El barril de petróleo subió más de US$5, llegando a su nivel más alto en dos semanas tras las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Rusia. Luego de un descenso desde los 147 dólares que alcazó el barril de crudo el mes pasado, hasta los 111 dólares, el precio del crudo volvió a repuntar y superó los US$120 el barril, mientras los operadores observaban la respuesta hostil de Rusia al acuerdo entre Estados Unidos y Polonia de instalar una barrera antimisiles en el último país, una medida que Moscú ve como amenaza.
Los precios del crudo no se habían visto afectados durante el conflicto entre Rusia y Georgia, pese a la amenaza directa a un importante oleoducto que se sitúa cerca de la zona en conflicto. No obstante, pese al alto al fuego, se inició una guerra de palabras entre Bush, Sarkozy y Angela Merkel, en contra de Putin y Medvedev, quienes resistieron en su posición frente a las causas reales del ataque de Georgia. Como los EEUU eran los grandes derrotados del conflicto, apuraron el acuerdo del escudo antimisiles en Polonia, que ha vuelto a generar tensiones.
Además, han subido las especulaciones sobre una posible bajada de la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), responsable de un 40% de la oferta mundial, en reacción a la caída de los precios que se observaba en las últimas semanas.
"En la reunión de la OPEP deberíamos evaluar si se percibe una bajada continua del precio y evaluar incluso un recorte de producción, y eso es lo que vamos a llevar a la reunión," aseguró el ministro de energía venezolano, Rafael Ramírez, de cara a la próxima reuinión de la organización de países productores, que se celebrará en septiembre.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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jueves, 21 de agosto de 2008
lunes, 18 de agosto de 2008
Bush y Cheney, los grandes derrotados de la Operación Osetia
Bush y Cheney han sido los grandes derrotados en la Operación Osetia, un intento vano y ridículo de buscar poner a prueba al Kremlin de Putin y Medveded. Y como en todas las operaciones bélicas de la dupla Cheney-Bush (Irak, Afganistán), le ha salido el tiro por la culata y hoy es Rusia quien tiene la sartén por el mango. En pocas horas demostró su capacidad de controlar la subversión del títere de la CIA en Georgia, Mikhail Saakashvili –un presidente corrupto e inestable-, y pasar a controlar ese poderoso enclave estratégico del Pentágono en el Cáucaso, rodeándolo por aire, mar y tierra.
Rusia no aceptó que ocurriera lo de Kosovo y actuó con celeridad. Siguiendo las enseñanzas de Rumsfeld: “Consigues más con buenas palabras y una pistola, que con buenas palabras solamente”, llega a una mesa de negociación en inmejorables condiciones, derribando incluso a los aliados europeos del Imperio.
Como se sabe, la operación buscaba crear las condiciones para que Georgia ingresara al selecto grupo del Club de la OTAN, que son enemigos de Rusia desde la guerra fría, en los intentos de EEUU de crear una cortina en torno a la exURSS. De esta forma Washington se aseguró el suministro de armamentos a la zona y la denostación del régimen soviético.
Pero los años han cambiado y Washington ha erosionado su poder por la vía de la especulación financiera que hoy tiene a ese país –y a parte de Europa- en las puertas de la más seria recesión de los últimos 60 años. Washington tampoco tiene el poder de otrora en que podía convencer al resto del mundo de la verdad que inventaba. Ya nadie se traga tan fácilmente las mentiras de Bush (como las armas de destrucción masiva de Irak, el propio 11-S, o las armas nucleares de Irán). Las campañas desinformativas del Pentágono han perdido fuerza por la fantasiosa y timadora mente de Bush y Cheney, los grandes perdedores de esta nueva aventura bélica.
Rusia no aceptó que ocurriera lo de Kosovo y actuó con celeridad. Siguiendo las enseñanzas de Rumsfeld: “Consigues más con buenas palabras y una pistola, que con buenas palabras solamente”, llega a una mesa de negociación en inmejorables condiciones, derribando incluso a los aliados europeos del Imperio.
Como se sabe, la operación buscaba crear las condiciones para que Georgia ingresara al selecto grupo del Club de la OTAN, que son enemigos de Rusia desde la guerra fría, en los intentos de EEUU de crear una cortina en torno a la exURSS. De esta forma Washington se aseguró el suministro de armamentos a la zona y la denostación del régimen soviético.
Pero los años han cambiado y Washington ha erosionado su poder por la vía de la especulación financiera que hoy tiene a ese país –y a parte de Europa- en las puertas de la más seria recesión de los últimos 60 años. Washington tampoco tiene el poder de otrora en que podía convencer al resto del mundo de la verdad que inventaba. Ya nadie se traga tan fácilmente las mentiras de Bush (como las armas de destrucción masiva de Irak, el propio 11-S, o las armas nucleares de Irán). Las campañas desinformativas del Pentágono han perdido fuerza por la fantasiosa y timadora mente de Bush y Cheney, los grandes perdedores de esta nueva aventura bélica.
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