Bill Van Auken, wsws
La amenaza del Gobierno de Trump de cerrar la frontera de 3.200 kilómetros entre EEUU y México, el límite internacional más transitado en la faz del planeta con 350 millones de cruces documentados cada año, es un síntoma inequívoco del recrudecimiento de la crisis del sistema capitalista global que se dirige hacia la dictadura y la guerra.
El pretexto para esta provocación internacional es una supuestas “emergencia nacional” creada por los refugiados centroamericanos que buscan escapar de niveles horrendos de violencia y pobreza. Estas condiciones en el llamado Triángulo Norte, compuesto por El Salvador, Honduras y Guatemala, son el legado de un siglo de opresión imperialista estadounidense, marcado por guerras cuasigenocidas de contrainsurgencia y dictaduras militares salvajes instauradas con el respaldo de Washington.
Trump atacó a los corruptos y derechistas Gobiernos respaldados por EEUU en Centroamérica, tuiteando que “han aceptado nuestro dinero por años y no hacen nada”. Esto lo siguió con un tuit de una orden para detener toda la ayuda estadounidense a los tres países del Triángulo Norte.
También acusó a México de “no hacer nada para detener el flujo de inmigrantes ilegales a nuestro País” y emitió la amenaza de cerrar la frontera entre EEUU y México.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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jueves, 4 de abril de 2019
miércoles, 19 de diciembre de 2018
PEF 2019: entre continuidad y transformación
Alejandro Nadal, La Jornada
Hace tres décadas la economía mexicana inició su recorrido por la senda del neoliberalismo. Todos conocemos la premisa central: la trayectoria económica debía estar trazada por las fuerzas del mercado. El resultado ha sido un país marcado por los desequilibrios, la pobreza, una terrible fractura social y un saldo nefasto en materia de destrucción ambiental. Este es el país al que se enfrenta Andrés Manuel López Obrador.
En su primer proyecto de presupuesto (PEF), el nuevo gobierno comienza a enfrentar los retos que significan enderezar el rumbo económico. Se entiende que se busque tranquilizar los mercados, para lo cual el presupuesto esté diseñado para generar un superávit primario equivalente a uno por ciento del producto interno bruto (PIB) –el superávit primario se destina a cubrir cargas financieras. A pesar de un modesto aumento en el gasto programable, el presupuesto permite generar ese superávit primario porque la coyuntura así lo permite: mientras el precio de las gasolinas importadas ha disminuido, el margen del impuesto aumentó y eso permite acomodar el incremento en el gasto. Aunque el trámite por la Cámara de Diputados puede cambiar algunas cifras, en lo esencial es de esperar que se mantenga esta estructura.
Nadie tiene dudas sobre los dispendios y rubros ligados a la corrupción en los presupuestos de los años anteriores. Por lo mismo, es lógico que se puedan generar recursos eliminando desperdicio y cerrando las válvulas de la corrupción. Pero el presidente López Obrador se equivoca al pensar que hacer más eficiente el ejercicio del gasto equivale a establecer las bases de una transformación nacional. Aumentando la eficiencia, pero manteniendo la misma estrategia, no corregirá el rumbo equivocado. La posibilidad de escapar de la trayectoria neoliberal requiere mucho más que hacer más eficiente el manejo del gasto.
Hace tres décadas la economía mexicana inició su recorrido por la senda del neoliberalismo. Todos conocemos la premisa central: la trayectoria económica debía estar trazada por las fuerzas del mercado. El resultado ha sido un país marcado por los desequilibrios, la pobreza, una terrible fractura social y un saldo nefasto en materia de destrucción ambiental. Este es el país al que se enfrenta Andrés Manuel López Obrador.
En su primer proyecto de presupuesto (PEF), el nuevo gobierno comienza a enfrentar los retos que significan enderezar el rumbo económico. Se entiende que se busque tranquilizar los mercados, para lo cual el presupuesto esté diseñado para generar un superávit primario equivalente a uno por ciento del producto interno bruto (PIB) –el superávit primario se destina a cubrir cargas financieras. A pesar de un modesto aumento en el gasto programable, el presupuesto permite generar ese superávit primario porque la coyuntura así lo permite: mientras el precio de las gasolinas importadas ha disminuido, el margen del impuesto aumentó y eso permite acomodar el incremento en el gasto. Aunque el trámite por la Cámara de Diputados puede cambiar algunas cifras, en lo esencial es de esperar que se mantenga esta estructura.
Nadie tiene dudas sobre los dispendios y rubros ligados a la corrupción en los presupuestos de los años anteriores. Por lo mismo, es lógico que se puedan generar recursos eliminando desperdicio y cerrando las válvulas de la corrupción. Pero el presidente López Obrador se equivoca al pensar que hacer más eficiente el ejercicio del gasto equivale a establecer las bases de una transformación nacional. Aumentando la eficiencia, pero manteniendo la misma estrategia, no corregirá el rumbo equivocado. La posibilidad de escapar de la trayectoria neoliberal requiere mucho más que hacer más eficiente el manejo del gasto.
viernes, 31 de agosto de 2018
El pacto comercial entre Estados Unidos y México tiene como objetivo atacar a los rivales de Washington y la clase trabajadora
Keith Jones, wsws
El anuncio del presidente estadounidense Donald Trump el lunes de un acuerdo comercial bilateral entre Estados Unidos y México que reemplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un juego de poder económico y geopolítico con grandes ramificaciones, no solo para Canadá, Estados Unidos y México, sino para las relaciones económicas e internacionales a nivel global.
