martes, 14 de abril de 2020

Coronavirus y capitalismo en Argentina


José Pablo Feinmann, Página 12

En su mensaje del viernes 10 de este mes de abril se lo vio algo cansado al dinámico y eficaz Alberto Fernández. Su tarea es inmensa. Nadie quisiera estar en sus zapatos. Y es bueno que nadie esté, sólo él. Se ha vuelto irremplazable. Desde que se asumió como comandante de la lucha contra la pandemia en nuestro país no ha cesado de crecer. Política y humanamente. Este crecimiento se refleja en las encuestas.

Es decir, la sociedad advierte y agradece que su presidente haya encontrado el papel de su vida. Como Marlon Brando en “Un tranvía llamado deseo”. Como Gary Cooper en “A la hora señalada”. Como Joaquin Phoenix en “Joker”. O, para ir a lo nuestro (o a lo de por aquí nomás, ya que los otros casos citados también son nuestros porque nos marcaron), como Osvaldo Terranova en “He visto a Dios”. O como Alfredo Alcón en “Un guapo del 900”. Alberto Fernández, ahí, sentado o parado frente a las cámaras, con el agotamiento de estos días vertiginosos, diciendo “no sé ni en qué día vivo”, preguntándoles datos a los funcionarios que lo rodean, es el mejor presidente que podríamos tener en estos pestíferos momentos.

Es firme, es cálido, habla sin gritar, sin elevar la voz más de lo necesario, con gestos breves, tersos y no ásperos, como si estuviera dando clase en la Facultad de Derecho, como si le hablara a gente que le importa, que quiere, cuya salud le preocupa. a sus compatriotas, en suma, que lo han elegido presidente para lo que está haciendo, para que presida el país en estos momentos de peligro y de muerte. Se ha encarnado en la figura del presidente que cuida, aconseja y castiga a los irresponsables, que son muchos.

Joseph Stiglitz: La internacionalización de la crisis

En su propagación de un país a otro, el nuevo coronavirus no prestó atención a fronteras nacionales ni a «grandes y hermosos» muros fronterizos. Tampoco valen esos límites para sus efectos económicos posteriores. Como ha sido evidente desde el primer momento, la pandemia de COVID‑19 es un problema global que demanda una solución global.


Joseph Stiglitz, Project Syndicate

Para las economías avanzadas, la compasión debería ser motivo suficiente para apoyar una respuesta multilateral. Pero la acción global también es una cuestión de interés propio. Mientras haya un lugar donde la pandemia siga haciendo estragos, será una amenaza –epidemiológica y económica– en todas partes.

El impacto de la COVID‑19 sobre las economías emergentes y en desarrollo apenas comienza a revelarse. Hay buenas razones para creer que en estos países la pandemia será mucho más dañina que en las economías avanzadas: allí donde los ingresos son más bajos, es común que la gente viva más aglomerada, y que una proporción mayor de la población padezca problemas de salud previos que aumentan su vulnerabilidad a la enfermedad. Y los sistemas sanitarios de estos países están todavía menos preparados para manejar una epidemia que los de las economías avanzadas (que tampoco puede decirse que hayan funcionado sin problemas).

Un informe publicado el 30 de marzo por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo ofrece un atisbo de lo que aguarda a las economías emergentes y en desarrollo. Las más exitosas tienen su crecimiento supeditado a las exportaciones, que se hundirán a la par de la contracción de la economía global. Naturalmente, los flujos globales de inversión también se están derrumbando, lo mismo que los precios de los productos primarios, lo que permite prever un futuro complicado para los países exportadores de recursos naturales.

lunes, 13 de abril de 2020

¿Covid-19 respuesta de la Madre Naturaleza a la transgresión humana?


