Miren Etxezarreta, Razón y Revolución
Entre muchos comentarios acerca de los problemas de las economías de la periferia europea, entre las que está la del Estado español, con frecuencia se menciona que una de las salidas a la tremenda situación que estamos sufriendo sería que las economías con problemas salieran del euro y volvieran a las monedas de cada estado.
Es verdad que el euro se estableció de forma deficiente, sin tener en cuenta lo que podía suceder en unas circunstancias de crisis como las actuales, ni considerar suficientemente las diferencias entre las economías de los países que se integraban en la moneda única, que hay abundantes errores de concepción y que la pertenencia al euro nos está creando problemas muy graves, ha permitido estrategias de política económica muy equivocadas y ahora está exigiendo medidas muy duras. ¿Puede ser el abandono del euro la solución?
Es una solución que propugnan algunos economistas críticos serios, por lo que yo no querría descalificarla, ni mucho menos. Es posible que sea una salida ante la muy difícil situación en la que nos encontramos. Y hay que afirmar que salir del euro puede ser más o menos difícil y costoso, pero es posible, como lo muestra el hecho que hay muchos países en el mundo que no están en el euro, incluyendo los diez de la UE, que no forman parte de la eurozona.
Pero no puedo evitar preguntarme que supondría la salida del euro. Tal como yo lo veo, la ventaja mayor de salir del euro es que los estados recuperarían la capacidad de devaluar, y, por lo tanto, podríamos vender más baratos en el exterior nuestros productos. El mítico mensaje de “ser más competitivos”. ¿Basta esto para resolver los graves problemas en los que estamos sumidos?
En primer lugar, no es seguro que vender más barato suponga automáticamente vender más. Depende de la demanda de los otros países, y frente a ello poco podemos hacer desde el exterior. Puede no aumentar, aunque baje el precio, porque sean otros los elementos relevantes para la competencia (calidad del producto, sistema de después de las ventas, diseño, etc.), y, además, depende de los precios de los competidores, que pueden ser tan bajos que una disminución de nuestros precios no altere la demanda. Por otra parte, no hay que olvidar que una devaluación supone encarecer nuestras importaciones, y por el momento, y a pesar de la crisis, son mayores que las exportaciones. Lo que hace que la subida de precios, que la devaluación supondría, puede perjudicar nuestra balanza externa, dado que nuestra demanda para los productos que importamos (petróleo, materias primas, tecnología) es difícil de disminuir, pues los necesitamos para el funcionamiento básico de nuestra economía. Además, ¿Cuánto tendrían que mejorar nuestras exportaciones para resolver nuestros problemas? Me parece una idea poco realista.
Quienes argumentan por la salida del euro no se detienen ahí. Piensan que tener una moneda estatal permitiría una política económica autóctona, que facilitaría recuperar el poder para hacer una política económica autónoma, sin las limitaciones férreas que nos imponen los programas de ajuste. Y aquí estoy mucho menos segura que sea así. Porque vivimos en un mundo globalizado y, no lo olvidemos, de un capitalismo feroz. Y un país económicamente débil, como nosotros, tiene muy poca autonomía. Tanto frente a los mercados, a los que habría que recurrir para la financiación necesaria, como frente a las grandes empresas que dominan nuestra economía, como frente a los organismos internacionales, sobre todo Fondo Monetario Internacional y OCDE que se han atribuido la capacidad de controlar las economías mundiales. ¿Qué diferencias supondría en el control al que estaríamos sometidos si nuestras condiciones de base, en el mejor de los casos, necesitarían mucho tiempo para cambiar? Aquí es donde creo que la salida del euro es una ilusión. En el mundo de un capitalismo agresivo y global, ¿qué capacidad tiene la economía del Estado español para tomar una ruta autónoma? Ya en 1959, con el Pacto de Estabilidad, España estuvo sometida al ajuste dictado por el FMI, y lo mismo en 1977 cuando el Pacto de la Moncloa, y en otras ocasiones.
Salir del euro es un tema complicado. A veces, se habla de salir del euro como si fuera una opción similar a ir o no al cine. Pero salir del euro tendría que suponer muchas otras medidas, entre ellas el repudio de la deuda externa, puesto que si la deuda tuviéramos que pagarla en euros la situación sería totalmente inviable. Pero supondría asimismo otros muchos cambios de alcance. Salir del euro equivale a un tsunami económico. Y no veo que fuese a resolver nuestros problemas fundamentales. Estamos prisioneros de un capitalismo global, absurdo, irracional, que en esta crisis nos está obligando a rebajar brutalmente nuestro nivel de vida para que los grandes capitales mundiales puedan seguir manteniendo el sistema y ganando mucho dinero. ¿Salir del euro nos permitirá establecer una sociedad distinta, justa y sostenible, o, en el mejor de los casos, aspecto que ya señalo que dudo mucho, facilitaría algunas medidas de política económica que permitirían una pequeña recuperación temporal de nuestra economía?
Con o sin euro, nuestra situación es muy difícil. Es el capitalismo global el que constituye el problema, más que la moneda única. Con o sin euro tenemos problemas graves de una economía débil y depauperada, de un sistema productivo desarbolado totalmente con muy pocas excepciones positivas, la población está exhausta con tanto paro, disminución de salarios, precariedad laboral, pérdida de los derechos sociales, y un muy largo etc. Temo que salir del euro no facilitará mucho la solución a estos problemas. Pero ya he dicho que es posible que tengan razón quienes lo propugnan. Personalmente no me pronunciaría con mucha fuerza. Con o sin euro tenemos problemas muy graves. En cualquier caso, no me parece el tema clave, y mucho menos para que constituya el debate crucial entre las fuerzas que deseamos otra sociedad. Se necesita un cambio radical para avanzar hacia una sociedad más satisfactoria. Por esto opino que, a plazo medio, es mucho más práctico, que sería mucho más eficiente, plantearse la necesidad de salir del capitalismo, de que ese cambio radical necesario y difícil vaya dirigido a transformar el sistema económico en el que vivimos. No es tanto un problema de moneda, sino de sistema.
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