A pesar de haber intentado situarse durante todo el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera en la vereda contraria a la denominada "derecha cavernaria" –tal y como fue descrita por el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa–, ni RN ni su apéndice de la derecha social, así como ni Evópoli ni el PRI, dudaron, una vez resuelta la primera vuelta presidencial, en entregar su apoyo irrestricto y sin condiciones por escrito al candidato de Frente Social Cristiano, José Antonio Kast, representante de la extrema derecha.
Cuando restaba un mes para la primera vuelta, el presidente de Evópoli, Andrés Molina, señalaba en radio Pauta: “¿Por qué no? No vamos a apoyar nunca un proyecto comunista, que está en contra de la libertad de las personas. De eso, que no quepa la menor duda. [...] Si llega a pasar José Antonio Kast a la segunda vuelta, Evópoli va a votar por Kast".
Cuando aún no se escrutaban todas las mesas, pero el resultado era decidor, el día 21 de noviembre, el timonel de Renovación Nacional (RN), Francisco Chahuán, indicaba que “vamos a sumarnos con fuerza (a la campaña de José Antonio Kast)”. Previo a la definición del consejo general de RN, el día 24 de noviembre, el denominado líder de la derecha social, Mario Desbordes, a través de sus redes sociales, dijo que “he planteado a @RNchile que debemos apoyar a @joseantoniokast. Más allá de las diferencias públicas, lo primero es Chile”. En tanto, el presidente del PRI, Rodrigo Caramori, indicaba que “(…) nuestra comisión política señaló que el candidato que mejor representa las aspiraciones del centro político es, justamente, José Antonio Kast”.
Tanto el decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma, Tomás Duval, como el coordinador académico del CEP, Sebastián Izquierdo, definen la corriente del liberalismo como una que vela por la libertad individual, la igualdad ante la ley, la reducción del poder del Estado, la defensa acérrima de los derechos individuales, que vela por el Estado de Derecho, por la defensa de los derechos humanos y una economía de libre mercado.
A pesar de aquello, y con el programa de José Antonio Kast en mano –cuestionado transversalmente en su momento–, la denominada centroderecha dio un paso que resultaba impensado meses atrás, como es el de ponerse a disposición del representante de la extrema derecha. Y la decisión, que ya ha costado la renuncia de varios militantes a Evópoli, se hizo con la que ahora han denominado como “declaración de intenciones” del candidato presidencial, que –entre otras cosas– advertía sobre temas como el cierre del INDH, la creación de una red internacional para perseguir miembros de la “extrema izquierda”, el querer salirse de la ONU, cerrar el Ministerio de la Mujer, así como la propuesta de generar facultades excepcionales para que el Presidente pudiera perseguir y detener en lugares no institucionales a ciudadanos a discreción, cerrar Flacso, beneficios para parejas casadas y varias otras, todas en directa colisión con su ideario.
A fines del primer año de su segundo Gobierno, el propio Presidente Sebastián Piñera expresaba que “José Antonio Kast no es el camino para Chile (…), yo no creo en los extremos, la patria nos pertenece a todos y tenemos que valorar la diversidad”.
Si bien la mayoría transversal en el oficialismo señala que aún no es el tiempo de mayores reflexiones, y que el costo que esto pueda acarrear es “costo hundido”, la pregunta que se ha instalado es cómo lo va a hacer la centroderecha cuando pretenda volver a recuperar a ese electorado que por ninguna razón votaría por el candidato del Frente Social Cristiano; misma centroderecha que quedó totalmente desguarnecida de representatividad, luego de la determinación institucional de quienes se habían instalado como su paraguas ideológico.
Cabe recordar que no hace mucho tiempo, y descontando a la UDI, eran RN –como representante de la derecha social, bajo el alero de Mario Desbordes– y Evópoli –como la derecha liberal que venía a ampliar el sector– los que se peleaban ser el fiel representante del “alma social” de la derecha, disputándose cuál de los dos tenía mayores fundamentos ideológicos para construir ese tan anhelado puente con los decepcionados de la Democracia Cristiana, y receptores del siempre difuso centro político.
