El crecimiento de Estados Unidos se estancó en los tres primeros meses del año dando nueva evidencia de que la expansión económica tras la crisis 2008/2009 sigue siendo la más débil de la historia moderna. El producto interno bruto creció a una tasa anual de 0,1 por ciento en el primer trimestre, lejos del 1,1 por ciento que esperaba el mercado. Este hecho confirma la debilidad que atraviesa la economía mundial y trae al tapete una antigua preocupación de la investigación económica: el estancamiento secular.
Como he apuntado en otros post (ver aquí y aquí), el déficit crónico de la inversión impulsado por la debilidad de la demanda y el consumo, está implicando una ralentización global de la economía. El volumen de la actividad económica en los países desarrollados sigue siendo muy deprimido y lo que se observa es un estancamiento económico persistente. Los bajos salarios, la alta deuda pública y privada y la caída de la inversión - pese a que la tasa de interés se encuentra en mínimos históricos- propagan un escenario al estilo japonés con una "década perdida" para el mundo.
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