Michael T. Klare, TomDispatch

A medida que el coronavirus se extiende por todo el planeta dejando muerte y caos a su paso, van apareciendo muchas teorías para explicar su ferocidad. Una de ellas, ampliamente difundida dentro de los círculos conspirativos de la derecha, es que se originó como arma biológica en un laboratorio militar chino secreto en la ciudad de Wuhan que, de alguna manera (¿quizás intencionalmente?), escapó hacia la población civil. Aunque esa “teoría” ha quedado completamente desacreditada, el presidente Trump y sus acólitos continúan llamando al Covid-19 el virus de China, el virus de Wuhan o incluso la “gripe Kung”, alegando que su propagación global fue el resultado de una respuesta inepta y solapada del Gobierno chino. Los científicos, en general, creen que el virus se originó en los murciélagos y se trasmitió a los humanos a través de los animales salvajes vendidos en un mercado de mariscos de Wuhan. Pero tal vez haya otra posibilidad mucho más ominosa a considerar: que esta es una de las formas en que la Madre Naturaleza resiste el ataque de la humanidad contra sus sistemas de vida fundamentales.

Seamos claros: esta pandemia es un fenómeno mundial de proporciones masivas. No solo ha infectado a cientos de miles de personas en todo el planeta, matando a más de 100.000 de ellas, sino que ha llevado a la economía global a un virtual punto muerto, aplastando potencialmente a millones de empresas, grandes y pequeñas, mientras deja sin trabajo a decenas de millones, o posiblemente cientos de millones de personas. En el pasado, los desastres de esta magnitud derrocaron imperios, desencadenaron rebeliones masivas y provocaron hambrunas e inanición. Este cataclismo producirá también miseria generalizada y pondrá en peligro la supervivencia de numerosos gobiernos.

Es comprensible que nuestros antepasados consideraran tales calamidades como manifestaciones de la furia de los dioses enojados por la falta de respeto y el maltrato humano de su universo, el mundo natural. Hoy en día, las personas educadas descartan por lo general esas nociones, pero los científicos han descubierto recientemente que el impacto humano sobre el medio ambiente, especialmente la quema de combustibles fósiles, están produciendo circuitos de retroalimentación que causan daños cada vez más graves a las comunidades de todo el mundo en forma de tormentas extremas, sequías persistentes, incendios forestales masivos y olas de calor recurrentes de un tipo cada vez más mortal.

¿Provocaron las epidemias la caída del Imperio Romano?

La importante contribución de las tesis de Kyle Harper


Laurent Ripart, Viento Sur

La llegada del Covid-19 ha vuelto a poner en un primer plano el papel motor de las pandemias en la historia de la humanidad y le ha dado un poco más pertinencia al gran libro que Kyle Harper publicó recientemente, para demostrar que las epidemias y en general, la crisis ecológica, constituyeron el principal motor de la caída de Roma. Este trabajo, que ha tenido un gran eco, es sin duda uno de esos grandes libros que podemos recomendar leer en estos tiempos de encierro.

Nacido en 1979, Kyle Harper se ha impuesto hoy como uno de los más grandes historiadores de su generación, debido a su capacidad de problematizar y su habilidad para presentar cuestiones complejas de manera simple, lo que le da la posibilidad escribir con gran talento obras de síntesis. En 2011 se hizo famoso por la publicación de un notable estudio sobre la esclavitud en el siglo IV, que cuestionó de forma radical la idea, hasta entonces bien asentada, de que la esclavitud habría desaparecido en la Antigüedad Tardía 1/. En 2013 apareció su segundo libro, que analizaba la transformación tardo-antigua de la tradicional moral sexual de la antigüedad grecorromana en teología cristiana del pecado 2/, volviendo de forma crítica sobre un tema bien investigado de una manera que la crítica consideró a menudo expeditiva.

No ha sido el caso de su tercer libro, The Fate of Rome. Climate, Disease and the End of an Empire traducido en 2019 al español bajo el título El fatal destino de Roma. Cambio climático y enfermedad en el fin de un imperio 3/. Basado en una bibliografía de más de 1300 títulos, este trabajo ha sido considerado unánimemente como una obra importante, con un éxito mundial fulgurante: se ha traducido a 9 idiomas, lo cual es bastante excepcional para un libro de historia antigua. Este éxito llevó a Kyle Harper a embarcarse en la redacción de un nuevo libro sobre el papel de las epidemias en la historia, que se publicará pronto en Princeton y cuya publicación constituirá, sin duda, un importante evento editorial.

