Amy Goodman y Denis Moynihan, Democracy Now
El 12 de diciembre, casi 200 países aprobaron el llamado “Acuerdo de París”. Este documento de 32 páginas de extensión detalla minuciosamente el nuevo plan oficial de la humanidad para hacer frente a la crisis que supone el cambio climático. Las negociaciones para llegar al acuerdo se llevaron a cabo en un complejo fuertemente protegido ubicado en la zona parisina de Le Bourget. En virtud del “estado de emergencia” declarado tras los atentados terroristas que el 13 de noviembre provocaron la muerte de 130 personas en París, en todo el territorio francés estaban prohibidas las manifestaciones. Pese a ello, hubo activistas que no acataron la prohibición, también en virtud de un “estado de emergencia”, frase con la que describen la situación del clima del planeta. Durante las dos semanas de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático se llevaron a cabo manifestaciones, por momentos violentamente reprimidas por la policía, en las que personas de todo el mundo pidieron un tratado justo, ambicioso y vinculante a fin de evitar las peores consecuencias del cambio climático.
Dos días después del término de las negociaciones, el periodista británico George Monbiot sostuvo en Democracy Now!: “Lo que veo es un acuerdo sin plazos ni objetivos, con vagas y leves aspiraciones. Veo muchas palmadas en la espalda, mucha auto-felicitación, pero veo muy poco en términos del contenido real que se requiere para evitar el colapso de clima”.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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sábado, 19 de diciembre de 2015
viernes, 18 de diciembre de 2015
La gran promesa de París debilitada por sórdidas cuestiones económicas
George Monbiot, The Guardian
En comparación con lo que podría haber sido, se trata de un milagro. En comparación con lo que debería haber sido, se trata de un desastre.
En el estrecho marco dentro del cual han tenido lugar las conversaciones por el clima de Naciones Unidas en París, el borrador obtenido es un gran éxito. El alivio de las delegaciones y las felicitaciones que ellas mismas se han hecho al saludar el texto final reconocen el fracaso de Copenhague de hace seis años, cuando las conversaciones superaron todos los tiempos previstos antes del fiasco final. El acuerdo de París todavía está aguardando la aprobación formal, pero el límite de 1,5 ºC de calentamiento global al que se aspiraba, después de que esta exigencia fuese rechazada durante tantos años, puede ser visto –siempre dentro de este marco– como una rotunda victoria. En este sentido y en otros, el texto final tiene más fuerza que la que muchos pensaban.
En comparación con lo que podría haber sido, se trata de un milagro. En comparación con lo que debería haber sido, se trata de un desastre.
En el estrecho marco dentro del cual han tenido lugar las conversaciones por el clima de Naciones Unidas en París, el borrador obtenido es un gran éxito. El alivio de las delegaciones y las felicitaciones que ellas mismas se han hecho al saludar el texto final reconocen el fracaso de Copenhague de hace seis años, cuando las conversaciones superaron todos los tiempos previstos antes del fiasco final. El acuerdo de París todavía está aguardando la aprobación formal, pero el límite de 1,5 ºC de calentamiento global al que se aspiraba, después de que esta exigencia fuese rechazada durante tantos años, puede ser visto –siempre dentro de este marco– como una rotunda victoria. En este sentido y en otros, el texto final tiene más fuerza que la que muchos pensaban.
sábado, 12 de diciembre de 2015
COP21, metas y geoingeniería
Silvia Ribeiro, La Jornada
Uno de los temas más álgidos en la reunión global de la Convención de Naciones Unidas sobre el cambio climático que finaliza hoy 12 de diciembre en París (COP21), fue la definición de una nueva meta de calentamiento global que no se podría sobrepasar. Países insulares y otros del tercer mundo, desde hace años plantean que no sobrevivirán un calentamiento global mayor a 1,5 grados centígrados, ya que su territorio desaparecería por el aumento del nivel del mar y otros desastres. Razones más que atendibles, que se suman a que esos países no son los que han causado el cambio climático.
