viernes, 5 de junio de 2009

Recesión y apatía marcan las elecciones europeas


Bélgica, sede del poder ejecutivo de la Unión Europea, fue elegida hace poco la capital más aburrida de Europa. Aunque las miles de personas encuestadas en el sondeo probablemente pensaban en la moderada vida nocturna en la ciudad belga, la relación entre ambos factores podría ser más que una simple casualidad.

El edificio de la Comisión Europea lucía vacío y apagado el martes, a sólo horas del comienzo de las elecciones al Parlamento Europeo. El monumento a Robert Schuman, padre intelectual de la Unión Europea, permanecía más bien ignorado, parcialmente oculto por los trabajos de reparación sobre la vereda de la calle Carlomagno, lo único que daba algún indicio de mayor actividad. En las avenidas y en los muros tampoco se advierten las pancartas y pinturas que suelen anunciar una elección. La apatía y el escepticismo de los europeos con sus instituciones comunitarias se ha profundizado con la crisis económica, y con la incapacidad de los partidos tradicionales para responder con acciones coordinadas ante el colapso financiero.

Los observadores proyectan que la participación se mantendrá en un escueto rango de entre 40% y 50%, al igual que en las elecciones anteriores, pero eso refleja un repunte de los votos en Europa del este, porque de hecho en regiones como el Reino Unido, se espera que caiga por debajo del nivel de 17% registrado en los comicios anteriores.

Esto ha potenciado el surgimiento de figuras populistas que han montado sus plataformas sobre fenómenos mediáticos. La candidata de Letonia, Alina Lebedeva, saltó a la fama al lanzar un puñado de claveles a la cara del príncipe Carlos de Inglaterra. Y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, intentó convertir las elecciones al parlamento europeo en un concurso de belleza.

Hoy, más de 80% de las normas que rigen a un europeo en un país de la Unión ha sido promulgada por el Parlamento Europeo.

Pero los observadores critican que las autoridades europeas no han sabido transmitir bien a los ciudadanos la importancia de esta institución en sus vidas y para hacer frente a la crisis financiera. Por estos días, algunos analistas han vuelto a levantar la idea de un presidente europeo electo por votación popular, que sin afectar la independencia de las autoridades nacionales pueda darle un nuevo liderazgo al bloque y convertirse en un interlocutor claro frente a EE.UU. y China, principalmente.

Enlace a La Vanguardia

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