Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada
En su reciente entrevista con Bild –el tabloide conservador, nacionalista de mayor tiraje en Alemania–, el zar Vlady Putin comenta que la caída del muro de Berlín y la URSS no unificaron Europa, sino que sólo movieron las líneas divisorias al Este, en referencia al irredentismo de la OTAN, que pasó de 16 a 28 miembros en un cuarto de siglo.
Putin sostiene que Occidente todavía declara a Rusia como enemigo cada vez que Moscú adopta una postura independiente y afirma sus intereses nacionales, cuando “el mundo sería un mejor lugar si Rusia se hubiera afirmado en la década de los noventa (http://goo.gl/oxJMst)”.
¿Que significa hoy Occidente en un planeta fracturado?
Vlady es muy severo con los hacedores de la política exterior de Rusia después de la caída del muro de Berlín y fustiga la ingenuidad de Gorbachov, sin citarlo, con el entreguismo alocado de su fantasioso binomio perestroika/glasnost (restructuración/transparencia): Hicimos todo (sic) equivocado desde el comienzo. No superamos la división de Europa: hace 25 años cayó el muro de Berlín, pero la división de Europa no fue superada, ya que muros invisibles (sic) sólo se movieron al Este. Esto creó los fundamentos para reproches mutuos, malos entendidos y crisis en el futuro. ¿Padeció Moscú síndrome del estrés postraumático que obnubiló su sindéresis?
Los presidentes de EEUU se burlaron de los cándidos y pusilánimes Gorbachov y Yeltsin, quienes estuvieron a punto de pulverizar a Rusia, después de haber balcanizado a la ex URSS.
El texano James Baker III, secretario de Estado de dady Bush, otorgó garantías "verbales" a Gorbachov de que EEUU respetaría la esfera de influencia de Moscú en Alemania y no expandiría el dominio de la OTAN a las fronteras de Rusia. ¡Cómo no!
Clinton nunca se cansó en mofarse de la diplomacia vodka de Yeltsin. Las crudas geoestratégicas se pagan muy caro.
El zar Vlady sentencia que "el error más crucial de Rusia durante esos años fue el fracaso de expresar claramente y proteger activamente sus intereses nacionales desde el primer día", lo cual habría evitado al mundo el surgimiento de una nueva guerra fría entre Moscú y Washington: Fracasamos en afirmar nuestros intereses nacionales, lo cual debimos haber hecho desde el inicio. Entonces el mundo entero hubiera estado más equilibrado (sic).
Resuena el diagnóstico del influyente George Shultz, secretario de Estado con Ronald Reagan, quien formuló que “el mundo es hoy un lugar muy peligroso para vivir desde el finiquito de la guerra fría: tenemos un mundo sumergido por el cambio. No existe un lugar desde donde se pueda ver y se diga que es un mundo de prosperidad estable. Es un caos terrible (http://goo.gl/1YOA26)”.
El "caos global" de hoy es producto de la falta del escrito formal entre el texano James Baker III y Gorbachov, lo cual dejó rescoldos que se han reincendiado con el milagroso resurgimiento de Rusia en la fase del zar Putin y del ascenso irresistible de China.
Putin basa sus asertos en los registros archivados de las charlas que se desarrollaron entre los diplomáticos de Alemania y la URSS, entre los que destaca una frase seminal del visonario alemán Egon Karl-Heinz Bahr, "patriarca de la política europea", el 26 de julio de 1990, un año después de la caída del muro de Berlín y un año antes de la balcanización de la URSS: "si durante la unificación de Alemania no tomamos pasos decisivos para superar la división de Europa en bloques hostiles, el desarrollo puede tomar un giro tan desfavorable que la URSS será condenada al aislamiento internacional".
¡Qué lejos está Alemania hoy de tener un diplomático de la altura de Egon Bahr!
¡Qué lejos se encuentra hoy EEUU de la sabiduría de su máximo geoestratega, George Kennan!
Para Putin, la reunificación de Rusia con Crimea fue totalmente consistente con las leyes internacionales y los acuerdos de Minsk –el acuerdo de Rusia con Alemania y Francia del contencioso ucranio (http://goo.gl/4HDAPo)– no se han implementado debido a la falta de Kiev (http://goo.gl/SfVz4B).
Vlady juzga que las sanciones de EEUU/OTAN/Unión Europea no estaban dirigidas a apoyar a Ucrania, sino a limitar el potencial de crecimiento de Rusia, y da a entender que los graves errores de la ex URSS no deben ser repetidos por Rusia.
¿Regresamos al statu quo ante de 1989/1991?
El notable diplomático alemán Egon Bahr –confidente de Willy Brandt y proponente de la juiciosa ostpolitik: acercamiento de Europa con Moscú (http://goo.gl/osrqyc)– propuso en forma concreta que Europa central, con o sin Alemania del Este, debió haber formado una alianza separada con la participación tanto de la URSS como de EEUU, lo cual, por cierto, no dista mucho de mi propuesta, dicho sea con humildad de rigor, sobre el intermarium, ampliamente difundido por Sputnik (http://goo.gl/s8Wvim). La idea nodal de Egon Bahr: “La Alemania unificada no debería moverse en dirección de la OTAN y había que dejar atrás la era de la guerra fría”.
El problema fue que, en palabras de Putin, "los británicos insistieron en que Alemania debería permanecer en la OTAN y en todas las organizaciones económicas de Europa occidental", mientras EEUU defendió sus intereses: nos importa un comino si Alemania se reunifica o no. Pero deseamos que Alemania permanezca en la OTAN.
Putin se lamenta en forma inocente de que "si hubiera existido voluntad política, si lo hubieran deseado, pudieron haber hecho algo".
Putin no entiende el maximalismo darwiniano israelí-anglosajón. Al contrario, la OTAN, encabezada por EEUU, rompió todas sus promesas verbales: se expandió al Este y colocó su escudo misilístico en las fronteras rusas para defenderse… de Irán, los esquimales del Ártico y los pingüinos de la Antártida… en la cercanía de Moscú.
¡Ni la burla perdona EEUU a una superpotencia del tamaño de Rusia!
Hasta Brzezinski se mofa de los graves errores de la política exterior de la ex URSS.
Putin lo explaya, en referencia tácita a la unipolaridad de EEUU: "cuando la URSS, segundo centro de gravedad en el mundo desapareció, existió un deseo de gozar plenamente la sola presencia en el pináculo de la fama, poder y prosperidad mundial, cuando no existió deseo alguno de mirar a las leyes internacionales o a la Carta de la ONU que se volvió un obstáculo y era inmediatamente declarada como anacrónica".
Putin no es Gorbachov ni Yeltsin, y tiende la mano a EEUU y a Europa para colaborar frente a los desafíos comunes, pero marca nítidamente sus líneas rojas, con énfasis en la protección de sus intereses inalienables: Rusia no repetirá el máximo error de la ex URSS.
EEUU se obstina en aplicar políticas caducas de hace 25 años cuando hoy carece de sabios geoestrategas, como George Kennan, que no suplen Susan Rice ni Samantha Power.
En medio del declive de EEUU y su inviable unipolaridad, Obama pretende controlar al mundo mediante la “hegemonía del dólar (http://goo.gl/xIK45g)” y la toxicidad financierista global de la Reserva Federal que cobija a los 13 megabancos caníbales y necrófilos de Wall Street.
El nuevo orden geoestratégico es ya tripolar: EEUU/Rusia/China.
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