La temperatura global promedio aumentó 0.85 grados centígrados en el último siglo, la mayor parte en los últimos 40 años, a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de dióxido de carbono (CO2) y otros gases, causadas por el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón), mayoritariamente para la producción de energía, sistema alimentario agro-industrial, urbanización y transportes. Si sigue el curso actual, la temperatura aumentará hasta 6 grados centígrados a fin del siglo XXI, con impactos tan catastróficos que no es posible predecirlos.
En el proceso hacia la COP21 y hasta su inicio, el texto borrador de negociación contemplaba fijar una meta de aumento global de 2ºC hasta el año 2100, cifra que de todas maneras era combatida por los principales emisores.
Uno de los temas más álgidos en la reunión global de la Convención de Naciones Unidas sobre el cambio climático que finaliza hoy 12 de diciembre en París (COP21), fue la definición de una nueva meta de calentamiento global que no se podría sobrepasar. Países insulares y otros del tercer mundo, desde hace años plantean que no sobrevivirán un calentamiento global mayor a 1,5 grados centígrados, ya que su territorio desaparecería por el aumento del nivel del mar y otros desastres. Razones más que atendibles, que se suman a que esos países no son los que han causado el cambio climático.
La temperatura global promedio aumentó 0.85 grados centígrados en el último siglo, la mayor parte en los últimos 40 años, a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de dióxido de carbono (CO2) y otros gases, causadas por el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón), mayoritariamente para la producción de energía, sistema alimentario agro-industrial, urbanización y transportes. Si sigue el curso actual, la temperatura aumentará hasta 6 grados centígrados a fin del siglo XXI, con impactos tan catastróficos que no es posible predecirlos.
En el proceso hacia la COP21 y hasta su inicio, el texto borrador de negociación contemplaba fijar una meta de aumento global de 2ºC hasta el año 2100, cifra que de todas maneras era combatida por los principales emisores.
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viernes, 11 de diciembre de 2015
Alec Baldwin, un activista por el cambio climático en la COP21
El actor estadounidense Alec Baldwin, destacado activista por el cambio climático y la defensa del medio ambiente, participó en la COP21 de París para entregar un premio a las comunidades indígenas de Indonesia, Africa Central y Sudamérica por su trabajo en la conservación de los bosques. "Uno de los grandes factores para detener el calentamiento global consiste en cuidar los bosques", dice Baldwin. El actor, que comparte su trabajo cinematográfico con un programa de debate político en la televisión de Estados Unidos, fue entrevistado el domingo pasado por Max Keyser en una caminata nocturna por los Campos Eliseos. Baldwin resaltó la labor de las comunidades indígenas en la conservación del medio ambiente y recordó que su asociación viene trabajando para que las voces de los pueblos indígenas sean escuchadas. Notable Baldwin. Fue una de las pocas celebridades que llegó a París dado que muchas se abstuvieron tras los atentados del 13 de noviembre.
En la segunda parte del programa, Max Keyser entrevista a Chris Ellis, del proyecto ProTip, y las monedas digitales.
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sábado, 5 de diciembre de 2015
París y el planeta arden
Amy Goodman y Denis Moynihan, Rebelión
Las velas siguen ardiendo en la ciudad de París en los sitios donde se recuerda a las 130 personas asesinadas por militantes armados identificados con el Estado Islámico (que según señalan muchos musulmanes, no es ni islámico ni un Estado) en los ataques perpetrados en el teatro Bataclan, restaurantes de la zona y el Estadio Nacional de París. En estos lugares donde ocurrieron los actos de violencia, dispuestos como un torrente de sentidas expresiones de dolor, se pueden ver flores, mensajes, banderas de Francia, fotos, recuerdos de los fallecidos y reproducciones del ahora icónico símbolo de la paz diseñado a partir de la imagen de la Torre Eiffel.
En este contexto se está desarrollando uno de los encuentros mundiales más importantes de la historia: la 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o COP 21. Prácticamente todos los países del mundo están representados aquí, a través de sus delegaciones, que están intentando alcanzar un acuerdo antes del 11 de diciembre, con el objetivo de evitar un cambio climático catastrófico e irreversible.
