sábado, 25 de noviembre de 2023

Israel clausura su laboratorio humano en Gaza


Chris Hedges, Chris Hedges Report

Los palestinos son ratas de laboratorio humanas para el ejército, los servicios de inteligencia y las industrias de armamento y tecnología israelíes. Los drones, la tecnología de vigilancia israelí –incluyendo el software espía, los programas de reconocimiento facial y la infraestructura de biometría– junto con vallas inteligentes, bombas experimentales y ametralladoras controladas por inteligencia artificial, se prueban contra la población cautiva de Gaza, a menudo con resultados letales. A continuación, estas armas y tecnologías se certifican como «probadas en combate» y se venden en todo el mundo.

Israel es el 10º mayor traficante de armas del planeta y vende su tecnología y armamento a unas 130 naciones, incluidas dictaduras militares de Asia y América Latina. Las ventas de armas israelíes ascendieron a 12.500 millones de dólares el año pasado. Su estrecha relación con estas agencias militares, de seguridad interna, de vigilancia, de recopilación de inteligencia y de aplicación de la ley, explica el apoyo fulgurante que los aliados de Israel prestan a su campaña genocida en Gaza. Cuando el presidente colombiano Gustavo Petro se negó a condenar el ataque del 7 de octubre de los grupos de resistencia palestinos como un «ataque terrorista» y dijo que «el terrorismo está matando a niños inocentes en Palestina», Israel detuvo inmediatamente todas las ventas de equipos de defensa y seguridad a Colombia. Esta cábala global, dedicada a la guerra permanente y a mantener a sus poblaciones vigiladas y controladas, factura cientos de miles de millones de dólares al año. Estas tecnologías están consolidando un totalitarismo corporativo supranacional, un mundo en el que las poblaciones están esclavizadas de formas que los regímenes totalitarios del pasado sólo podían imaginar.

El ataque genocida a Gaza es un capítulo más de la limpieza étnica que lleva a cabo desde hace un siglo el proyecto colonial de colonos israelí. Va acompañado, como ocurre con todos los proyectos coloniales, por el expolio de los recursos naturales, el agua, la tierra y el gas natural de los campos marítimos de Gaza, a veinte millas náuticas de la costa, los cuales contienen más de 300 billones de metros cúbicos de gas natural. En un mundo de recursos cada vez más escasos, especialmente el agua en Oriente Próximo, y de desplazamientos causados por la crisis climática, Gaza es el preludio a un aterrador nuevo orden mundial. A medida que la democracia se debilita y muere, la desigualdad económica se amplía y la pobreza y la desesperación aumentan, la clase dirigente mundial hará con todos nosotros –cuando nos inquietemos e intentemos rebelarnos– lo que les está haciendo a los palestinos.

No hay mucha distancia entre Gaza y los campos y centros de detención creados para los migrantes que huyen a Europa desde África y Oriente Próximo. No está muy lejos el bombardeo de Gaza de las interminables guerras en Oriente Próximo y el Sur global. No son muy distintas las leyes antiterroristas utilizadas para criminalizar la disidencia en Israel de las leyes antiterroristas introducidas en Europa y Estados Unidos.

El 7 de octubre los palestinos de Gaza escaparon de su jaula de laboratorio. Se enfrascaron en una orgía sangrienta contra sus sádicos amos. Casi 15.000 palestinos han sido asesinados y 30.000 heridos (incluyendo 6.000 niños) desde el 7 de octubre en el huracán de proyectiles, balas, bombas y misiles que están convirtiendo Gaza en un paisaje lunar. Cerca de 30.000 palestinos están desaparecidos o enterrados bajo los escombros. Pronto los palestinos se verán convulsionados por las enfermedades infecciosas y el hambre. Los que sobrevivan, si Israel tiene éxito en su limpieza étnica, se convertirán en refugiados, una vez más, al otro lado de la frontera, en Egipto. Quedan muchos palestinos para experimentar con ellos en Cisjordania. Se acabaron los negocios en Gaza.