sábado, 11 de abril de 2020

En EEUU sabían que el virus tenía consecuencias catastróficas pero Trump no hizo nada


Pese a que funcionarios de inteligencia advirtieron al Pentágono, a la Casa Blanca y al Estado Mayor en noviembre del año pasado que el nuevo virus encontrado podía tener consecuencias catastróficas para la humanidad, el gobierno de Donald Trump hizo caso omiso y, como en todo, subestimó la información. El informe fue dado a conocer esta semana por ABC News y es lapidario para Trump y todo el gobierno de Estados Unidos.

De acuerdo esta publicación, funcionarios del Centro Nacional de Inteligencia Médica (NCMI), levantaron la alarma sobre lo que ahora se conoce como pandemia del coronavirus, en un informe fechado en noviembre de 2019. Se daba cuenta de una enfermedad fuera de control que se podría convertir rapidamente en una gran amenaza para las fuerzas del Ejercito de EEUU en Asia. El NCMI es un componente de la Agencia de Inteligencia del Pentágono y su objetivo es garantizar que las fuerzas militares de EEUU tengan toda la información epidemiológica que los puede afectar en alguna de sus misiones. Es prioridad del Pentágono mantener sanos a los soldados.

jueves, 9 de abril de 2020

Vuelve Keynes, el coronavirus derrotó al neoliberalismo


Roberto Pizarro, El Desconcierto

La teoría del “sálvese quien pueda” de los economistas neoliberales ha sido arrasada por el coronavirus. La sociedad y el Estado existen. Son siempre imprescindibles para que sobrevivan las personas, y ello queda hoy al desnudo en medio de la pandemia atroz.

El Financial Times, destacado periódico liberal, pero inteligente, nos dice en su editorial del 3 de abril:
“Se requieren reformas radicales para forjar una sociedad que funcione para todos. La pandemia de coronavirus ha expuesto la fragilidad de la economía de muchos países”.
“La pandemia del Covid-19 ha inyectado una sensación de solidaridad en sociedades polarizadas. Pero el virus, y los cierres de empresas necesarios para combatirlo, también arrojan una reveladora luz sobre las desigualdades existentes, e incluso crean nuevas desigualdades”.
La crisis económica que se anuncia será tan dura como la que se conoció durante la depresión de los años treinta. En aquella época, la teoría económica clásica, de corte liberal, y sus defensores no consiguieron responder frente al sistema capitalista en estado de descomposición. Tuvo que venir John Maynard Keynes a salvarlo. Keynes no era un socialista, pero entendió que los desmanes del capitalismo eran consecuencia de la ausencia de regulación en los mercados, así como de la incapacidad de las políticas públicas ortodoxas para enfrentar las crisis económicas.

Keynes propuso incrementar el gasto público para estimular la inversión y disminuir el desempleo. Confiaba en que la intervención del Estado en la economía podía moderar la crisis capitalista. Sostenía que el desempleo se debía a una insuficiencia de demanda y no a un desequilibrio en el mercado de trabajo. Entonces, cuando la demanda agregada se hacía insuficiente, las ventas disminuían y el desempleo crecía. Precisamente lo que está sucediendo ahora en Chile y en todo el mundo.

Donald Trump, el capitalismo y “dejad que se mueran”


W.T.Whitney, CounterPunch

Carlos Fernández de Cossío, director general para EEUU del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, acusó recientemente al gobierno de Estados Unidos de “terrible decadencia moral”. Su comentario respondía a las amenazas estadounidenses contra las naciones que habían solicitado la asistencia de Cuba para confrontar la pandemia de Covid-19. Dicho funcionario criticó asimismo la escasa preparación para la epidemia en Estados Unidos.

Su crítica se alejó de las habituales denuncias por abusos imperialistas y plutocráticos. Al sugerir que los líderes estadounidenses ignoran los valores humanos más básicos, el diplomático se aventuró en aguas profundas.