Supuestamente, la COP 21 es la culminación de más de dos décadas de trabajo en el marco de las Naciones Unidas para transformar la sociedad, poner fin a la era de los combustibles fósiles, comenzar a utilizar energía renovable y reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Estaba previsto que el 29 de noviembre, el día antes de que comenzara la cumbre sobre el clima, se realizara en París una marcha multitudinaria, en la que se preveía que participarían más de 400.000 personas. Sin embargo, el Presidente francés, François Hollande, declaró un estado de emergencia tras los ataques y prohibió las manifestaciones. Quienes critican esta decisión sostienen que el calentamiento global también es un estado de emergencia y que expresar nuestra oposición es lo único que nos salvará.
Las velas siguen ardiendo en la ciudad de París en los sitios donde se recuerda a las 130 personas asesinadas por militantes armados identificados con el Estado Islámico (que según señalan muchos musulmanes, no es ni islámico ni un Estado) en los ataques perpetrados en el teatro Bataclan, restaurantes de la zona y el Estadio Nacional de París. En estos lugares donde ocurrieron los actos de violencia, dispuestos como un torrente de sentidas expresiones de dolor, se pueden ver flores, mensajes, banderas de Francia, fotos, recuerdos de los fallecidos y reproducciones del ahora icónico símbolo de la paz diseñado a partir de la imagen de la Torre Eiffel.
En este contexto se está desarrollando uno de los encuentros mundiales más importantes de la historia: la 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o COP 21. Prácticamente todos los países del mundo están representados aquí, a través de sus delegaciones, que están intentando alcanzar un acuerdo antes del 11 de diciembre, con el objetivo de evitar un cambio climático catastrófico e irreversible.
Supuestamente, la COP 21 es la culminación de más de dos décadas de trabajo en el marco de las Naciones Unidas para transformar la sociedad, poner fin a la era de los combustibles fósiles, comenzar a utilizar energía renovable y reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Estaba previsto que el 29 de noviembre, el día antes de que comenzara la cumbre sobre el clima, se realizara en París una marcha multitudinaria, en la que se preveía que participarían más de 400.000 personas. Sin embargo, el Presidente francés, François Hollande, declaró un estado de emergencia tras los ataques y prohibió las manifestaciones. Quienes critican esta decisión sostienen que el calentamiento global también es un estado de emergencia y que expresar nuestra oposición es lo único que nos salvará.
jueves, 3 de diciembre de 2015
El calentamiento global como crisis moral
Adolfo Sánchez Rebolledo, La Jornada
En estos días, París ha mostrado la terrible situación en la que se halla la humanidad en este momento concreto de la historia: nunca como como hoy se había revelado tan interdependiente y tan frágil. La terrible agresión yihadista del viernes 13 actualizó la perspectiva del terror como una dimensión real de la vulnerabilidad global, de su fracaso para hacer de la vida en común un horizonte diverso pero no excluyente, pero la reunión sobre el cambio climático, de la cual se trató de expulsar a las voces independientes que incansablemente han empujado por cambios sustantivos, da cuenta de hasta qué punto la desigualdad planetaria compromete la relación con la propia naturaleza, la sobrevivencia de la vida humana sobre la faz de la Tierra.
Las voces de alarma lanzadas por los jefes de Estado en la reunión de la COP21 dan cuenta tardía de que nos hallamos ante una situación límite que, por desgracia y pese a todo, aún carece de una visión capaz de contener el desastre previsto por los científicos con exactitud que espanta. Entre los expertos y los gobernantes hay un mundo de incertidumbre que las negociaciones aún no logran salvar, aunque el presidente François Hollande dijera que no podemos decepcionar a millones de personas que tienen los ojos puestos en nosotros. Lo que está en juego es la paz.
