Andre Damon, wsws
La histeria mediática que rodea al encuentro del presidente estadounidense Donald Trump con el presidente ruso Vladimir Putin en Helsinki se ha convertido en la ocasión para un giro radical hacia la derecha en la élite gobernante y el aparato mediático de los Estados Unidos. Los editoriales estadounidenses se han llenado de llamamientos explícitos para medidas estatales-policiales e intervención de las agencias de inteligencia en los asuntos del Estado que se habrían considerado inaceptables hace una semana.
El viernes, el columnista del Washington Post Eugene Robinson publicó una columna intitulada "Dios bendiga el Estado profundo", en la que presenta a los "servidores públicos que fueron ridiculizados por los trumpistas como el supuesto 'Estado profundo'" como un antídoto contra un presidente traidor y un Congreso ineficaz.
Robinson nunca define con precisión lo que quiere decir con el "Estado profundo", pero cita al director de Inteligencia Nacional, Daniel Coates, como uno de los funcionarios de alto rango que han respondido a la afirmación de Trump de que Rusia no “interfirió" en las elecciones del 2016. Es hacia tales oficiales de inteligencia y militares hacia los que el columnista del Post está atraído
Los profesionales "conocedores y experimentados" que conforman la burocracia estatal y de inteligencia "no participan en ningún tipo de conspiración oscura", escribe. Más bien "han pasado años, a menudo décadas, dominando los detalles de la política exterior e interior".
"Dios los bendiga. Con un Congreso indolente que no está dispuesto a desempeñar el papel asignado por la Constitución, el Estado profundo se interpone entre nosotros y el abismo”, señala.
Y concluye: "Los demócratas en el Congreso son impotentes; los dirigentes republicanos son sumisos. Los funcionarios del Gobierno con experiencia saben que su trabajo es servir al presidente. Pero, ¿y si el presidente no se entrega a los mejores intereses de la nación? En esta emergencia, el Estado profundo leal y honorable tiene un deber más elevado. Se llama patriotismo".
El término "Estado profundo" se ha reservado tradicionalmente para describir el aparato militar y de inteligencia de países como Egipto, Pakistán y Turquía. Han sido la fuente de innumerables golpes y ataques contra los derechos democráticos fundamentales. Sus "Estados profundos" han presidido el asesinato, la tortura y el encarcelamiento masivo de opositores políticos. Pero, sugiere Robinson, estos países pueden servir como modelo de gobierno en los Estados Unidos.
En otras circunstancias, el artículo de Robinson se podría leer como una sátira. En cambio, es un testimonio aterrador de los tipos de actitudes reaccionarias prevalecientes entre los críticos de la clase dominante de Trump. Para estas capas, Trump puede hacer todo lo que quiera en materia de política interna, incluido un aumento masivo de la financiación militar y sus propios esfuerzos para aumentar el papel de los militares en los asuntos internos. Sin embargo, existe un consenso abrumador en el aparato militar y de inteligencia, y sus portavoces en los medios, de que se debe mantener la política antirrusa.
La dictadura, la guerra y la represión doméstica: todo se promueve a través de una furiosa histeria derechista que se apodera de la élite gobernante.
A lo largo del siglo XX, aquellos que han abogado por formas dictatoriales de gobierno han comenzado con la premisa de Robinson: que el Gobierno electo es "ineficaz" y que los funcionarios no electos harían un mejor trabajo defendiendo al país de sus enemigos, extranjeros y nacionales.
El panegírico de Robinson dirigido a la burocracia de las agencias inteligencia estatales es completamente ajeno y lejano a la tradición democrática estadounidense, la cual avanza una desconfianza intransigente hacia todo poder concentrado y, en particular todo poder no electo.
El acogimiento explícito de Robinson del "Estado profundo" es particularmente irónico dado que, hasta hace poco, los periódicos alineados con el Partido Demócrata, como el New York Times y el Washington Post, negaban su existencia en los Estados Unidos. Hace apenas cuatro meses, el columnista del Times, Max Fisher, escribió una columna titulada "Lo que sucede con las luchas contra un 'Estado profundo' que no existe".
Fisher declaró: "Las instituciones estadounidenses no se parecen a los poderosos Estados profundos de países como Egipto o Pakistán, según expertos. Tampoco las filtraciones individuales, algunas de las cuales provienen del propio equipo del presidente Trump, equivalen a una conspiración. El diagnóstico de un ‘Estado profundo’, dicen los expertos, ve el problema al revés".
Pero ahora, Robinson, un ganador del premio Pulitzer y partidario del presidente Obama, ha proclamado a los lectores del Post que no solo existe el "Estado profundo", sino que debería gobernar el país.
Tras el robo de las elecciones presidenciales del 2000, el World Socialist Web Site advirtió que ya no existe una base de apoyo para la democracia en la élite gobernante estadounidense, ya que el crecimiento de la desigualdad social imposibilitó cada vez más las formas democráticas de gobierno dentro de los Estados Unidos.
Dieciocho años después, todos estos procesos se han intensificado. La desigualdad social ha aumentado a niveles sin precedentes, expresados más directamente en la persona del oligarca de ventas minoristas en línea, Jeff Bezos, propietario del Washington Post y con un patrimonio neto de aproximadamente $150 mil millones.
En torno a la campaña lanzada después de la reunión de Trump con Putin en Helsinki, la acusación de que Trump ha "traicionado" a Estados Unidos a favor de Rusia está asociada con las demandas más flagrantes de rearme militar contra Rusia y por la acumulación de un Estado policial en los Estados Unidos.
La declaración de las agencias de inteligencia de que Rusia “intervino" en las elecciones estadounidenses del 2016 ha sido tratada como una verdad evangélica, y cualquiera que cuestione el historial de las agencias de inteligencia estadounidenses, a pesar de su papel en los golpes de Estado, ataques radicales y mentiras flagrantes sobre 'armas de destrucción masiva' en los Estados Unidos, ha sido calificado como un traidor.
El hecho de que tales declaraciones se hagan en la prensa estadounidense es una advertencia de la dirección en que se dirige el Gobierno de EEUU si sectores de la élite gobernante de Estados Unidos, junto con las fuerzas de inteligencia del Estado, se movilizan para destituir a Trump, esta campaña augura una intensificación masiva de las políticas, apoyadas por demócratas y republicanos, de censura, represión interna y militarismo.
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