Los detalles finales del pacto comercial México-Estados Unidos aún no se han completado, y lo acordado aún no se ha hecho público. Sin embargo, está claro que la administración de Trump ha arrebatado importantes concesiones de México que afectan la energía, los servicios financieros, la propiedad intelectual y el sector del automóvil.
Trump y sus asesores de alto rango se esforzaron por enmarcar el anuncio del lunes como una amenaza dirigida a Canadá, y el presidente estadounidense declaró que el TLCAN estaba muerto y que Canadá podría unirse al nuevo acuerdo entre Estados Unidos y México solo si negociaba "de manera justa", es decir, bajaba la cabeza ante las principales demandas de los EEUU.
"Creo que con Canadá, francamente, lo más fácil que podemos hacer es penalizar a su producción de automóviles destinada a EEUU", dijo Trump, refiriéndose a su amenaza de imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones de automóviles desde Canadá. "Es una enorme cantidad de dinero", continuó, "y es una negociación muy simple... Pero creo que les daremos la oportunidad de tener un acuerdo por separado. Podemos tener un acuerdo por separado o podemos ponerlo en este trato”.
El anuncio del presidente estadounidense Donald Trump el lunes de un acuerdo comercial bilateral entre Estados Unidos y México que reemplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un juego de poder económico y geopolítico con grandes ramificaciones, no solo para Canadá, Estados Unidos y México, sino para las relaciones económicas e internacionales a nivel global.
Los detalles finales del pacto comercial México-Estados Unidos aún no se han completado, y lo acordado aún no se ha hecho público. Sin embargo, está claro que la administración de Trump ha arrebatado importantes concesiones de México que afectan la energía, los servicios financieros, la propiedad intelectual y el sector del automóvil.
Trump y sus asesores de alto rango se esforzaron por enmarcar el anuncio del lunes como una amenaza dirigida a Canadá, y el presidente estadounidense declaró que el TLCAN estaba muerto y que Canadá podría unirse al nuevo acuerdo entre Estados Unidos y México solo si negociaba "de manera justa", es decir, bajaba la cabeza ante las principales demandas de los EEUU.
"Creo que con Canadá, francamente, lo más fácil que podemos hacer es penalizar a su producción de automóviles destinada a EEUU", dijo Trump, refiriéndose a su amenaza de imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones de automóviles desde Canadá. "Es una enorme cantidad de dinero", continuó, "y es una negociación muy simple... Pero creo que les daremos la oportunidad de tener un acuerdo por separado. Podemos tener un acuerdo por separado o podemos ponerlo en este trato”.
miércoles, 29 de agosto de 2018
Rebautizar el Nafta no salvará a Trump
Alejandro Nadal, La Jornada
En 1998 el director de General Electric, Jack Welch, hizo una declaración reveladora. Lo ideal, dijo, sería que tuviéramos cada planta en una barcaza y que la pudiéramos mover siguiendo los movimientos de las divisas y los cambios económicos. Eran los años en que cientos de empresas optaban por instalarse en países como China o México para "aprovechar los cambios económicos", eufemismo que significaba mano de obra barata.
El sueño de tener plantas industriales en barcazas para escoger el espacio más rentable para atracar tenía un paralelo en el mundo de la especulación financiera. Ahí los flujos de capital pueden decidir entre distintos destinos en función de las disparidades de tasas de inflación, tipo de cambio y tasas de interés, y migrar de un lugar a otro sin mayores problemas. Pero la fantasía de la economía de las barcazas se pudo hacer realidad mediante los acuerdos comerciales que dieron estabilidad para erigir plantas industriales en los países con mano de obra barata.
Pasados escasos 20 años, un narcisista director de negocios inmobiliarios y productor de un reality show tuvo el instinto de leer las emociones de los principales afectados por la globalización neoliberal. Donald Trump pudo interpretar los sentimientos de parte importante del electorado estadounidense, que se había sentido traicionada por la economía de las barcazas y creía que la historia los había dejado atrás. La retórica vulgar y populachera del Donald hizo el resto y así llegó a la Casa Blanca.
En 1998 el director de General Electric, Jack Welch, hizo una declaración reveladora. Lo ideal, dijo, sería que tuviéramos cada planta en una barcaza y que la pudiéramos mover siguiendo los movimientos de las divisas y los cambios económicos. Eran los años en que cientos de empresas optaban por instalarse en países como China o México para "aprovechar los cambios económicos", eufemismo que significaba mano de obra barata.
El sueño de tener plantas industriales en barcazas para escoger el espacio más rentable para atracar tenía un paralelo en el mundo de la especulación financiera. Ahí los flujos de capital pueden decidir entre distintos destinos en función de las disparidades de tasas de inflación, tipo de cambio y tasas de interés, y migrar de un lugar a otro sin mayores problemas. Pero la fantasía de la economía de las barcazas se pudo hacer realidad mediante los acuerdos comerciales que dieron estabilidad para erigir plantas industriales en los países con mano de obra barata.
Pasados escasos 20 años, un narcisista director de negocios inmobiliarios y productor de un reality show tuvo el instinto de leer las emociones de los principales afectados por la globalización neoliberal. Donald Trump pudo interpretar los sentimientos de parte importante del electorado estadounidense, que se había sentido traicionada por la economía de las barcazas y creía que la historia los había dejado atrás. La retórica vulgar y populachera del Donald hizo el resto y así llegó a la Casa Blanca.
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mamvas
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7:31 a.m.
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