En estos días, París ha mostrado la terrible situación en la que se halla la humanidad en este momento concreto de la historia: nunca como como hoy se había revelado tan interdependiente y tan frágil. La terrible agresión yihadista del viernes 13 actualizó la perspectiva del terror como una dimensión real de la vulnerabilidad global, de su fracaso para hacer de la vida en común un horizonte diverso pero no excluyente, pero la reunión sobre el cambio climático, de la cual se trató de expulsar a las voces independientes que incansablemente han empujado por cambios sustantivos, da cuenta de hasta qué punto la desigualdad planetaria compromete la relación con la propia naturaleza, la sobrevivencia de la vida humana sobre la faz de la Tierra.
Las voces de alarma lanzadas por los jefes de Estado en la reunión de la COP21 dan cuenta tardía de que nos hallamos ante una situación límite que, por desgracia y pese a todo, aún carece de una visión capaz de contener el desastre previsto por los científicos con exactitud que espanta. Entre los expertos y los gobernantes hay un mundo de incertidumbre que las negociaciones aún no logran salvar, aunque el presidente François Hollande dijera que no podemos decepcionar a millones de personas que tienen los ojos puestos en nosotros. Lo que está en juego es la paz.
miércoles, 2 de diciembre de 2015
COP21: réquiem para una especie inteligente
Alejandro Nadal, La Jornada
Un día le preguntaron al astrofísico Neil de Grasse si creía que había vida inteligente en otros planetas. Para responder señaló que primero se necesitaba una definición de lo que es vida inteligente. Acto seguido y con gran ironía propuso que una especie alcanza esa distinción cuando tiene la capacidad de autodestruirse. Con esa definición la humanidad calificaría perfectamente para ser considerada ejemplo de vida inteligente. Habría que añadir que hay muchos caminos hacia la autodestrucción y uno de ellos podría ser el que hemos emprendido en el terreno del cambio climático.
Desde hace años la comunidad científica viene alertando sobre los efectos de la acumulación de gases invernadero en la atmósfera. Antes de la revolución industrial la concentración de dióxido de carbono (CO2) se mantuvo en niveles bajos (en promedio unas 280 partes por millón, ppm) pero a partir de 1850 comenzó a aumentar rápidamente. Hoy rebasa las 400 ppm y es evidente que está siendo impulsada por la actividad humana.
Desde 1850 la temperatura aumentó 0.85 grados centígrados. Se calcula que con concentraciones estables de CO2 cercanas a las 450 ppm el aumento de temperatura tiene altas probabilidades de mantenerse en 2 grados centígrados y aunque los efectos serían severos se podría evitar una catástrofe. Para alcanzar esta meta se necesita recortar el nivel de emisiones de manera radical.
Un día le preguntaron al astrofísico Neil de Grasse si creía que había vida inteligente en otros planetas. Para responder señaló que primero se necesitaba una definición de lo que es vida inteligente. Acto seguido y con gran ironía propuso que una especie alcanza esa distinción cuando tiene la capacidad de autodestruirse. Con esa definición la humanidad calificaría perfectamente para ser considerada ejemplo de vida inteligente. Habría que añadir que hay muchos caminos hacia la autodestrucción y uno de ellos podría ser el que hemos emprendido en el terreno del cambio climático.
Desde hace años la comunidad científica viene alertando sobre los efectos de la acumulación de gases invernadero en la atmósfera. Antes de la revolución industrial la concentración de dióxido de carbono (CO2) se mantuvo en niveles bajos (en promedio unas 280 partes por millón, ppm) pero a partir de 1850 comenzó a aumentar rápidamente. Hoy rebasa las 400 ppm y es evidente que está siendo impulsada por la actividad humana.
Desde 1850 la temperatura aumentó 0.85 grados centígrados. Se calcula que con concentraciones estables de CO2 cercanas a las 450 ppm el aumento de temperatura tiene altas probabilidades de mantenerse en 2 grados centígrados y aunque los efectos serían severos se podría evitar una catástrofe. Para alcanzar esta meta se necesita recortar el nivel de emisiones de manera radical.
