Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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lunes, 18 de noviembre de 2019
Manuel Castells: "Hay una falta de confianza en la democracia liberal tal y como ésta existe"
El destacado sociólogo y economista español visitó Chile para ver de cerca el estallido social que sacude al país hace ya casi un mes. El académico explicó que el fenómeno no es algo excepcional, sino que es una tendencia global y, a su juicio, el gran problema es el capitalismo, "que si bien genera crecimiento, produce mucha desigualdad, lo que lo hace muy inestable y con cuadros de crisis recurrentes". Bajo esa premisa, el intelectual apuntó a una "crisis de la gestión de la crisis” producto de la falta de credibilidad y legitimidad de las instituciones y procedimientos democráticos. A raíz de esto, dijo, "se produce un bloqueo y los ciudadanos, al advertir eso, optan por salirse del marco, lo desbordan y ahí vienen las explosiones sociales". Para Castells, la única forma para superar la crisis es "intentar tender puentes entre las fuerzas políticas de gobierno y oposición, izquierdas y derechas, para encauzar lo que sucede, a través de acuerdos dónde todos cedan y siempre de manera transparente".
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domingo, 15 de abril de 2012
¿El fin de la dupla Merkozy?
Es en la política francesa y alemana donde se juega la gestión de la crisis europea; malas noticias para los 'merkozianos' a este respecto
Manuel Castells, La Vanguardia
La Unión Europea vive desde hace tiempo bajo la supervisión de ese maridaje de conveniencia llamado Merkozy. So pena de ser arrojados a las tinieblas exteriores, los países de la zona euro han tenido que enfundarse el uniforme alemán de austeridad fiscal, aderezado con un toque parisino de xenofobia nacionalista. Resultado: las economías europeas en recesión, han desanimando a los inversores. Y como las cuentas de la vieja (“no gasto lo que no tengo”) no funcionan como forma de gestión de economías complejas y globalizadas, la deuda pública y privada siguen aumentando en una espiral destructiva. Puesto que los gobiernos ingresan menos porque la economía no crece y sus necesidades de gasto apenas se reducen a corto plazo tienen que seguir endeudándose en unos mercados financieros cada vez más sospechosos de la solvencia de entidades públicas y privadas en casi toda Europa. De ahí el incremento acelerado de la prima de riesgo, el aumento del interés que tienen que pagar los gobiernos por los bonos-salvamento que emiten, las crecientes dificultades de Italia y Francia en el pago de su deuda pública y, sobre todo, la amenaza de intervención de la economía española por los panzer- contables de Merkozy. En términos estrictamente económicos, este proceso conduce a la catástrofe, a la desintegración del euro, a una crisis financiera mundial y a una recesión prolongada. Es más, la cohesión europea está en cuestión, con los países culpándose los unos a los otros (véase Monti contra Rajoy, Finlandia contra Grecia, Reino Unido contra el tratado europeo) mientras que el intento de federalismo con acento alemán suscita reacciones nacionalistas de defensa de la soberanía.
Manuel Castells, La Vanguardia
La Unión Europea vive desde hace tiempo bajo la supervisión de ese maridaje de conveniencia llamado Merkozy. So pena de ser arrojados a las tinieblas exteriores, los países de la zona euro han tenido que enfundarse el uniforme alemán de austeridad fiscal, aderezado con un toque parisino de xenofobia nacionalista. Resultado: las economías europeas en recesión, han desanimando a los inversores. Y como las cuentas de la vieja (“no gasto lo que no tengo”) no funcionan como forma de gestión de economías complejas y globalizadas, la deuda pública y privada siguen aumentando en una espiral destructiva. Puesto que los gobiernos ingresan menos porque la economía no crece y sus necesidades de gasto apenas se reducen a corto plazo tienen que seguir endeudándose en unos mercados financieros cada vez más sospechosos de la solvencia de entidades públicas y privadas en casi toda Europa. De ahí el incremento acelerado de la prima de riesgo, el aumento del interés que tienen que pagar los gobiernos por los bonos-salvamento que emiten, las crecientes dificultades de Italia y Francia en el pago de su deuda pública y, sobre todo, la amenaza de intervención de la economía española por los panzer- contables de Merkozy. En términos estrictamente económicos, este proceso conduce a la catástrofe, a la desintegración del euro, a una crisis financiera mundial y a una recesión prolongada. Es más, la cohesión europea está en cuestión, con los países culpándose los unos a los otros (véase Monti contra Rajoy, Finlandia contra Grecia, Reino Unido contra el tratado europeo) mientras que el intento de federalismo con acento alemán suscita reacciones nacionalistas de defensa de la soberanía.
