sábado, 7 de noviembre de 2020

Las elecciones en Estados Unidos: Entre guerra civil y crisis institucional

Alessandro Pagani 

Normalmente, en unas elecciones políticas, lo que verdaderamente cuenta es quién gana y quien pierde, en el caso de estas elecciones en los Estados Unidos de Norte América, las cosas no son así. Aun no conocemos claramente y definitivamente el nuevo presidente, al parecer, se trataría del candidato demócrata, John Biden, pero aun no es así tan seguro, ya que de serlo, Donald Trump apelaría a la Corte Suprema para que interviniera, y pidiendo que se contaran nuevamente todos los votos.

Así que, por la primera vez en la historia de las elecciones en Estados Unidos, no es tan importante quien gane, ya que ambos candidatos son nefastos, políticamente hablando.

Si ganara esa momia que es por cierto Biden, seria algo muy perturbador debido a sus precedentes políticos y crímenes de lesa humanidad, cuando fue vice presidente de la administración Obama, como fue en el caso de su participación activa en el golpe de Estado nazi-fascista en Ucrania en 2014, sin mencionar todas las guerras que llevaron adelante en sus años de vice presidencia, durante el gobierno Obama-Hillary Clinton en Libia y en Siria, solo para hacer algunos ejemplos. El mismo discurso vale por Trump con sus relaciones con el neofascismo, la participación en el asesinato del general iraní Qasem Soleimani, el pasado 3 de enero, en el aeropuerto de la ciudad iraquí de Baghdad o en el caso de los acuerdos firmados con la entidad sionista de Israel, los así mal llamados “acuerdos del siglo nuevo” y la nueva OTAN árabe, los acuerdos de paz entre petromonarquias árabes e Israel. Lo que cuenta, finalmente, es – y esto es algo que ya está quedando bastante claro – el tipo de país que está saliendo de esa contienda electoral, y que podemos fijar en cinco breves puntos:

  1. Un País separado en dos partes con dos mitades que se odian hasta matarse uno con el otro y que se combaten como nunca había pasado desde el fin de la guerra civil hasta hoy;
  2. Un País en el cual salió a escena, una nueva corriente politica: el trumpismo, que ha substituido el Partido republicano y que por cierto es algo completamente distinto y que, sobre todo, no va a ser una novedad de breve duración;
  3. Un País que va hacia una crisis institucional sin precedentes, ya que si saliera de bambalinas la Corte Suprema es evidente que los Estados Unidos irán hacia un choque institucional y político muy grave y sin precedentes. En el 2000, recordemos, hubo una situación bastante similar, pero el ese entonces el candidato presidencial del Partido demócrata, Al Gore, que tenia todas las argumentaciones legales para apelar a la Corte Suprema, para contar de nuevo todos los votos de esa elección, como hombre de las mismas instituciones burguesas-capitalistas y del establishment imperial estadounidense, prefirió aceptar pacíficamente la victoria de su adversario político, Geroge W.Bush.
  4. Estados Unidos es un País donde se ha perdido completamente todas las reglas del así llamado fair play institucional, lo que ha dejado por ende, el rey desnudo, presentando a la opinión publica internacional todas las disfunciones de un sistema electoral, cuya base siempre ha estado la conciliación constitucional entre Estados esclavistas y Estados no esclavistas; mostrando también, todas las disfunciones de un sistema electoral arcaico y antidemocrático, que no funciona en lo más mínimo. Si lo hizo hasta ahora fue únicamente porque nadie había solicitado jamás la intervención de la Corte Suprema. Ahora vamos a ver como gestionará la Corte Suprema esta crisis política e institucional;
  5. Un País que va hacia el abismo de una conflictualidad interna inquietante, ya que no se trata como en el pasado de un conflicto entre clases sociales diferentes o de ideologías inconciliables (socialismo contra capitalismo, para ser claros) que se desatan en guerra política. En un sentido largo, hay sin duda alguna un elemento geográfico en este conflicto, los Estados ubicados en las costas del Atlántico y en el Pacifico, en contra de esa América profunda ubicada en el centro de la Unión americana; pero estamos hablando sobre todo del choque entre dos fundamentalismos. De hecho, no hay una diferencia de clase o de ideología entre las razones que separan los que sostienen los demócratas y el nuevo Partido republicano (trumpiano), respecto a las posiciones que hay, por ejemplo, entre sunitas y chiitas, por cierto hay una actitud integralista absolutamente igual que no permite ninguna mediación política para llegar a lograr un acuerdo, sobre la base de un sentido común institucional típico de los estadounidenses.

Este cuadro es muy importante y por su gravedad, ya tomado en cuenta, no puede ser ignorado. El conflicto institucional en Estados Unidos, no solo no tiene precedentes, si no que también puede tener repercusiones hasta a nivel internacional y en la economía y finanzas mundiales. Si este conflicto llega a unos niveles de una guerra civil inesperada, las repercusiones en un breve tiempo serían muy dolorosas, no solo por la moneda nacional estadounidense, el Dólar, sino también en las economías nacionales en todo el mundo. Estamos frente a una crisis política y financiera nunca antes vivida y aun no sabemos su gravedad y magnitud.
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Globalización

2 comentarios:

  1. Los explotados países del sur no pueden seguir manteniendo el nivel de vida del norte, por lo que se interrumpe el “goteo” del capital y aparece la miseria en el “mundo rico”.
    Los cambios no resuelven nada, se necesitan por ahora inimaginables reformas.

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  2. Como decimos en España: no llegará la sangre al río.

    La amenaza que supone China y, en menor medida, Rusia es una espada de Damocles que impedirá que esos enfrentamientos entre republicanos y demócratas vayan demasiado lejos. Aunque pueda haber disturbios y tensión social, a las élites yankis no les interesa un país demasiado desvertebrado en estos momentos.

    Por otra parte, a la clase dirigente de cualquier sociedad le beneficia siempre el enfrentamiento entre las clases bajas para reforzar su dominio (especialmente en estos tiempos de crisis y empobrecimiento). Hay que tener claro que ninguno de los partidos —ni demócrata, ni republicano— ponen en tela de juicio el orden socioeconómico de los EEUU; sus diferencias son solo en aspectos secundarios.

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