martes, 1 de diciembre de 2015
La bomba de tiempo del cambio climático
Desde este lunes los ministros de 195 países se reúnen en París para la 21ª Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Un masivo despliegue de seguridad se ha desarrollado para evitar ataques terroristas y discutir sobre los problemas del cambio climático y el calentamiento global. Este es uno de los acontecimientos que más afectan el bienestar de las poblaciones, una situación que ha sido creada por intervención humana. La evidencia científica de que esto es así es abrumadora, lo cual no es obstáculo para que existan fuerzas que nieguen el problema, y nieguen que el profundo deterioro ambiental es el resultado del insaciable saqueo de los recursos naturales por las empresas trasnacionales. El mundo se está calentando a niveles sin precedentes y este calentamiento es causado por el aumento de las emisiones de carbono y otros gases de invernadero producido por la quema de combustibles fósiles.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), este año, 2015, se ha presentado como el año más caluroso jamás registrado. Y la OMM calcula el período de cinco años desde 2011 hasta 2015 también fue el más cálido registrado. Las temperaturas globales son ahora aproximadamente 2 grados celsius más por encima del periodo 1880-1899. Y en la primavera de 2015, la concentración media global de tres meses de CO2 cruzó la barrera de las 400 partes por millón por primera vez. La huella del calentamiento del planeta es cada vez más clara en casi todos los rincones del mundo. Los misteriosos agujeros gigantes encontrados en Siberia en los últimos años son el resultado del derretimiento del permafrost de las profundidades.
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lunes, 30 de noviembre de 2015
La desatención al cambio climático en España
Vicenç Navarro, Público.es
Los medios de comunicación españoles parecen haber descubierto estos últimos días el impacto negativo que el irreversible cambio climático tiene sobre el bienestar de las poblaciones. En realidad, España ha estado ausente de los mayores centros de reflexión sobre uno de los principales problemas que la humanidad tiene frente a sí. Tal reflexión en este país apenas ha comenzado. En realidad, todavía hoy hay gurús económicos neoliberales, con chaquetas de todos los colores (siempre próximos a los intereses financieros y económicos), los cuales gozan de gran proyección mediática, que hasta hace poco negaban que hubiera un cambio climático, y cuando por fin han tenido que aceptar que algo pasa con el clima, niegan ahora que este cambio se deba a la intervención humana. Es un indicador de lo enormemente conservadora que es la cultura mediática de este país que tales personajes continúen teniendo semejantes cajas de resonancia. Incluso presidentes del gobierno español, como el Sr. Aznar, el prototipo de la derecha española (equivalente a la ultraderecha en Europa), han negado que haya un cambio climático. Este partido, el PP, ha desmantelado algunas de las leyes, como la Ley de Costas y la Ley de Montes, que protegían el medioambiente y el mantenimiento de los bosques, máximos absorbentes de CO2. Una consecuencia de la poca atención prestada al tema climático por parte del establishment político-mediático del país, siempre muy sensible a los poderes financieros, es que algunas de la mayores urbes de España, como Barcelona y Madrid, tienen niveles de contaminación por encima de los niveles que se consideran aceptables en la normativa internacional.
Los medios de comunicación españoles parecen haber descubierto estos últimos días el impacto negativo que el irreversible cambio climático tiene sobre el bienestar de las poblaciones. En realidad, España ha estado ausente de los mayores centros de reflexión sobre uno de los principales problemas que la humanidad tiene frente a sí. Tal reflexión en este país apenas ha comenzado. En realidad, todavía hoy hay gurús económicos neoliberales, con chaquetas de todos los colores (siempre próximos a los intereses financieros y económicos), los cuales gozan de gran proyección mediática, que hasta hace poco negaban que hubiera un cambio climático, y cuando por fin han tenido que aceptar que algo pasa con el clima, niegan ahora que este cambio se deba a la intervención humana. Es un indicador de lo enormemente conservadora que es la cultura mediática de este país que tales personajes continúen teniendo semejantes cajas de resonancia. Incluso presidentes del gobierno español, como el Sr. Aznar, el prototipo de la derecha española (equivalente a la ultraderecha en Europa), han negado que haya un cambio climático. Este partido, el PP, ha desmantelado algunas de las leyes, como la Ley de Costas y la Ley de Montes, que protegían el medioambiente y el mantenimiento de los bosques, máximos absorbentes de CO2. Una consecuencia de la poca atención prestada al tema climático por parte del establishment político-mediático del país, siempre muy sensible a los poderes financieros, es que algunas de la mayores urbes de España, como Barcelona y Madrid, tienen niveles de contaminación por encima de los niveles que se consideran aceptables en la normativa internacional.