Israel, que no es signatario del Tratado sobre el Comercio de Armas, lleva mucho tiempo suministrando armamento a algunos de los regímenes más atroces del planeta, como el gobierno del apartheid de Sudáfrica y Myanmar. India es el mayor comprador de drones militares de Israel. Israel proporcionó drones, misiles y morteros a Azerbaiyán para su invasión y ocupación de Nagorno-Karabaj, que desplazó a 100.000 personas, más del 80% de la etnia armenia del enclave. Israel vendía napalm y armas al ejército salvadoreño, así como al régimen asesino del general José Efraín Ríos Montt en Guatemala, cuando cubrí las guerras de la década de los 80 en Centroamérica. Los subfusiles Uzi de fabricación israelí eran las armas preferidas de los escuadrones de la muerte centroamericanos. Israel también vendió armas a los serbios de Bosnia, a pesar de las sanciones internacionales, cuando cubrí la guerra de Bosnia en la década de los 90, un conflicto que se cobró la vida de 100.000 personas.

«Israel es un actor clave en la estrategia de la UE para militarizar sus fronteras y disuadir nuevas llegadas, una política que se aceleró enormemente después de la afluencia masiva de migrantes en 2015, principalmente debido a las guerras en Siria, Irak y Afganistán», escribe Anthony Loewenstein en «El laboratorio de Palestina: Cómo Israel exporta la tecnología de la ocupación por todo el mundo». «La UE se ha asociado con las principales empresas de defensa israelíes para utilizar sus drones y, por supuesto, los años de experiencia en Palestina son un argumento clave para la venta».

«Las similitudes entre la frontera que separa a Estados Unidos de México y el muro de Israel a través de los territorios ocupados crecen año tras año», escribe. «Uno inspira al otro, con las empresas tecnológicas siempre buscando nuevas formas de apuntar y capturar a los supuestos enemigos. En EEUU el uso de herramientas de vigilancia de alta tecnología para controlar la frontera fue respaldado tanto por republicanos como por demócratas. Durante los años de Trump, la empresa Brinc, apoyada por el multimillonario Peter Theil, ensayó la posibilidad de desplegar drones armados que dispararían a los migrantes con una pistola paralizante a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México».

Los drones Heron TP «Eitan», fabricados por Israel Aerospace Industries –la mayor empresa aeroespacial y de defensa de Israel y el mayor exportador de armas del país– son utilizados por Frontex, la agencia europea de la guardia de fronteras y costas, para vigilar y disuadir a las embarcaciones de inmigrantes y refugiados en el Mediterráneo. Los drones, que vuelan hasta 40 horas seguidas, pueden modificarse para transportar cuatro cohetes Spike con vainas de fragmentación de miles de cubos de tungsteno de 3 mm que perforan el metal y «provocan el desgarro de los tejidos de la carne», en esencia, despedazan a la víctima. Se utilizan habitualmente contra los palestinos.

«Es casi imposible cruzar el Mediterráneo [como migrante]», dijo a Loewenstein Felix Weiss, de la ONG alemana Sea-Watch. «Frontex se ha convertido en un actor militarizado, su equipamiento procede de zonas de guerra», añadió.

Elbit Systems, la mayor empresa privada de armamento de Israel, suministra a la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (acrónimo: CBP) torres de vigilancia de alta tecnología que utiliza a lo largo de la frontera con México. También suministró a la CBP su avión no tripulado Hermes en 2004 para probar la viabilidad de su uso en la frontera.

Pegasus, una herramienta de espionaje telefónico producida por la agencia de ciberinteligencia israelí NSO Group, fue utilizada por los cárteles de la droga mexicanos para atacar a la periodista Griselda Triana, después de que su marido Javier Valdez Cárdenas, también reportero de investigación, fuera asesinado en 2017. El gobierno mexicano está directamente implicado en la persecución de periodistas y miembros de la sociedad civil con el programa espía Pegasus, según la investigación y el análisis del Citizen Lab de Canadá. Después de que el reportero Jamal Khashoggi fuera asesinado y descuartizado en el consulado saudí en Estambul en octubre de 2018, se descubrió que un cliente de NSO tenía como objetivo el teléfono de su prometida, Hanan Elatr. Pegasus transforma un teléfono móvil en un dispositivo de vigilancia móvil, con micrófonos y cámaras activados sin el conocimiento del usuario.

El agua de mofeta, un líquido de olor pútrido, se probó y perfeccionó en palestinos, a menudo con equipos de filmación israelíes que grababan los ataques para mostrar a los clientes potenciales la eficacia del producto químico.