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lunes, 14 de noviembre de 2011
¿A quién sirve el euro?
Manuel Castells, La Vanguardia
Ya no cabe duda sobre el talante antidemocrático de la UE. La propuesta de Papandreu de preguntar a sus conciudadanos si aceptaban vivir en austeridad espartana para poder pagar en euros desencadenó una tormenta financiera y política que entre amenazas e improperios de Merkozy y Cameron provocó la crisis del Gobierno griego y puso al país patas arriba.
¿Qué hay de malo en que la gente decida sobre su salud, su educación y su empleo? ¿Son temas demasiado complejos para el populacho? No exageren, que algunos tenemos más estudios que los mandamases. Con algunos colegas me comprometo a explicar clarito a los ciudadanos de qué va el euro y su crisis y a quiénes benefician y perjudican y cuáles son las distintas opciones posibles, incluida el repatriar al euro a Bruselas. A condición naturalmente de tener la misma información que se reservan financieros y gobernantes. El problema no es de complejidad, sino de democracia. A lo que más temen los políticos en estos momentos es a que los ocupen, a que les arrebaten ese poder delegado que mantienen mediante un mecanismo controlado de elecciones entre opciones encerradas dentro de límites sistémicos y legitimadas mediáticamente. Un referéndum, sin ser una forma perfecta de decisión popular, abre el abanico de posibilidades, siempre y cuando sea limpio. Había que ver a asesores políticos europeos aconsejando que si se hacia el referéndum se hiciera con una pregunta inteligente, o sea sesgada hacia lo que conviene. Hay, profundamente, arrogancia elitista y repulsión hacia la voluntad popular, por mucho que se disimule. Porque aunque se equivocara el pueblo, tiene derecho a hacerlo. Ya pasó el tiempo de los que nos salvaban porque no sabíamos lo que hacíamos.
Ya no cabe duda sobre el talante antidemocrático de la UE. La propuesta de Papandreu de preguntar a sus conciudadanos si aceptaban vivir en austeridad espartana para poder pagar en euros desencadenó una tormenta financiera y política que entre amenazas e improperios de Merkozy y Cameron provocó la crisis del Gobierno griego y puso al país patas arriba.
¿Qué hay de malo en que la gente decida sobre su salud, su educación y su empleo? ¿Son temas demasiado complejos para el populacho? No exageren, que algunos tenemos más estudios que los mandamases. Con algunos colegas me comprometo a explicar clarito a los ciudadanos de qué va el euro y su crisis y a quiénes benefician y perjudican y cuáles son las distintas opciones posibles, incluida el repatriar al euro a Bruselas. A condición naturalmente de tener la misma información que se reservan financieros y gobernantes. El problema no es de complejidad, sino de democracia. A lo que más temen los políticos en estos momentos es a que los ocupen, a que les arrebaten ese poder delegado que mantienen mediante un mecanismo controlado de elecciones entre opciones encerradas dentro de límites sistémicos y legitimadas mediáticamente. Un referéndum, sin ser una forma perfecta de decisión popular, abre el abanico de posibilidades, siempre y cuando sea limpio. Había que ver a asesores políticos europeos aconsejando que si se hacia el referéndum se hiciera con una pregunta inteligente, o sea sesgada hacia lo que conviene. Hay, profundamente, arrogancia elitista y repulsión hacia la voluntad popular, por mucho que se disimule. Porque aunque se equivocara el pueblo, tiene derecho a hacerlo. Ya pasó el tiempo de los que nos salvaban porque no sabíamos lo que hacíamos.
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