domingo, 29 de noviembre de 2015
Cumbre del clima de París: Mejor un no acuerdo que un mal acuerdo
Walden Bello, Sin Permiso
Lo que se ha anunciado como la reunión que determinará el destino del planeta tendrá lugar en París del 30 de noviembre al 10 de diciembre.
El resultado de la Conferencia de las Partes 21 (COPS 21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) determinará si el mundo será capaz de mantener la temperatura media promedio para el siglo XXI 2 grados centígrados por encima de la temperatura media pre-industrial y tal vez evitar así el desastre, o por el contrario, nos precitaremos hacia una catástrofe segura. Hay mucho en juego, y el resultado es incierto.
COPS 21 debe llegar a un tratado que sustituya al Protocolo de Kioto de 1997. El objetivo original de las negociaciones post-Kyoto, que transcurren desde hace varios años, es producir un acuerdo vinculante que obligase a los contaminadores climáticos a realizar profundos recortes en sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y proporcionar los recursos para que los países pobres puedan hacer frente a los daños ya provocados por el calentamiento global y prevenir o limitar sus impactos más negativos. El principio operativo ha sido el de la responsabilidad común pero diferenciada, es decir, que aquellos que han contribuido más al volumen de gases de efecto invernadero en la atmósfera deben llevar el peso principal de la reducción de las emisiones de carbono y proporcionar los recursos para apoyar los esfuerzos de los países más pobres para protegerse del calentamiento global.
Lo que se ha anunciado como la reunión que determinará el destino del planeta tendrá lugar en París del 30 de noviembre al 10 de diciembre.
El resultado de la Conferencia de las Partes 21 (COPS 21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) determinará si el mundo será capaz de mantener la temperatura media promedio para el siglo XXI 2 grados centígrados por encima de la temperatura media pre-industrial y tal vez evitar así el desastre, o por el contrario, nos precitaremos hacia una catástrofe segura. Hay mucho en juego, y el resultado es incierto.
COPS 21 debe llegar a un tratado que sustituya al Protocolo de Kioto de 1997. El objetivo original de las negociaciones post-Kyoto, que transcurren desde hace varios años, es producir un acuerdo vinculante que obligase a los contaminadores climáticos a realizar profundos recortes en sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y proporcionar los recursos para que los países pobres puedan hacer frente a los daños ya provocados por el calentamiento global y prevenir o limitar sus impactos más negativos. El principio operativo ha sido el de la responsabilidad común pero diferenciada, es decir, que aquellos que han contribuido más al volumen de gases de efecto invernadero en la atmósfera deben llevar el peso principal de la reducción de las emisiones de carbono y proporcionar los recursos para apoyar los esfuerzos de los países más pobres para protegerse del calentamiento global.
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sábado, 28 de noviembre de 2015
COP21: ¿en ruta al abismo?
John Saxe-Fernández, La Jornada
Con el aumento del calentamiento global (CG) registrado por centros especializados y satélites alrededor del planeta y eventos climáticos que ya afectan a millones en todos los continentes, difundidos al mundo desde agencias noticiosas y redes sociales, crecen los movimientos a favor de regulaciones efectivas y vinculantes para el control de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) CO2, metano etcétera. Con dato duro de la Organización Mundial de Meteorología (OMM), el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU, la Asociación para el Avance de la Ciencia y múltiples universidades y academias científicas, se advierte la necesidad de evitar un CG catastrófico e irreversible y que la ventana de oportunidad para hacerlo se cierra rápido ¿modificará la COP21 la ruta al abismo del fundamentalismo petrolero (FP)?
