Después de casi cuatro décadas, China ha terminado oficialmente su política del hijo único con la firma de una ley que permitirá a todas las parejas casadas tener un segundo hijo. Este es un intento de hacer frente a una fuerza laboral que envejece y a una población que disminuye, un drama que envuelve a gran parte del mundo occidental. El cambio fue anunciado en octubre por el gobierno y entrará en vigencia el 1 de enero de 2016.
La política del hijo único fue instituida por el gobierno chino en 1979 tras la muerte de Mao Tse-Tung como una medida de planificación familiar que buscaba superar la pobreza extrema. Según las autoridades, de no haberse aplicado la medida, China tendría hoy más de 1.800 millones de habitantes y no los 1.400 millones actuales. La restricción permitió mejorar muchos indicadores sociales como el ingreso per cápita, la esperanza de vida (actualmente en 75 años), el acceso a la educación o la reducción de la pobreza, que pasó de 600 millones de personas en los años 80 a los 70 millones de la actualidad.
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