domingo, 30 de septiembre de 2018

Tras una década de caídas salariales, la Reserva Federal busca detener la “inflación de salarios”

Jerry White, wsws

El miércoles, la Reserva Federal aumentó su tasa de interés de referencia por encima de dos por ciento por primera vez desde que el banco central de Estados Unidos comenzó su régimen de tasas de interés bajas después del derrumbe financiero global de 2008. Explicando la decisión, el Comité de Operaciones de Mercado Abierto de la “Fed” dijo que estaba monitoreando de cerca y reaccionando ante “indicadores de presiones y expectativas inflacionarias”.
En círculos gobernantes, la mención de presiones inflacionarias es un código para referirse a los aumentos salariales. Como el comentarista del Financial Times, John Authers, indicó en un artículo reciente, “La inflación salarial es central en la ecuación de reacciones de la Fed”.

La asombrosa alza en las bolsas de valores a nivel global y el vasto crecimiento de las fortunas personales de la oligarquía financiera han dependido de una presión continua a la baja sobre los salarios y las condiciones de los trabajadores.

El desempleo masivo, las ejecuciones hipotecarias y el esparcimiento de la pobreza durante la Gran Recesión fueron utilizados como un martillo para reestructurar las relaciones de clases en Estados Unidos y por todo el mundo y destruir los derechos sociales y las protecciones conquistadas por los trabajadores a través de generaciones de lucha de clases. Mientras que los Gobiernos de todo molde les entregaron billones en “estímulos económicos” a los especuladores financieros y las corporaciones responsables de la crisis, para la clase obrera solo se hablaba de austeridad, “flexibilidad laboral”, niveles salariales de pobreza y condiciones de empleo precarias asociadas con la economía informal.

El Gobierno de Obama reestructuró la industria automotriz con el apoyo pleno del sindicato United Auto Workers, recortó los salarios de nuevos trabajadores a la mitad, abolió la jornada de ocho horas y expandió vastamente el uso del trabajo temporal y a tiempo parcial. Esto se convirtió en el modelo para atacar a todos los sectores de la clase obrera. Asimismo, los programas de ajuste estructural respaldados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) impuestos en Grecia, España, Portugal y otros países por distintos gobiernos, incluyendo la llamada Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), con los que se robaron las pensiones, aumentaron la edad de retiro y vendieron los activos públicos para pagarles a los bancos.

Desde 2008, el ingreso real para el 90 por ciento de asalariados ha estado congelado. Los aumentos anuales han promediado entre 2 y 3 por ciento desde 2013, manteniéndose al mismo nivel o por debajo de la inflación. El aumento de la última década es aún más bajo que el promedio de 4 por ciento antes del colapso de 2007-2008 y mucho menor a los aumentos anuales de 7 a 9 por ciento durante los ’70 y ’80. Ajustados a la inflación, los salarios de los trabajadores estadounidenses tienen el mismo poder adquisitivo que en 1978, según el Pew Research Center, indicando que las remuneraciones por hora en términos reales alcanzaron un máximo hace 45 años, en 1973.

Debido al desplazamiento de los costos de salud de la patronal a los trabajadores bajo Obama, cualquier aumento salarial miserable fue más que borrado por el aumento en los costos médicos. Durante los últimos nueve años, los pagos directos en forma de mayores copagos y deducibles aumentaron 69 por ciento para una familia de cuatro en Estados Unidos, mientras que subieron las primas de las contribuciones obreras 105 por ciento, según un comentario en CNBC de un ejecutivo en el sector, Keith Lemer. El porcentaje de los ingresos familiares succionados por los gastos en salud pasó de 8 por ciento en 2008 a 12 por ciento en 2015, constituyendo un recorte de facto en los salarios reales.

Sin embargo, a medida que las cifras oficiales de desempleo llegan a mínimos históricos, la patronal se ha visto obligada a aumentar levemente los salarios estos últimos meses para atraer trabajadores. El Departamento de Trabajo reportó este mes que las remuneraciones por hora aumentaron 0,4 por ciento en promedio en agosto comparado con el mes anterior y 2,9 por ciento desde el año pasado. Esto fue un poco más que el 2,7 por ciento anual registrado en julio.
En términos reales, los salarios promedio por hora treparon tan solo 0,2 por ciento por encima de la inflación. Sin embargo, este delicado brinco, el más alto en nueve años, fue suficiente para prender las alarmas y provocar que la Reserva Federal de EEUU apuntara sus armas pesadas para detener la “inflación” salarial.