«Las fuerzas israelíes riegan habitualmente barrios palestinos enteros con agua de mofeta, rociándola deliberadamente en domicilios particulares, empresas, escuelas y funerales, practicando lo que el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem denomina ‘una medida punitiva colectiva’ contra los pueblos palestinos que participan en protestas contra la violencia colonial de Israel», informó The Electronic Intifada en 2015. Ese mismo año, el Departamento de Policía Metropolitana de San Luis compró 14 botes de agua de mofeta para utilizarlos contra los manifestantes tras las protestas que estallaron cuando la policía mató al adolescente afroamericano desarmado Michael Brown en Ferguson (Misuri).

Israel ha creado un sofisticado sistema de reconocimiento facial, Red Wolf (Lobo Rojo), para fichar a todos los palestinos de los territorios ocupados. La tecnología «se utiliza ampliamente» para «consolidar las prácticas existentes de actuación policial discriminatoria, segregación y restricción de la libertad de circulación, violando los derechos básicos de los palestinos», explica Amnistía Internacional en su reciente informe titulado «Apartheid automatizado«. El medio de investigación francés Disclose reveló que la policía francesa lleva ocho años utilizando ilegalmente software de reconocimiento facial proporcionado por la empresa tecnológica israelí BriefCam. La tecnología de BriefCam permite a los usuarios «detectar, rastrear, extraer, clasificar [y] catalogar» a las personas «que aparecen en las grabaciones de videovigilancia en tiempo real».

Las ametralladoras AI, fabricadas por la empresa israelí Smartshooter, pueden disparar granadas aturdidoras y balas de goma, así como gases lacrimógenos. Se perfeccionaron en ensayos contra los palestinos en Cisjordania. Smartshooter obtuvo recientemente un contrato para suministrar al ejército británico su «sistema automático de puntería y disparo» Smash, que puede acoplarse a armas pequeñas como fusiles automáticos.

Israel, según Jeff Halper en su libro «War Against the People» (La guerra contra el pueblo), está a la vanguardia de los proyectos de soldados cíborg y ha desarrollado un sistema de radar que ve a través de las paredes. Como explica The Electronic Intifada, el complejo militar-industrial de Israel ha construido «un tanque llamado Crueldad, un dron de 20 gramos con forma de mariposa, una embarcación sigilosa llamada Tiburón de la Muerte, una serie de armas con nombres de insectos o fenómenos naturales (avispones biónicos, polvo inteligente, drones libélula y microrobots Smart Dew), insectos cibernéticos, un centro de entrenamiento de ‘guerra urbana’ de 600 edificios apodado Chicago y una bomba de un megatón con capacidad de impulso electromagnético».

Harper señala que durante la ocupación de Irak, el ejército estadounidense reprodujo las tácticas utilizadas por Israel contra los palestinos. Construyó una barrera de seguridad alrededor de la Zona Verde de Bagdad, impuso cierres en ciudades y pueblos, llevó a cabo asesinatos selectivos, copió las técnicas de tortura israelíes y utilizó puestos de control y controles de carretera para aislar ciudades y pueblos.

Israel entrena y equipa a las fuerzas policiales estadounidenses, enseñándoles tácticas agresivas, respaldadas por armamento y vehículos militares pesados, que se utilizaron en Ferguson y Atlanta durante los enfrentamientos de la policía con los activistas que protestaban contra Cop City.

Halper llama a esto la «palestinización» de los conflictos mundiales.

«Como hay tantas empresas israelíes involucradas en el mantenimiento de la infraestructura que rodea a la ocupación, estas compañías encontraron formas innovadoras de vender sus servicios al Estado, probar la última tecnología en palestinos y luego promocionarlos en todo el mundo», explica Loewenstein. Y aunque «las industrias de defensa están cada vez más en manos privadas», tras décadas de privatización neoliberal, «siguen actuando como una extensión de la agenda de política exterior de Israel, apoyando sus objetivos y su ideología a favor de la ocupación”.

La clase dirigente mundial contrarrestará las fuerzas desestabilizadoras contra la desigualdad, el recorte de las libertades civiles, el colapso de las infraestructuras, el fracaso de los sistemas sanitarios y la creciente escasez provocada por una crisis climática que se acelera, tachando de «animales humanos» a todos los que se resistan. Este nuevo orden mundial comenzó en Gaza. Terminará llegando en casa.
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Tomado de Rebelión. Traducción de Paco Muñoz de Bustillo

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