Lo cierto es que las decisiones que EEUU ha tomado sobre la pandemia de Covid-19 y sobre algunas de sus intervenciones en el exterior demuestran la fácil aceptación de las muertes humanas en el primer caso y la planificación de las mismas en el segundo. Las implicaciones no son triviales: “el precepto `no matarás´ es probablemente el principio moral y legal básico de cualquier sociedad”, en palabras de un académico que estudia las diversas racionalizaciones del asesinato.

Realidad y ficción en la crisis global del capitalismo


Joseph Kishore y David North, wsws

El lunes, parecía haber dos mundos diferentes: uno basado en la realidad y otro en ficción.

En el mundo real, la pandemia del COVID-19 continuó su propagación mortal en EEUU y el resto del mundo. Las noticias estuvieron dominadas por reportes de hospitales saturados, doctores, enfermeras y otro personal agotados y pacientes enfermos y muriendo.

Pero en el mundo de ficción de las bolsas de valores y finanzas, prevaleció una euforia descontrolada entre los inversores. Cual orgía en un funeral, derramaron miles de millones en la compra de acciones haciendo brincar el índice Dow Jones Industrial Average casi 7,5 por ciento. Se registraron aumentos importantes en el DAX alemán (6 por ciento) y el FTSE británico (más de 3 por ciento).

¿Qué motivó esta celebración bochornosa y desvergonzada?

El lunes, la cifra de muertes en EEUU superó los 10.000. A pesar de una caída pequeña en el total diario de muertes nuevas en la Ciudad de Nueva York el domingo, no hay ninguna evidencia de que la virulencia de la pandemia haya llegado a su máximo en este centro urbano crítico.

miércoles, 8 de abril de 2020

COVID-19: ¿Dos grandes 'olas' de infección, para la contaminación global?


Larry Romanoff, Global Research

El Departamento de Estado de EEUU y los medios de comunicación están promoviendo en gran medida como teología que COVID-19 es "un virus chino y que China lo ha extendido por todo el mundo", exigiendo disculpas y más. Un bufete de abogados estadounidense en Florida presentó una demanda colectiva contra el gobierno chino, buscando una indemnización por "daños". (1) He revisado y analizado los detalles disponibles de todas las infecciones confirmadas primero y posteriores en todos los países, incluida la fuente de infección, la cepa del virus y la línea de tiempo, cuyos datos proporcionan una amplia evidencia de que esta teología estadounidense no está respaldada por los hechos. Parece haber habido dos grandes 'oleadas' de infección global, la primera a fines de enero, la segunda un mes después. (2) (3) (4)

Es cierto que, en las primeras etapas, con la primera ola, 22 países tuvieron sus primeras infecciones confirmadas en viajeros de China, pero, poco después de esto, en la segunda ola, 34 países obtuvieron su primera infección confirmada en viajeros de Italia, y otros 16 de Irán. Sin embargo, la llamada "primera infección" en estos países, por parte de ciudadanos chinos u otros viajeros, demostró en todos, pero quizás en dos casos, ser irrelevantes porque estas primeras infecciones externas demostraron no tener vínculos con los brotes locales posteriores. La tensión en muchas de esas explosiones locales explosivas no existía en China sino solo en los EEUU.

La economía mundial en picada


Si bien la economía mundial se encontraba fuertemente debilitada por la guerra comercial iniciada por EEUU, el tiro de gracia ha sido la pandemia del coronavirus que arrastra al mundo a una devastadora recesión de impredecibles consecuencias. Los temores aumentan a medida que el virus cobra más víctimas haciendo que la recesión sea mucho más profunda y duradera de lo que inicialmente se temía, y los gobiernos intensifican las restricciones de movilidad para detener la propagación de un virus que se ha cobrado más de 80 mil muertes y 1 millón 450 mil contagios. Mientras la interacción humana siga siendo peligrosa, la actividad económica no puede volver a la normalidad de manera responsable. La pandemia actual se perfila como la inmersión más profunda registrada en los últimos 100 años, y posiblemente en toda la historia humana.