Los movimientos sociales de Francia y el mundo son los más afectados por el FP, presente en los trágicos ataques terroristas del 13 de noviembre, que las autoridades atribuyeron al Estado Islámico (EI). Se trata de movimientos ciudadanos que estarán en París activos durante dos semanas (con una magna manifestación el 30 de noviembre en la que se esperan 200 mil personas) para presionar a favor de compromisos con blindaje legal contra los GEI, según dijo a Democracy Now Alix Mazounie, coordinadora de internacionales de la Red Francesa de Acción Climática. Alix citó a Laurent Fabius, el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, que favorece mantener alguna forma de expresión pública durante la COP. Buscamos opciones. Obvio nos preocupa la seguridad del pueblo francés, la seguridad de todos los que deseen expresarse sobre el cambio climático, en las calles de París.
Con el aumento del calentamiento global (CG) registrado por centros especializados y satélites alrededor del planeta y eventos climáticos que ya afectan a millones en todos los continentes, difundidos al mundo desde agencias noticiosas y redes sociales, crecen los movimientos a favor de regulaciones efectivas y vinculantes para el control de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) CO2, metano etcétera. Con dato duro de la Organización Mundial de Meteorología (OMM), el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU, la Asociación para el Avance de la Ciencia y múltiples universidades y academias científicas, se advierte la necesidad de evitar un CG catastrófico e irreversible y que la ventana de oportunidad para hacerlo se cierra rápido ¿modificará la COP21 la ruta al abismo del fundamentalismo petrolero (FP)?
Los movimientos sociales de Francia y el mundo son los más afectados por el FP, presente en los trágicos ataques terroristas del 13 de noviembre, que las autoridades atribuyeron al Estado Islámico (EI). Se trata de movimientos ciudadanos que estarán en París activos durante dos semanas (con una magna manifestación el 30 de noviembre en la que se esperan 200 mil personas) para presionar a favor de compromisos con blindaje legal contra los GEI, según dijo a Democracy Now Alix Mazounie, coordinadora de internacionales de la Red Francesa de Acción Climática. Alix citó a Laurent Fabius, el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, que favorece mantener alguna forma de expresión pública durante la COP. Buscamos opciones. Obvio nos preocupa la seguridad del pueblo francés, la seguridad de todos los que deseen expresarse sobre el cambio climático, en las calles de París.
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miércoles, 21 de octubre de 2015
Cambio climático: la carrera contra el reloj
Alejandro Nadal, La Jornada
Existe la posibilidad de evitar una catástrofe en el terreno del cambio climático. Pero la ventana de oportunidad para lograrlo se está cerrando rápidamente. La conferencia sobre cambio climático en París dentro de seis semanas será, sin duda, un parteaguas en esta carrera contra el reloj.
Desde hace años el objetivo en materia de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ha sido estabilizar la concentración en la atmósfera en el nivel de las 450 partes por millón (ppm). Esa meta requiere cortar las emisiones de GEI en 80 por ciento para el año 2050, lo que permitiría asegurar que el cambio en la temperatura global no exceda de los 2 grados centígrados.
Para como están las cosas al día de hoy, parece muy difícil alcanzar la meta de las 450 ppm. Para hacerlo los países ricos en el mundo ya deberían estar reduciendo de manera muy marcada sus emisiones y para el año 2025, que realmente está a la vuelta de la esquina, las emisiones de gases invernadero de todos los países del mundo, ricos y pobres, ya deberían estar cayendo. Existe la posibilidad de alcanzar dicha meta, pero esa posibilidad está en riesgo de esfumarse.
Existe la posibilidad de evitar una catástrofe en el terreno del cambio climático. Pero la ventana de oportunidad para lograrlo se está cerrando rápidamente. La conferencia sobre cambio climático en París dentro de seis semanas será, sin duda, un parteaguas en esta carrera contra el reloj.
Desde hace años el objetivo en materia de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ha sido estabilizar la concentración en la atmósfera en el nivel de las 450 partes por millón (ppm). Esa meta requiere cortar las emisiones de GEI en 80 por ciento para el año 2050, lo que permitiría asegurar que el cambio en la temperatura global no exceda de los 2 grados centígrados.