Consultados representantes de los tres partidos, la respuesta fue la misma: con un Partido Comunista (PC) influyente, como lo es al interior de Apruebo Dignidad, y bajo el alero del Frente Amplio, “no hay por dónde perderse”. Y ante la consulta del choque de valores e ideológico, no solo con José Antonio Kast, sino además con todo lo que su sector representa, ubicado a la derecha de la UDI, la respuesta se repitió sin matices. Diferentes analistas lo explicaron bajo el pragmatismo del sector cuando es el modelo el que se pone en juego.
A diferencia de lo que hizo Sebastián Sichel, de poner nueve condiciones para entregar el respaldo, condiciones del tipo “respeto irrestricto a los DD.HH.: mantener el INDH y eliminar del programa la propuesta de estado de emergencia en que el Presidente tenga facultad de interceptar, abrir o registrar documentos y todo tipo de comunicaciones, y arrestar a las personas en sus propias moradas o lugares que no sean cárceles, ni estén destinadas a la detención”, o el “compromisos de respeto total a las minorías y diversidades", entre otros, los tres partidos de la también denominada 'derecha moderada', no lo hicieron.
Para Duval, este es quizás el mayor error cometido por el sector, ya que “el tema para todos los partidos de centroderecha o más liberales va a ser cómo se reconstruyen después de una candidatura de Kast, cuáles son sus proyectos”.
A ello agregó que “yo hubiera esperado que los partidos políticos colocaran ciertos temas y cuestiones importantes sobre la mesa antes de salir corriendo para dar el apoyo a Kast. Ahí faltó esa posición, RN y Evópoli debieron haber colocado dos o tres temas importantes sobre la mesa, con los cuales el candidato se pudo haber comprometido. Le hubiese buscado un punto importante de la derecha social y del liberalismo, y se lo exigiría como condicional al candidato, para tener un piso en el cual yo después pueda volver atrás”.
Y si bien la respuesta inamovible es la posibilidad de que sea el PC el que gobierne, no a todos en el sector ha satisfecho esa postura y son varios los que han salido a desmarcarse.
Para el director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central, Marco Moreno, “el vaciamiento de la derecha, desde el punto de vista electoral, esta derecha menos neoliberal, más hacia el centro, está atentando en contra del proyecto que no ha pasado de estar en el discurso, pero que nunca ha logrado conectar electoralmente con la ciudadanía. Composición del Congreso actual, es demostración de aquello”.
Si bien no existe un método para calcular muy precisamente cuánta es la población que se siente representada por la denominada derecha social o liberal, el experto electoral Mauricio Morales señaló que una forma de aproximarse podría ser la votación que obtuvo Sebastián Sichel en la elección del 21 de noviembre, ya que estuvo apoyado por los otros representantes del sector, como Mario Desbordes, Ignacio Briones y Manuel José Ossandón, además de los partidos de Chile Vamos. En la ocasión, el ex DC llegó cuarto, con un 12,78% de los sufragios y que corresponderían a 898.331 mil votos.
La incómoda posición de Evópoli y la derecha social de RN
En Evópoli señalaron que “el costo está asumido” y desde que el consejo general fijó postura respecto de apoyar y desplegarse por la candidatura de José Antonio Kast, bajo la premisa de que por ningún motivo puede llegar el Partido Comunista a gobernar el país, han ido sufriendo un lento desangramiento a través de las renuncias de sus militantes, como el exsecretario de las juventudes, Luis Castellón, quien tomó la determinación en medio de la decisiva cita.
Tal como lo señaló la secretaria general, Luz Poblete, en radio Cooperativa, las salidas se han ido dando por dos flancos: quienes estaban en contra de cualquier acercamiento con la candidatura del líder del Partido Republicano y los que se vieron frustrados por no aceptar ser parte del comando o de un eventual futuro Gobierno.
