Jerome Duval, Damien Millet, Sophie Perchellet. Diagonal Web
La crisis actual es el medio ideal para que el FMI aplique en Europa sus recetas ultraliberales adulteradas que ha estado imponiendo a los países en desarrollo desde comienzos de los años ‘80. Deslegitimado durante tres décadas de planes de ajuste estructural impuestos brutalmente a los pueblos del Sur, el FMI vuelve al centro del juego político desde el momento en que el G20 se hizo cargo de la gestión de la crisis en 2008.
El Sur fue el primer campo de batalla, Europa es ahora su prolongación. El FMI multiplica los préstamos a algunos países europeos que se encuentran en dificultades para pagar una deuda pública aumentada de golpe debido a la desaceleración económica y a los planes de salvamento para los bancos, cuya búsqueda desenfrenada de beneficios condujo precisamente a esta crisis. En 2007, Turquía era el único país de envergadura que todavía llamaba a las puertas del FMI. Muchos otros países como Brasil, Argentina, Uruguay, Filipinas, etc., habían cancelado de forma anticipada su deuda con el FMI para quitarse de encima su molesta tutela. El tiempo de las vacas flacas fue superado y el FMI ya abrió una línea de crédito para una decena de países europeos en menos de un año e interviene desde entonces en múltiples frentes.
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