Tras 75 años de abusos genocidas de “Israel” contra el pueblo palestino, y en medio de la horrenda matanza que el ejército sionista perpetra desde octubre pasado contra los palestinos de la Franja de Gaza, la Sudáfrica de Mandela, la multirracial nación, presentó la conocida demanda contra “Israel” por genocidio en la Corte Internacional de Justicia
Omar Rafael García Lazo, Al Mayadeen
Cuando Barack Obama viajó a Sudáfrica en abril de 2018 a los funerales de Nelson Mandela, por un momento el mundo parecía darse una esperanza.
Fue una ceremonia llena de símbolos. Por un lado, el primer presidente negro de Estados Unidos, país que apoyó sin límites el apartheid, llegaba a despedir al símbolo global de las luchas antirraciales, integro revolucionario y defensor de la paz.
Por el otro lado, Raúl Castro, otro gran líder de un pequeño país del tercer mundo que sangró junto a sus hermanos africanos por la libertad de Angola, Namibia, Sudáfrica y Mandela, llegaba también a despedir al que fuera un hermano de luchas.
Mucho se habló de aquel estrechón de manos entre Raúl y Obama bajo la aureola de un Mandela convertido en arquetipo de la igualdad entre los hombres.
Lo más significativo de todo fue que aquel presidente negro estadounidense, sin siquiera emitir una palabra, con solo su presencia y su saludo al general presidente cubano, reconocía la derrota moral de toda una política imperialista y racista, de la cual no escapaba ni su propio pueblo.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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domingo, 28 de enero de 2024
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Mandela: la revolución incompleta
Alejandro Nadal, La Jornada
La muerte de Nelson Mandela es aprovechada por decenas de jefes de Estado para exhibirse como líderes y estadistas. El protocolo diplomático es desplegado en todo su esplendor, rodeando a mediocres y absurdos personajes de un manto protector que les hace verse como jefes y dirigentes respetados. La exaltación de la figura de Mandela como el prócer de la libertad les hace sentir más cerca de una legitimidad que no tienen. Pero un análisis más objetivo del legado de Mandela permite comprender por qué el homenaje a Mandela es tan explotado por las clases gobernantes de todo el mundo.
La muerte de Nelson Mandela es aprovechada por decenas de jefes de Estado para exhibirse como líderes y estadistas. El protocolo diplomático es desplegado en todo su esplendor, rodeando a mediocres y absurdos personajes de un manto protector que les hace verse como jefes y dirigentes respetados. La exaltación de la figura de Mandela como el prócer de la libertad les hace sentir más cerca de una legitimidad que no tienen. Pero un análisis más objetivo del legado de Mandela permite comprender por qué el homenaje a Mandela es tan explotado por las clases gobernantes de todo el mundo.
miércoles, 31 de julio de 2013
Sudáfrica: del apartheid a los BRICs
Alejandro Nadal, La Jornada
En 1964 Nelson Mandela fue capturado, juzgado y condenado a cadena perpetua. El golpe dio la impresión de que el movimiento antiapartheid había sido aplastado definitivamente. Parecía que las fuerzas de seguridad del régimen racista en Sudáfrica podrían hacer frente a cualquier nuevo intento de rebelión. Los inversionistas del Reino Unido, Francia y Estados Unidos incrementaron su presencia en Sudáfrica.
Las cosas cambiaron en los años setenta. La resistencia antiapartheid recibió un nuevo impulso con el retiro de Portugal de Angola y Mozambique. Las fuerzas armadas de Sudáfrica y de Zaire (apoyadas por Estados Unidos) trataron de evitar que el izquierdista MPLA tomara el poder en Angola. Sólo la intervención de Cuba evitó la caída de Luanda en manos de los agentes de Estados Unidos y del régimen racista en Pretoria.
En 1964 Nelson Mandela fue capturado, juzgado y condenado a cadena perpetua. El golpe dio la impresión de que el movimiento antiapartheid había sido aplastado definitivamente. Parecía que las fuerzas de seguridad del régimen racista en Sudáfrica podrían hacer frente a cualquier nuevo intento de rebelión. Los inversionistas del Reino Unido, Francia y Estados Unidos incrementaron su presencia en Sudáfrica.
Las cosas cambiaron en los años setenta. La resistencia antiapartheid recibió un nuevo impulso con el retiro de Portugal de Angola y Mozambique. Las fuerzas armadas de Sudáfrica y de Zaire (apoyadas por Estados Unidos) trataron de evitar que el izquierdista MPLA tomara el poder en Angola. Sólo la intervención de Cuba evitó la caída de Luanda en manos de los agentes de Estados Unidos y del régimen racista en Pretoria.
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5:01 p.m.
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