento especializado, que dirigirán las empresas digitalizadas, un número mayor de trabajadores poco especializados y con bajos salarios, y una gran mayoría que no tendrá trabajo, pues la revolución digital irá haciendo innecesario el trabajo que requiere una intervención humana. De ahí la imagen de que nos encontraremos en un futuro muy próximo con que casi la mitad de puestos de trabajo habrá desaparecido.

martes, 5 de julio de 2016

Una nueva mirada a la renta básica

Robert Skidelsky, Sin Permiso

La explosión de la robótica ha dado nuevas alas a la demanda de una renta básica incondicional

Gran Bretaña no es el único país que ha celebrado un referéndum este mes. El 5 de junio, los suizos rechazaron de forma aplastante, por un 77% frente a un 23%, la proposición de que todos los ciudadanos tengan garantizada una renta básica incondicional (RBI). Pero ese resultado desigual no significa que la cuestión vaya a desaparecer pronto. La RBI es una mezcla un tanto incómoda de dos objetivos: el alivio de la pobreza y el rechazo del trabajo como finalidad de la definición de la vida. El primero corresponde a la política y su práctica; el segundo es filosófico o ético.

El argumento principal para la RBI como alivio de la pobreza es, como siempre ha sido, la incapacidad del trabajo remunerado disponible para garantizar una existencia segura y digna para todos. En la era industrial, el trabajo en la fábrica se convirtió en la única fuente de ingresos para la mayoría de la gente –una fuente que fue interrumpida por episodios de desempleo causados por la aparición de maquinaria industrial–. El movimiento obrero respondió exigiendo que la aceptación del mantenimiento en el lugar de trabajo se reflejara en la creación de un sistema de seguridad social: “Capitalismo de bienestar”.

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