viernes, 20 de mayo de 2016

Nuit Debout, el capitalismo y la ideología

Maciek Wisniewsk, La Jornada

Quizá lo más notable del movimiento Nuit Debout (noche de pie) es su esfuerzo de volver a hablar de los conflictos a partir de sus (verdaderas) causas económicas, sociales y políticas –al contrario de las explicaciones dominantes que parten de lo cultural, racial o religioso–, algo que ya estuvo presente en Europa al inicio de la crisis, pero que quedó desplazado por la contraofensiva ideológica de la reacción que valiéndose de algunos acontecimientos (atentados terroristas, crisis de los refugiados) y fomentando los discursos de islamofobia y terror, pretendía traer al sistema de vuelta a las tierras seguras.

2) Este esfuerzo es aún más notable en la medida en que se da durante el aún vigente estado de excepción instaurado tras los atentados yihadistas en París (13/11/15), algo que no le impidió desafiar las narrativas de guerra y miedo, desplazar al islam radical como el enemigo principal –un combustible para la xenofobia y la extrema derecha y un afán sistémico de estabilizarse mediante el fascismo– y poner en su lugar al capitalismo, provocando nerviosismo en la burguesía francesa.

3) En este sentido, la presentación de la neoliberal reforma laboral –el catalizador del movimiento– en un clima de choque, militarización y vigilancia masiva confirma tanto la clásica fórmula de Naomi Klein sobre la diseminación del neoliberalismo, como el grado de penetración del socialismo francés por esta ideología que bordea la orwellización (cuando las palabras llegan a significar su opuesto): trabajar el domingo es más libertad (¡sic!) y la izquierda debe apoyar más libertad (E. Macron, ministro de economía); el país necesita más flexibilidad y competividad y yo apoyo esta ley porque soy persona de izquierda (¡sic!) (M. El Khomri, ministra de Trabajo). 4) Frédéric Lordon: “en el sistema de ‘compartimientos’ la sociedad oculta la continuidad entre futuros y actuales trabajadores; los estudiantes –de los que muchos serán sólo precarios– son ‘formateados’ para entrar al mercado laboral, tomar sus créditos y jamás conocer a un obrero” (asamblea en Tolbiac, 30/3/16). Si bien la unión también es necesaria para su funcionamiento, lo único que el sistema es capaz de ofrecer son espectáculos reaccionarios, como el llamado de Hollande a la unión nacional tras los ataques terroristas ( El País, 18/11/15); la unión verdadera –convergencia de jóvenes, obreros y habitantes de banlieues, un postulado de Nuit Debout– es su pesadilla. 5) Desde sus inicios, el movimiento fue víctima de un apagón informativo: algunos de los grandes medios no le dieron ninguna cobertura, otros seguían el guión de tres pasos: “ignorar/desprestigiar (por ‘incoherente’, ‘disperso’, ‘violento’)/volver a ignorar” ( Counterpunch, 6/5/16); pero tiene razón Lordon: no se puede mantener por siempre a la sociedad con policía, medicamentos recetados y BFM tv (un popular canal derechista de información). Llegará el momento en que la gente levantará cabeza... (asamblea en Place de la République, 9/4/16). 6) El contrataque ideológico no se hizo esperar: Alain Finkielkraut, principal moralista de derecha, uno de los nuevos filósofos –después de que fue abucheado y expulsado de una de sus reuniones (16/4/16)– acusó a Nuit Debout de “querer matar el espíritu del ‘11 de enero’” (fecha de la gran marcha encabezada por Hollande tras los ataques a Charlie Hebdo): “en 2015 Francia descubrió un terrible enemigo: el islam radical. Una brecha se abrió en la antigua visión progresista de la historia. Y Nuit Debout tapa esta brecha: el islam desaparece y el enemigo vuelve a ser la dominación, la burguesía, el capitalismo y el estado policial” ( Europe 1, 4/5/16). ¡Esta justamente era la idea!

7) Mientras para algunos la inclusividad y rechazo a definirse ideológicamente son ventajas de Nuit Debout, esta vaguedad es también su limitación; más allá de los efectos prácticos para su funcionamiento, surgen dudas (E. Sader, Counterpunch, 22/4/16): ¿en qué medida un movimiento con fuertes corrientes liberales-culturalistas y keynesistas-reformistas podrá significar una diferencia frente a la demás (desacreditada) izquierda? La respuesta puede estar en los hechos y en su “‘potencialidad’ de ir más allá de las luchas puramente defensivas” (F. Lordon, The Jacobin, 4/5/16).

8) Si bien la unión nacional fue un intento de resucitar la lógica de union sacrée –tregua política durante la Primera Guerra, en que la izquierda (con excepciones como la de Jean Jaurès) cerró filas con el gobierno en nombre del patriotismo– el asalto a Code du Travail (aparte de sus fines explícitos) fue una reacción a su fracaso, evidenciado por nuevos focos de descontento de abajo –acciones de solidaridad con los refugiados en Calais, ocupación de terrenos para el aeropuerto en Notre-Dame-des-Landes– y una ofensiva para sofocar las alternativas y la esperanza.

9) Jacques Rancière: “Los gobernantes no sólo quieren que el trabajo sea más barato. Quieren que deje de ser lo que fue por casi dos siglos: espacio de lucha y poder común. Quieren que no haya nada más frente al poder dominante que individuos con su ‘capital humano’. De una ley a otra no sólo producen ‘instrumentos de poder’, sino también ‘de resignación’, haciéndonoscreer que luchar no sirve y el mundo en que vivimos es elque merecemos. Hoy mis pensamientos están con los que decidieron demostrar que merecen otro mundo” (carta a los ocupantes de Tolbiac, Verso blog, 1/4/16).

10) Para Lordon –que en su Willing slaves of capital (2014) rescatando a Spinoza trata de responder a una ingenua (al parecer) pregunta: ¿por qué una gente trabaja para la otra?–este otro mundo empieza con: a) darnos cuenta de que el trabajo asalariado –“raíz de la ‘desigualdad política’ en el capitalismo”– es “una relación de ‘chantaje’, en que uno es forzado a doblegarse”, y que aprender a llamarlo así, más allá de las fachadas ideológicas del neoliberalismo, es el camino a la liberación (reunión en la Bolsa de Trabajo, 20/4/16); y b) contestar a otra pregunta (el “criterio fundamental que ayuda a ‘decidirse’”): entre los dueños del capital y los trabajadores, ¡¿quién necesita más a quién?! (Tolbiac, 30/3/16).

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