La "democracia" occidental es como un vampiro: chupó la sangre de demasiadas personas durante demasiados años con impunidad, bajo el manto de la virtud.
Finian Cunningham, Strategic Culture
La farsa de la democracia occidental se está desmoronando rápidamente a medida que los llamados líderes y sus obedientes medios de comunicación se muestran descaradamente irresponsables ante los ciudadanos mientras persiguen intereses elitistas y criminales.
Biden usa los poderes presidenciales para indultar a su hijo drogadicto y criminal, después de haber prometido que no lo haría. Los medios occidentales afirman que el recrudecimiento del conflicto en Siria es una “guerra civil” y no se debe a los agentes terroristas respaldados por la OTAN. El apoyo occidental al genocidio en Gaza y a un líder israelí fascista que está asesinando en masa para evitar ser procesado judicialmente por años de corrupción. El apoyo occidental a un régimen neonazi de lavado de dinero en Kiev cuya guerra por poderes contra Rusia podría desembocar en una aniquilación nuclear. El patrocinio occidental de la violencia antigubernamental en Georgia después de que grupos pro-UE perdieran una elección allí. El líder pro-Occidente de Corea del Sur declarando poderes de estado policial para evitar el procesamiento por corrupción.
Esta es sólo una muestra rápida de algo más amplio en la imagen en decadencia de Occidente.
La visita a China la semana pasada de la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, fue otro fiasco revelador. Baerbock, obsesivamente antirrusa, aterrizó en Pekín no para priorizar la mejora de las relaciones comerciales con el mayor socio global de la Unión Europea, sino para intimidar a China con tediosas acusaciones de que estaba ayudando a Rusia a guerrear en Ucrania.
¿Qué es más importante? ¿Llegar a una buena relación con China para impulsar el comercio y el empleo de millones de alemanes y europeos o fanfarronear gratuitamente con una guerra indirecta en Ucrania?