Federico Galende, Página 12
A Chile el resto de la región lo visitó un par de veces, en diferentes estaciones de la historia, como un curioso archipiélago del que brotaban cada tanto experimentos imprevisibles. Primero fue la famosa “vía democrática al socialismo”, ensayada al interior de un tupido y heterogéneo laboratorio utópico; después, con intenciones menos oníricas, esa alquimia tenebrosa, la del neoliberalismo y el genocidio cultural en la época del terrorismo de estado y el sálvese quien puede instaurado por el látigo del mercado. Eran experimentos bien contrapuestos, tocados por poderes que manejaban a la perfección el arte de dar vuelta las tortillas.
Y al parecer la cosa continúa, puesto que este domingo por la noche nos dormimos en un país y despertamos, al día siguiente, en otro que casi no reconocíamos. Es cierto, había indicios, huellas, antecedentes, pero nadie alcanzó a imaginar lo que se produciría: la desconfiguración más contundente de un sistema político abyecto que tenía más de cincuenta años
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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viernes, 21 de mayo de 2021
domingo, 1 de diciembre de 2019
"Un violador en tu camino", el ocaso de la policía chilena
La protestas masivas iniciadas en Chile el 18 de octubre fueron reprimidas salvajemente por la policia al nivel de constatarse violaciones a personas y saqueos a la propiedad por parte de los uniformados, como dio cuenta el documental Chile in flamme. La institución uniformada había gozado de prestigio, respeto y valoración por parte de la ciudadanía. Pero los fraudes por más de 28 mil millones de pesos al Estado y la brutalidad para contener a los manifestantes, con denuncias de abusos y violaciones, ha significado el derrumbe de Carabineros de Chile.
Por eso si antiguamente se hizo célebre un aviso publicitario que decía "Carabineros: un amigo en tu camino", hoy la situación se ha revertido al extremo de llegar a ser "Un violador en tu camino". Esta ha sido la propuesta de Las Tesis, un colectivo feminista de Valparaíso que este lunes 25 de noviembre sorprendió con su performance callejero que se repitió en varios puntos de Santiago para luego propagarse por todo Chile y el mundo.
domingo, 27 de mayo de 2018
El feminismo de la cúspide
Anita Botwin, ctxt
Hace unos días nos sorprendía la noticia en la que Ana Patricia Botín se consideraba feminista. Hace diez años no, pero ahora ya sí es feminista y defiende la discriminación positiva “en un mundo egoísta gobernado por hombres”.
Podríamos alegrarnos de que Ana Botín se autodenomine feminista. Podríamos decir que si lo dice alguien de alta alcurnia y buenas marcas es que vamos ganando. Pero permítanme que lo cuestione o lo dude al menos. Mi primera opinión es pensar que algo estamos haciendo bien cuando alguien que representa a un banco de ese nivel se considera feminista, aunque hace diez años, cuando éramos una panda de locas e histéricas, ella pensaba otra cosa. Cuando alguien como Botín, Ana Rosa y la princesa Meghan Markle –recién casada con el príncipe azul– se dicen feministas y hasta hacen huelga en el caso de A.R. una piensa que vamos ganando. Pero si lo piensas dos veces, y no se quedan con las primeras impresiones, lo cierto es que nada o poco ha cambiado.
No nos engañemos, existe una especie de feminismo de moda, de masas, de conseguir la igualdad en puestos de dirección o de poder desnudarse si a una le da la gana o ser prostituta si una lo desea porque “somos libres” de hacerlo a cambio de dinero; pero existe otro feminismo de fondo, el que hace diez años no quería nadie y que a día de hoy no es el mayoritario ni mucho menos, que es el feminismo radical, el que ahonda en el problema y se plantea debates mucho más profundos y complejos. El feminismo debe ser opuesto al capitalismo, porque es precisamente el capitalismo el que no nos permite lograr la igualdad y el que feminiza la pobreza. Nosotras somos las más precarizadas dentro de este sistema, y la crisis-estafa que lideraron los bancos como el de Botín nos empobreció aún más.
Hace unos días nos sorprendía la noticia en la que Ana Patricia Botín se consideraba feminista. Hace diez años no, pero ahora ya sí es feminista y defiende la discriminación positiva “en un mundo egoísta gobernado por hombres”.
Podríamos alegrarnos de que Ana Botín se autodenomine feminista. Podríamos decir que si lo dice alguien de alta alcurnia y buenas marcas es que vamos ganando. Pero permítanme que lo cuestione o lo dude al menos. Mi primera opinión es pensar que algo estamos haciendo bien cuando alguien que representa a un banco de ese nivel se considera feminista, aunque hace diez años, cuando éramos una panda de locas e histéricas, ella pensaba otra cosa. Cuando alguien como Botín, Ana Rosa y la princesa Meghan Markle –recién casada con el príncipe azul– se dicen feministas y hasta hacen huelga en el caso de A.R. una piensa que vamos ganando. Pero si lo piensas dos veces, y no se quedan con las primeras impresiones, lo cierto es que nada o poco ha cambiado.
No nos engañemos, existe una especie de feminismo de moda, de masas, de conseguir la igualdad en puestos de dirección o de poder desnudarse si a una le da la gana o ser prostituta si una lo desea porque “somos libres” de hacerlo a cambio de dinero; pero existe otro feminismo de fondo, el que hace diez años no quería nadie y que a día de hoy no es el mayoritario ni mucho menos, que es el feminismo radical, el que ahonda en el problema y se plantea debates mucho más profundos y complejos. El feminismo debe ser opuesto al capitalismo, porque es precisamente el capitalismo el que no nos permite lograr la igualdad y el que feminiza la pobreza. Nosotras somos las más precarizadas dentro de este sistema, y la crisis-estafa que lideraron los bancos como el de Botín nos empobreció aún más.
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