Lo cierto es que en el consejo en que participaron un poco más de 80 consejeros de los 100 que lo componen, la primera de las propuestas en mesa fue si se apoyaba o no al ex UDI en su camino a La Moneda y, tal como relataron miembros de la instancia, la votación habría resultado con cerca de un 75% a favor, y un 25% en contra, lo que –en reflexión de varios de los consultados– da cuenta de que, si bien “se sabía que nuestro proyecto corría riesgo”, se entendió que “Chile está primero”.
Cuando no hubo tal diferencia de criterios, fue a la hora de votar si es que el respaldo iba a ser integrando o no el comando. Finalmente, y tal como lo relataron, no fueron más de tres puntos los que diferenciaron la opción ganadora –que implica no ser parte de un eventual Gobierno– de la otra: “51 a 49”, recordó uno de los consultados.
Esta decisión no ha parado de generar olas en la interna. Al respecto se manifestó el abogado constitucionalista Javier Couso, quien en entrevista con El Mostrador dijo que “Evópoli está hipotecando su futuro por una falsa dicotomía entre comunismo y libertad (…). Hace muy difícil creerle a futuro cuando diga que es un partido liberal".
A su vez, en entrevista con la radio Universidad de Chile, Patricio Nawrath, militante de Evópoli y excoordinador de Diversidad del comando de Sebastián Sichel, catalogó como un error el apoyo de los partidos “de manera inmediata e incondicional (…). Si van a apoyar un candidato que tiene las credenciales que tiene, van a tener que asumir los costos”. Agregó que “siento que se apresuraron mucho y ahí es un error finalmente porque podrían haber condicionado el apoyo a credenciales democráticas a varias cosas, había tantos temas que podríamos haber planteado, y que salgan declaraciones después no es creíble”.
Ya se había pronunciado, a través de las redes sociales, Sergio Verdugo, profesor de Derecho Constitucional e investigador del Centro de Justicia Constitucional de la Universidad del Desarrollo y colaborador de Horizontal (centro de estudios de Evópoli), señalando que "he colaborado con el proyecto constitucional de Horizontal motivado por la defensa de la democracia liberal, los derechos humanos, el cambio constitucional y el fortalecimiento del centro liberal en Chile. El llamado de Evópoli a votar por J.A. Kast es inaceptable”.
Quien no se ha aparecido aún es el excandidato presidencial de Evópoli, Ignacio Briones, en lo que, para varios, es una señal inequívoca de su posición dentro de la tienda. Aunque nadie se anima a asegurarlo, más de alguno de los consultados dijo creer que no estaría cómodo con la determinación que adoptó el consejo general. Otros, señalaron que tiene que ver con un perfil bajo que arrastra, pero que estaría trabajando palmo a palmo con los requerimientos de Evópoli y que "no se ha restado" de la campaña.
En el caso de RN, varias fueron las citas que sentaron a los representantes de la derecha social, encabezados por Mario Desbordes, y semanas previas a la elección hubo distintas elucubraciones, pero en ningún momento se impuso la postura, ante un eventual choque entre José Antonio Kast y Gabriel Boric, de hacer un llamado a abstenerse.
Aquello no implica –indicaron– negar que la reflexión que sí tuvo cabida en varias de las reuniones, respecto de cómo plegarse a su candidatura, iba a mimetizarlos en algún grado con la derecha más extrema y, por ende, desdibujarlos del mapa. En algún momento se llegó a hacer un borrador con las 15 propuestas de José Antonio Kast que iban en contra de las condiciones básicas para militar en el partido. Finalmente, y como una forma de resguardarse, se generó un documento que fue entregado a la directiva, para que esta lo hiciera llegar al comando Kast, donde pidieron, entre otros aspectos, ceñirse a la ciencia en materia del cambio climático, no cerrar el Ministerio de la Mujer y respeto por la diversidad.
Si bien varios admitieron que trabajan con “dolor de guata”, al igual que el resto del sector, la idea de un PC al frente del Gobierno –reconocieron– no “nos dejó otra alternativa”.
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