Las cifras de pérdida de empleo en EEUU durante marzo, muestran que los empleadores redujeron la fuerza laboral en 710.000 personas. Este es el comienzo de lo que se perfila como el colapso más profundo del mercado laboral desde la Gran Depresión de 1929, con la diferencia de se está produciendo a un ritmo mucho más rápido. Estos datos son una subestimación significativa porque se basan en encuestas realizadas en las dos primeras semanas de marzo, antes de que se establecieran cierres generalizados. Desde entonces, unos 6 millones de personas solicitaron prestaciones de desempleo. La Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) señaló que el informe refleja "algunos de los primeros efectos de la pandemia", y que no era posible "cuantificar con precisión" sus efectos completos hasta el momento, da la gran velocidad con que se propaga la crisis. Se han perdido más puestos de trabajo que en cualquier momento desde los peores días de la recesión de 2007-2009.

Coronavirus: ¿El reporte del 2010 que habla de la plaga que nos llegó en el 2020?


Víctor Mark Romo, Global Research

A estas alturas, los que siguen día a día la epidemia de coronavirus están familiarizados con el Evento 201, la simulación pandémica organizada por la Universidad Johns Hopkins junto con el Foro Económico Mundial, la Fundación Bill y Melinda Gates, Johnson & Johnson y otros. Después del famoso Evento 201 (18 de octubre de 2019) (1), parece que debemos admitir que la clase dominante ha sido dotada de intuiciones y percepciones proféticas. (Realmente son los elegidos). Por lo tanto, vale la pena, incluso se hace obligatorio, estudiar sus ejercicios y simulaciones de escenarios.

Corría el año 2010 y destacados miembros de la Fundación Rockefeller y de la entonces Global Business Network (GBN) decidieron reunirse en su especie de Think Tank, motivados por aquella crisis financiera del 2008 y de salud,la epidemia del H1N1 del 2009, que tanto daño hizo a la humanidad y a la economía mundial, y generar cuatro posibles escenarios para los años venideros, todo en pro de la filantropía y la tecnología.

El informe abre así con la carta de bienvenida de la entonces directora de la Fundación Rockefeller, Judith Rodin.
Los resultados de nuestro primer ejercicio de planificación de escenarios demuestran una exploración provocativa y atractiva del papel de la tecnología y el futuro de la globalización, como verá en las páginas siguientes. Este informe es una lectura crucial para cualquier persona interesada en considerar creativamente las formas múltiples y divergentes en que nuestro mundo podría evolucionar, las chispas de la percepción inspiradora de estas narraciones, junto con sus implicaciones para la filantropía en su conjunto. (2)

martes, 7 de abril de 2020

Coronavirus, la pandemia del neoliberalismo

Camiones refrigerados utilizados como morgues transitorias
en el Elmhurst Hospital de New York

David Brooks, La Jornada

Ya sabemos que no tenía que ser así, que este desastre no tenía que tener estas dimensiones, que la ciudad de todos en el mundo, Nueva York, no tenía que estar sobre las rodillas gravemente herida, con lágrimas y llanto en sus más de 200 idiomas, que todo Estados Unidos no tenía que estar bajo sitio, con los más pobres y desprotegidos sufriendo las peores consecuencias, como siempre. No tenía que ser así.

Trump tiene sangre en sus manos, concluyó el Boston Globe en su editorial la semana pasada, argumentando –al igual que un coro cada vez más amplio de expertos, investigadores, doctores y líderes sociales– que gran parte del impacto de la pandemia en este país era prevenible y que vale recordar que el alcance del virus aquí no es atribuible a un acto de Dios o una invasión extranjera, sino un fracaso colosal de liderazgo. www.bostonglobe.com/2020/03/30/opinion/president-unfit-pandemic/).

Pero la culpa no es sólo de Trump. Se sabía en lo más alto desde hace años que este y otros países estaban en riesgo de exactamente algo así (las agencias de salud pública desde la previa amenaza de un coronavirus en 2004, el Pentágono había pronosticado precisamente algo así desde 2017, entre otras) y no se hizo lo necesario. El fracaso es bipartidista; no son sólo los Reagan y los Bush, sino los Clinton y los Obama quienes prepararon el camino para llegar a esto hoy día.

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