Mark Weisbrot, Ultimas Noticias
La OEA no tiene papel positivo alguno que desempeñar en la resolución de la crisis política en Venezuela, del mismo modo que tampoco lo tendrían el senador Marco Rubio u otros políticos del estado de Florida que buscan un cambio de régimen en ese país. A estas alturas debiera quedarle claro a cualquier observador informado que la organización es hoy día un instrumento de quienes simplemente procuran apoyarse en la crisis actual para derrocar al Gobierno venezolano.
Lo afirmo sin exageración ni hipérbole. Aquellas personas que quieran evitar la escalada de violencia o una guerra civil en Venezuela no deben imaginarse lo contrario, independientemente de cuánto odien al actual gobierno o deseen ver a la oposición en el poder. Debieran abstenerse de apoyar la iniciativa de la OEA, tan descaradamente ilegítima, malintencionada y peligrosa.
En los círculos aburbujados de Washington, los grandes medios de comunicación y el Gobierno de Estados Unidos pretenden ser los árbitros finales de la legitimidad política. Dado que dichos actores y sus aliados están dispuestos a aparentar que la OEA es actualmente neutral, ciertas personas bien intencionadas tal vez también quieran asumir que de hecho sea así. Podrán imaginarse que una intervención como la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la OEA celebrada el 31 de mayo, a pesar de estar controlada por actores partidistas, aumentaría la presión sobre el Gobierno venezolano para motivarlo a negociar.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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martes, 6 de junio de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
El deshonesto papel de la OEA
Nils Castro, Alainet
El miércoles 24 millares de brasileños se tomaron Brasilia reclamando la renuncia del presidente de facto Michel Temer y la convocatoria inmediata de elecciones directas para elegirle sucesor. Lo mismo ocurre hace varias semanas en las todas ciudades importantes del país. Lo nuevo fue que ahora, tras intensa represión policial contra los manifestantes, Temer llamó a fuerzas del ejército federal para sacarlos de la “explanada de los ministerios” e impedirles llegar hasta la sede del Congreso. Desde los tiempos de la dictadura el ejército no había vuelto a ser empleado para eso.
A esas horas, en la Cámara los diputados negociaban si abandonar enseguida la coalición que defenestró a Dilma Rousseff ‑‑la presidenta legítimamente electa‑‑ y la remplazó con Temer. Cuestionado por incompetente y corrupto, ahora toca destituirlo pero asegurando que sea la Cámara quien designe un mandatario provisional que retenga el cargo hasta las próximas elecciones regulares, a finales de 2018. Sobre la mayoría de los diputados pesan procesos por corrupción ‑‑como también sobre Temer y varios de sus ministros‑‑. Pese a la grave crisis política, todos ellos coinciden en evitar elecciones inmediatas, para poder aprobar su agenda ultra‑neoliberal antes del cambio de gobierno, que prepara cambios drásticos a la ley laboral y a la de pensiones.
El miércoles 24 millares de brasileños se tomaron Brasilia reclamando la renuncia del presidente de facto Michel Temer y la convocatoria inmediata de elecciones directas para elegirle sucesor. Lo mismo ocurre hace varias semanas en las todas ciudades importantes del país. Lo nuevo fue que ahora, tras intensa represión policial contra los manifestantes, Temer llamó a fuerzas del ejército federal para sacarlos de la “explanada de los ministerios” e impedirles llegar hasta la sede del Congreso. Desde los tiempos de la dictadura el ejército no había vuelto a ser empleado para eso.
A esas horas, en la Cámara los diputados negociaban si abandonar enseguida la coalición que defenestró a Dilma Rousseff ‑‑la presidenta legítimamente electa‑‑ y la remplazó con Temer. Cuestionado por incompetente y corrupto, ahora toca destituirlo pero asegurando que sea la Cámara quien designe un mandatario provisional que retenga el cargo hasta las próximas elecciones regulares, a finales de 2018. Sobre la mayoría de los diputados pesan procesos por corrupción ‑‑como también sobre Temer y varios de sus ministros‑‑. Pese a la grave crisis política, todos ellos coinciden en evitar elecciones inmediatas, para poder aprobar su agenda ultra‑neoliberal antes del cambio de gobierno, que prepara cambios drásticos a la ley laboral y a la de pensiones.
martes, 9 de mayo de 2017
Venezuela y la OEA: la lógica de la retirada
Mark Weisbrot, Huffingtonpost
El anuncio por parte de Venezuela de que se retirará de la Organización de los Estados Americanos (OEA) ha sido acogido con la habitual burla de los medios de comunicación estadounidenses, la mayoría de los cuales hace mucho tiempo abandonaron cualquier pretensión de neutralidad periodística con respecto a este país.
No obstante, si tomamos un poco de distancia de la línea de los grandes medios de comunicación, la decisión de Venezuela tiene su lógica. La OEA, y en particular bajo su actual Secretario general, Luis Almagro, no es exactamente el organismo multilateral que pretende ser. Almagro, con el apoyo de los EEUU, libra desde hace años una guerra santa contra Venezuela. En el 2015, intentó deslegitimar durante meses las elecciones a la Asamblea Nacional venezolana, con la acusación de que serían fraudulentas sin la "ayuda" de los observadores de la OEA.
Su comportamiento fue tan fuera de lugar y repugnante que José Pepe Mujica, el ex presidente de Uruguay, denunció a Almagro, su ex ministro de Relaciones Exteriores. "Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido", escribió Mujica, querido y respetado por amplios sectores en Suramérica por su honestidad e integridad. Resulta que Almagro se equivocó por completo, pues las elecciones venezolanas se llevaron a cabo sin problemas y la oposición ganó el 56 por ciento de los votos.
El anuncio por parte de Venezuela de que se retirará de la Organización de los Estados Americanos (OEA) ha sido acogido con la habitual burla de los medios de comunicación estadounidenses, la mayoría de los cuales hace mucho tiempo abandonaron cualquier pretensión de neutralidad periodística con respecto a este país.
No obstante, si tomamos un poco de distancia de la línea de los grandes medios de comunicación, la decisión de Venezuela tiene su lógica. La OEA, y en particular bajo su actual Secretario general, Luis Almagro, no es exactamente el organismo multilateral que pretende ser. Almagro, con el apoyo de los EEUU, libra desde hace años una guerra santa contra Venezuela. En el 2015, intentó deslegitimar durante meses las elecciones a la Asamblea Nacional venezolana, con la acusación de que serían fraudulentas sin la "ayuda" de los observadores de la OEA.
Su comportamiento fue tan fuera de lugar y repugnante que José Pepe Mujica, el ex presidente de Uruguay, denunció a Almagro, su ex ministro de Relaciones Exteriores. "Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido", escribió Mujica, querido y respetado por amplios sectores en Suramérica por su honestidad e integridad. Resulta que Almagro se equivocó por completo, pues las elecciones venezolanas se llevaron a cabo sin problemas y la oposición ganó el 56 por ciento de los votos.
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