Esta es una decisión consciente de clase por parte de los ejecutivos del banco central, quienes entienden que los inversores tienden a ganar más cuando cuelga la espada del desempleo masivo y la pobreza encima de las cabezas de los trabajadores. Esto quedó claro en un informe reciente a inversionistas realizado por una analista financiera para Charles Schwab. “Las estadísticas que se remontan a los ’50, muestran que cuando el desempleo era menor a 4 por ciento, como ahora, el rendimiento en el mercado bursátil era bastante bajo”, señaló la analista Liz Ann Sonders. “Por el contrario, cuando el desempleo alcanzaba su nivel máximo, al mercado bursátil le iba bastante bien, entregando ganancias casi cuatro veces mayores a cuando el desempleo rozaba las profundidades”.

Independientemente de las batallas internas entre secciones de la élite empresarial y política —desde el degradante espectáculo en Washington a los conflictos internos en Reino Unido y Alemania— todas las secciones de la burguesía y sus representantes políticos están unidos en su temor y odio hacia la clase trabajadora. En cada país, están afilando sus cuchillos para la represión estatal, promoviendo a fuerzas derechistas y de tinte fascista y retumbando los tambores de la guerra.

Durante la última década, la élite empresarial y financiera del mundo ha dependido de los sindicatos para suprimir la resistencia de la clase obrera a los recortes salariales y las medidas de austeridad y para facilitar una transferencia histórica de riqueza de abajo hacia arriba. Pero esta supresión artificial de la lucha de clases solo ha garantizado que su resurgimiento sea aún más explosivo. Por todo el mundo, los conflictos sociales y de clase están flotando hasta la superficie por medio de un aumento en las huelgas y en los sentimientos anticapitalistas entre trabajadores y jóvenes.

Este viernes, miles de pilotos y tripulantes realizarán una huelga de 24 horas contra Ryanair en Alemania, España, Italia, Portugal, Bélgica y Holanda para oponerse a los bajos salarios y condiciones agobiantes de trabajo que han establecido un nuevo mínimo para todas las aerolíneas.

Esto sigue una huelga general de un día en Argentina el martes, que detuvo aeropuertos, el transporte público, las escuelas públicas y el mayor puerto para productos agrícolas del país en Rosario. Los huelguistas están demandando una compensación por la inflación que se espera que supere el 40 por ciento este año y están luchando contra los dictados del FMI siendo impuestos por el presidente Mauricio Macri.

Holanda también ha sido testigo de una ola de huelgas de maestros y el sector público, mientras que los trabajadores del metro en Reino Unido en la línea Piccadilly hacia el aeropuerto Heathrow están realizando una huelga este viernes.

En Estados Unidos, la ola de huelgas docentes más temprana este año fue seguida por huelgas de maestros este mes en los estados de Washington y Pennsylvania, una votación casi unánime a favor de unirse al movimiento huelguístico en Los Ángeles, además de un paro de trabajadores hoteleros en Chicago. Más de 8.000 trabajadores hoteleros en otros estados también votaron a favor de hacer huelga, junto a 30.000 trabajadores siderúrgicos que votaron de forma unánime en las empresas US Steel y ArcelorMittal.
Los trabajadores de Fiat Chrysler votaron a favor de un paro en Kokomo, Indiana, al igual que las enfermeras de la Universidad de Michigan. También hay una oposición cada vez mayor al contrato entreguista firmado por el sindicato Teamsters que cubre a 230.000 trabajadores de UPS, quienes están votando actualmente si aprobarlo o no. Los trabajadores de Amazon también están reclamando las condiciones brutales a las que están sujetos.

El principal obstáculo para la unificación de la clase obrera son los sindicatos, los cuales están bloqueando las huelgas y, si se desatan de todas formas, hacen todo lo posible por aislarlas y derrotarlas. Esto obliga a los trabajadores a encontrar nuevas formas para librar sus luchas. El Partido Socialista por la Igualdad en Estados Unidos y sus partidos hermanos en todo el mundo están alentando y asistiendo a los trabajadores a formar comités de base en las fábricas y todos los lugares de trabajo para recoger las responsabilidades abandonadas hace mucho por los sindicatos corporativistas, incluyendo la lucha contra las aceleraciones de los ritmos laborales, las condiciones precarias, las victimizaciones y la erosión constante de los salarios y prestaciones.

La lucha por unir y defender los intereses de la clase obrera significa rechazar el programa reaccionario del nacionalismo económico de los sindicatos y su subordinación de las necesidades de los trabajadores al lucro y las prerrogativas de las gigantescas corporaciones y los bancos. Significa construir un poderoso movimiento político de la clase trabajadora para luchar por el socialismo internacional, la expropiación de la clase capitalista y la reorganización de la vida económica para satisfacer las necesidades humanas y no las ganancias privadas.

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