domingo, 28 de julio de 2019

¿Quién va ganando la guerra comercial entre China y EEUU?


Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

En México se suele estar abrumado por los multimedia de Estados Unidos/Gran Bretaña y sus sucursales locales, y no se toma en cuenta dialécticamente la antítesis de la contraparte afectada, como es el caso flagrante de China en la guerra comercial que inició Trump.

Si uno se basa en los tuits de Trump, pues prácticamente China estaría liquidada en forma absurda, lo cual atenta contra la realidad.

Trump es un excelente propagandista como se entrenó 13 años en su programa de reality show The Apprentice (https://imdb.to/2K3Pjtn), además de ser un consagrado blufista de póquer, lo aprendió en sus casinos y con su socio israelí Sheldon Adelson, mandamás de Las Vegas y Macao.

Sucede que hay categorías entre los 193 países de la ONU, cuando unos, como vulgares naciones bananeras sucumben al primer amago de amenazas de Trump, y otros, como las superpotencias, Rusia y China –incluso India– lo paran en seco.

En estos momentos Norcorea e Irán –y hasta la Unión Europea– han descubierto los alcances de los blufs de Trump, que pueden ser muy letales cuando los países afectados carecen de anticuerpos, ya no se diga de un sistema inmunológico ni de resiliencia ni carácter.

El punto de vista de China sobre la guerra comercial que libra EEUU es diametralmente opuesto a la propaganda electorera de Trump.

Yu Jincui, del Global Times, alega que “EEUU está más ansioso para un arreglo que China (https://bit.ly/2LFv5t2)”.

La guerra comercial de Trump, que ha durado un año, ha afectado a importantes segmentos de la economía de EEUU –aunque no la bolsa de Wall Street, donde la inminente disminución de las tasas de interés puede servir a Trump para su anhelada relección, entre otros factores–, como el área rural que ha periclitado, además del sector ya de por sí alicaído de la manufactura que se encuentra al borde de la recesión cuando la deuda de EEUU está a punto de alcanzar su récord.

En síntesis, a juicio de Yu, los consumidores, los granjeros y los manufactureros son todos víctimas, por lo que Trump confronta una presión creciente para finiquitar su guerra comercial contra China, en rechazo a la cual se han expresado públicamente sus Cámaras de Comercio.

Pese a que Trump se ha autoelogiado como el Rey de las Tarifas enmarcadas con su frase indeleble las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar(sic) –relativizando el grado de codependencia del país afectado–, los tuits del presidente no han (con)movido a China, a pesar de que en la histórica cumbre del G-20 en Osaka, en la reunión bilateral al margen entre Trump y el mandarín Xi acordaron una tregua, donde el mandatario de EEUU ni siquiera pudo sacar la firma de Beijing para la necesitada compra de sus productos rurales, sino vagas promesas no-vinculantes, cuando China busca la exoneración de Huawei, una de sus joyas tecnológicas, y guarda en el bolsillo dos armas letales: la prohibición y/o el incremento de las tarifas a la exportación de sus “minerales de tierras raras (https://bit.ly/2EGM09J)”, y el dumping de sus cuantiosas reservas de Bonos del Tesoro de EEUU que pondrían a prueba el orden financiero global basado en la unipolaridad aberrante del dólar.

Yi juzga que China y EEUU desean concluir la guerra comercial, pero China está más tranquila que EEUU.

Hoy hasta Boris Johnson, el flamante premier británico y supremo aliado de Trump, coquetea con la Ruta de la Seda de China.

Es absurdo pretender que una de las dos superpotencias geoeconómicas va a ganar. Las dos pierden, máxime que tienen una gran complementariedad en sus cadenas de suministro, lo cual daña las economías del mundo entero, con mayor dolo en Latinoamérica.

Ni siquiera EEUU tiene fácil el panorama militar cuando China acaba de publicar su vigoroso Libro Blanco de “Defensa para una Nueva Era (https://bit.ly/2ZeHcAn)”.

El tiempo chino le gana a Trump: China lleva una ventaja institucional cuando puede esperar el desenlace de la elección presidencial de EEUU, mientras el mandarín Xi ha sido elegido de por vida por su Partido Comunista.

China espera y EEUU desespera.


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