sábado, 1 de agosto de 2015

Los brutales acreedores de Grecia han demolido el proyecto de la eurozona


Wolfgang Münchau, Attac.es

Un par de cosas que muchos de nosotros dimos por sentadas, y en las que algunos de nosotros creyó, desaparecieron en un solo fin de semana. Al obligar a Alexis Tsipras a una humillante derrota, los acreedores de Grecia han hecho mucho más que lograr un cambio de régimen en Grecia o poner en peligro sus relaciones con la zona euro. Destruyeron la eurozona como la conocemos.

Demolieron la idea de una unión monetaria como un paso hacia una unión política democrática y volvieron a las luchas de poder nacionalistas europeas del siglo XIX y principios del XX. Degradaron la zona euro a un sistema de tipo de cambio fijo tóxico, con una moneda única compartida, en interés de Alemania, que se mantiene unida por la amenaza de la miseria absoluta para aquellos que desafíen el orden imperante. Lo mejor que se puede decir del fin de semana es la sinceridad brutal de los que perpetraron este cambio de régimen.

Pero no fue sólo la brutalidad lo que destacó, ni siquiera la capitulación total de Grecia. El cambio real es que Alemania ha propuesto formalmente un mecanismo de salida. El sábado, Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas, insistió en una salida limitada en el tiempo, una “baja”, como él la llamó. He oído bastantes propuestas locas en mi tiempo, y ésta ya es el colmo. Un Estado miembro empuja a la expulsión de otro. Este fue el golpe de estado real del fin de semana: el cambio de régimen en la eurozona.

El hecho de que un Grexit formal ha sido evitado por el momento es irrelevante. Grexit estará de nuevo en la mesa tan pronto como ocurra el más mínimo fallo político, y todavía hay muchas cosas que podrían salir mal, tanto en Grecia como en otros parlamentos de la eurozona. Cualquier otro país que en el futuro desafíe la ortodoxia económica de Alemania se enfrentará a problemas similares.

Esto nos lleva a una versión más tóxica del viejo mecanismo de tipos de cambio de la década de 1990 que dejó a los países atrapados en un sistema de gestión, principalmente en beneficio de Alemania, lo que llevó a la salida de la libra inglesa y la salida temporal de la lira italiana. Lo que quedaba era una coalición de países dispuestos a ajustar sus economías a la de Alemania. Gran Bretaña tuvo que salir porque no estaba dispuesta a ello.

¿Qué deben hacer ahora los griegos? Olvídese por un momento del debate económico de los últimos meses, sobre temas tales como el impacto de la austeridad o reformas económicas sobre el crecimiento, y hágase esta simple pregunta: ¿De verdad cree que un programa de reforma económica, por la que un gobierno no tiene mandato político, que ha sido rechazada explícitamente en un referéndum, que ha sido forzado a través de chantaje político puro, puede concebiblemente funcionar?

Las implicaciones para el resto de la zona euro son al menos tanto o más preocupantes. Pronto estaremos preguntándonos si esta nueva zona del euro, en la que el fuerte maltrató al débil, puede ser sostenible. Anteriormente, el argumento más fuerte en contra de cualquier pronóstico de ruptura había sido el fuerte compromiso político de todos sus miembros. Si le preguntas a los italianos por qué están en la zona euro, pocos te dirán que por los beneficios económicos. Querían ser parte del más ambicioso proyecto de integración europea emprendido hasta ahora.

Pero si le quitas la aspiración política, puedes terminar con un juicio diferente. Desde un punto de vista puramente económico, sabemos que el euro ha funcionado bien para Alemania. Funcionó moderadamente bien para los Países Bajos y Austria, aunque produjo un punto de inestabilidad financiera en ambos.

Pero para Italia, ha sido un desastre económico sin paliativos. El país no ha visto prácticamente ningún crecimiento de la productividad desde el inicio del euro en 1999. Si quieres culpar a la falta de reformas estructurales, entonces tienes que explicar cómo Italia logró tasas de crecimiento decentes antes de 1999. ¿Podemos estar seguros de que la mayoría de italianos apoyará la moneda única dentro de tres años?

El euro no ha funcionado para Finlandia tampoco. Si bien el país es considerado el campeón del mundo de las reformas estructurales, su economía se ha desplomado desde que Nokia perdió la carrera como el más importante fabricante de teléfonos móviles del mundo. Francia ha funcionado relativamente bien durante los primeros años del euro, pero, también, está ahora teniendo déficit persistente por cuenta corriente. No sólo es en Grecia en donde el euro no funciona.

Una vez que se extirpa de la eurozona cualquier ambición de una unión política y económica, se transforma en un proyecto utilitarista en la que los Estados miembros fríamente sopesarán los beneficios y los costos, al igual que Gran Bretaña está actualmente evaluando las ventajas o desventajas de la adhesión a la UE. En un sistema así, alguien, en algún lugar, querrá dejarla en algún momento. Y el fuerte compromiso político para salvar a la UE ya no estará allí.

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