Para como están las cosas al día de hoy, parece muy difícil alcanzar la meta de las 450 ppm. Para hacerlo los países ricos en el mundo ya deberían estar reduciendo de manera muy marcada sus emisiones y para el año 2025, que realmente está a la vuelta de la esquina, las emisiones de gases invernadero de todos los países del mundo, ricos y pobres, ya deberían estar cayendo. Existe la posibilidad de alcanzar dicha meta, pero esa posibilidad está en riesgo de esfumarse.
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jueves, 15 de octubre de 2015
Alerta sobre la negociación de cambio climático
Umberto Mazzei, Alainet.org
La negociación de cambio climático ya no es una negociación ambiental, se la está convirtiendo en una negociación económica que quiere establecer, mediante un acuerdo internacional, nuevos paradigmas tecnológicos y nuevas condiciones de competitividad.
A pesar de la manifiesta oposición a incluir la agricultura dentro de las negociaciones sobre asuntos climáticos, el recién publicado borrador, del 5 de octubre, redactado bajo la co-presidencia de la UN Climate Change Conference – UNCCC- , la incluye y hasta la parcela. La propuesta tiene fecha del 5 de octubre, pero fue conocida apenas ahora, pocos días antes de que sea discutida en Bonn, Alemania, en una serie de reuniones que comienzan el 12 de octubre 2015 y que, en diversos encuentros, cocinará esta propuesta hasta 20 de noviembre. El resultado será presentado oficialmente a la Asamblea en las sesiones que comienzan el 23 de noviembre en Paris, Francia.
La negociación de cambio climático ya no es una negociación ambiental, se la está convirtiendo en una negociación económica que quiere establecer, mediante un acuerdo internacional, nuevos paradigmas tecnológicos y nuevas condiciones de competitividad.
A pesar de la manifiesta oposición a incluir la agricultura dentro de las negociaciones sobre asuntos climáticos, el recién publicado borrador, del 5 de octubre, redactado bajo la co-presidencia de la UN Climate Change Conference – UNCCC- , la incluye y hasta la parcela. La propuesta tiene fecha del 5 de octubre, pero fue conocida apenas ahora, pocos días antes de que sea discutida en Bonn, Alemania, en una serie de reuniones que comienzan el 12 de octubre 2015 y que, en diversos encuentros, cocinará esta propuesta hasta 20 de noviembre. El resultado será presentado oficialmente a la Asamblea en las sesiones que comienzan el 23 de noviembre en Paris, Francia.
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miércoles, 14 de octubre de 2015
¿Arde París? Cuenta regresiva para COP21
Alejandro Nadal, La Jornada
Se dice que en agosto de 1944 el general Dietrich von Choltitz salvó la ciudad de Paris de la destrucción. La leyenda cuenta que había recibido órdenes estrictas de Hitler de no rendir la capital francesa a los aliados bajo ninguna circunstancia. El ejército alemán debía luchar hasta el último hombre y la ciudad debería quedar en ruinas antes de ser abandonada. Llegado el caso, Von Choltitz tendría que dinamitar puentes, iglesias, museos y hasta la torre Eiffel antes de dejar la ciudad.
En sus memorias von Choltitz contó cómo había rehusado cumplir esas órdenes que representaban un atentado en contra de la humanidad y la civilización. El título era bueno, ¿Arde París?, pero la historia era falsa.
Se dice que en agosto de 1944 el general Dietrich von Choltitz salvó la ciudad de Paris de la destrucción. La leyenda cuenta que había recibido órdenes estrictas de Hitler de no rendir la capital francesa a los aliados bajo ninguna circunstancia. El ejército alemán debía luchar hasta el último hombre y la ciudad debería quedar en ruinas antes de ser abandonada. Llegado el caso, Von Choltitz tendría que dinamitar puentes, iglesias, museos y hasta la torre Eiffel antes de dejar la ciudad.
En sus memorias von Choltitz contó cómo había rehusado cumplir esas órdenes que representaban un atentado en contra de la humanidad y la civilización. El título era bueno, ¿Arde París?, pero la historia era falsa.
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