Carlos Berzosa, Sistema Digital
El estallido de la crisis económica en 2007 ha dado lugar a determinados economistas, pocos por desgracia, a buscar más allá de circunstancias coyunturales una explicación teórica de las posibles razones de por qué se ha producido. Algunos analistas tras el fracaso de la experiencia neoliberal han celebrado el regreso de Keynes. Pero Keynes no ha vuelto en la política económica para quedarse, aunque hubo intervenciones de los gobiernos al principio de producirse el choque para salvar sobre todo a la banca, pero pasado ese susto se regresó mayoritariamente, sobre todo en la Unión Europea (UE), al fundamentalismo de mercado que tan tristes resultados ha dado.
Las políticas de ajuste y las medidas recomendadas caminan en esa dirección neoliberal y esto no solamente está dificultando la salida de la crisis, sino que ha creado un endeudamiento creciente, público y privado, en bastantes países que resulta impagable. Las cargas del ajuste se han repartido muy desigualmente, en contra de los de abajo y también, aunque en menor medida, de los del medio y a favor de los de arriba. La crisis con sus secuelas está lejos de resolverse, independientemente de que se produzcan recuperaciones, pero aún quedan demasiados cabos sueltos para suponer que se puedan lograr las condiciones de bienestar de antes del estallido de la Gran Recesión. En Estados Unidos se ha aplicado una política de estímulos más keynesiana, aunque impulsada en gran parte por el gasto militar, y eso le está favoreciendo en el crecimiento mientras que la UE se estanca. De todos modos, se entra en una fase que se caracterizará por la inestabilidad e inseguridad creciente.
Los autores keynesianos han realizado aceptables análisis de la crisis, y aunque tienen sus limitaciones a la hora de explicar el funcionamiento del sistema globalmente, no cabe la menor duda de que son muy superiores analíticamente a las contribuciones efectuadas por los monetaristas y neoliberales. Vista con perspectiva histórica que dan estos últimos siete años destacaría, en primer lugar, el libro de Skidelsky El regreso de Keynes (Crítica, 2009), pero también Stiglitz Caída Libre (Taurus, 2010), Krugman Acabad ya con esta crisis (Crítica, 2012) y Akerlof y Schiller Animal Spirits (Gestión 2000, 2009). Todos ellos premios Nobel, excepto Skidelsky, que sin embargo, considero que ha hecho el mejor trabajo entre los mencionados. Estos autores recuperan a su vez a un poskeynesiano como Minsky, que se encontraba olvidado pero cuya obra se ha revitalizado debido a que los hechos le han dado la razón, después de muerto, como es el caso de su libro Can “It”happen again?( M.E. Sharpe, 1982).
Las limitaciones del keynesianismo, a pesar de sus aciertos, lo que ha provocado es que bastantes analistas hayan vuelto los ojos a Marx, lo que ha sido bien acogido por parte del público inquieto intelectualmente. Esto se puede comprobar simplemente echando un vistazo en los estantes y bandejas de las librerías. Los libros de Marx se vuelven a vender, algunos de ellos se han vuelto a reeditar, y también los de autores que se consideran seguidores de su contribución. Entre tanta literatura resulta difícil destacar cuáles merecen la pena de ser leídos con el fin de que ayuden a saber algo más sobre lo que está pasando. Pero voy a hacer alguna recomendación.
En primer lugar, conviene leer a Marx, lo que no resulta fácil, pues como se sabe escribió bastantes libros y artículos, algunos de ellos largos, densos y arduos de leer, y aunque en su extensa obra escribió como no podía ser menos acerca de las crisis no tiene un tratado sistemático de ellas, lo que ha dado lugar a interpretaciones diferentes sobre las causas que las provocan entre sus seguidores. Por eso es por lo que resulta muy de agradecer la publicación que con el titulo Las crisis del capitalismo (Sequitur, 2009) se recogen párrafos de Teorías sobre la plusvalía (Fondo de Cultura Económica). Este libro tiene como introducción dos ensayos muy ricos de ideas de Bensaïd. Para los que estén interesados en conocer el pensamiento de Marx resulta de gran utilidad el libro no muy extenso y didáctico de Fine y Saad-Filho El Capital de Marx (Fondo de Cultura Económica, 2013) que tiene además un último capítulo muy ilustrativo sobre financiarización, neoliberalismo y crisis.
Uno de los libros que me satisface más es el de Bellamy Foster y Fred Magdoff La gran crisis financiera (Fondo de cultura Económica, 2009) que se sitúa en la línea de la tradición marxista de la escuela americana de Sweezy y la revista Monthly Review. Por último mencionar el que se acaba de publicar de Duménil y Lévi La gran bifurcación. Acabar con el neoliberalismo (Catarata, 2014). Así como el recién sacado de la imprenta de Aglietta y Brand Un New Deal para Europa. Crecimiento, euro, competitividad (Traficantes de sueños, 2015).
Hay muchos más también valiosos, y hay quien sin duda apostará por otros libros. Estos son solamente una muestra y los que yo modestamente recomiendo. Lo hago desde el convencimiento de que para interpretar la realidad tenemos que estar armados con una buena teoría. Desde el mundo académico es una obligación profundizar en la raíz que motiva los fenómenos, no confundir causas con efectos y no caer en la mera descripción de los hechos, enumerándoles cronológicamente sin capacidad de análisis. El conocimiento resulta necesario para poder interpretar el funcionamiento de la realidad para, a partir de ahí, tener capacidad de realizar un buen diagnóstico con el fin de contribuir a remediar los males derivados de la crisis y de un modelo económico y social concreto. Esto es lo que no se está haciendo en el pensamiento dominante cuya debilidad teórica es manifiesta y de ahí los resultados tan negativos que se están produciendo con las recetas recomendadas.
No estaría mal, además, que los políticos y sus asesores se acerquen más a la literatura económica a ver si consiguen elevar el nivel intelectual del debate del Estado de la Nación. Los asesores son demasiados prisioneros de los informes oficiales y de las cifras que usan de un modo parcial e interesado y lo que se necesita es más capacidad de argumentar. Ante una situación tan triste reivindico la importancia del conocimiento frente a la ignorancia.
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