Maxim Medovarov,
Geopolitika
La tristemente célebre historia del discurso profundamente filosófico del gobernador de Kaliningrado, Antón Alijánov, sobre la toxicidad de Kant, ya que es uno de los pilares del Occidente global y de la histeria rusofóbica actual tiene dos elementos importantes a tener en cuenta. Primero, esta el componente financiero y egoísta en donde se puede ver como algunos liberales occidentalistas, que aún no se han escapado, siguen viendo el tercer centenario de Kant, que se celebrará en abril de este año, como un negocio y temen que el gobernador Alijánov les niegue unas cuantas ganancias al cancelarlo. El programa planeado para el centenario de Kant fue establecido por la zoóloga Julia Sineoka (la cual huyó a Paris y es considerada por el Ministerio de Justicia de la Federación de Rusia como un agente extranjero) antes del inicio de la Operación Militar Especial. No tiene sentido que las autoridades gubernamentales cancelen la celebración del tercer centenario de Kant, pero sí es necesario que cambien la programación y excluyan de la misma a los agentes extranjeros y rusofobos invitados a la misma. El segundo punto tiene que ver con un componente ideológico que podemos encontrar en los filósofos clásicos rusos que han escrito cientos de veces, y que nosotros hemos repetido hasta el hartazgo, que identifican a Kant con el apogeo del satanismo anticristiano de la Modernidad occidental. Por lo tanto, el kantismo es incompatible con los fundamentos mismos de la civilización rusa. Soloviev, Ern, Florenski y Losev lo sabían y estas tesis han sido retomadas por Alijánov. Para corroborar esto solo se necesita retomar los argumentos de los mismos kantianos que en el último número de Novaya Gazeta (un nido de agentes extranjeros y rusofobos de todos los colores), prohibida en Rusia y que ahora es publicada en Europa, escriben que Kant es uno de los pilares de la Modernidad (literalmente es el titulo de uno de los artículos de la revista), ya que su filosofía niega por completo las civilizaciones, las culturas y los sistemas de valores particulares, incluyendo los rusos. Estos argumentos no son esgrimidos por los patriotas y tradicionalistas rusos, sino por los liberales antirrusos que escriben que Kant es precisamente su guía. Esa es su tesis. Los filósofos ortodoxos rusos, entre ellos el sacerdote Pavel Florenski, lo llamaron como uno de los “baluartes del mal en contra de Dios”. La línea de crítica de Pavel Florenski y de su amigo Vladimir Ern, según la cual Occidente ha seguido el camino que los llevó de “Kant a Krupp”, ha sido continuada brillantemente por Anton Alijánov. Puede que Ern haya simplificado la polémica, pero en esencia él tiene razón: los kantianos alemanes apoyaron en masa la guerra contra Rusia y algunos de ellos incluso fueron al frente. Tal anécdota refuerza la interpretación del gobernador de Kaliningrado al decir que los rusos son objetivos militares para los kantianos.