El levantamiento del llamado “cepo cambiario” ha sido una de las primeras medidas que ha implantado el recién elegido presidente argentino Mauricio Macri, con lo que deja atrás las ambigüedades sobre su programa económico que tuvo durante la campaña electoral.
La primera reacción a esta medida es que el peso argentino sufrió el pasado jueves una devaluación del 42 por ciento frente al dólar según la tasa de cambio oficial del Banco Central, justo un día después de que se liberaran los controles cambiarios que existían desde 2011.
Los valores oficiales, de 9,7 pesos por dólar, y los del mercado paralelo, donde se cotizaba a 14,7 pesos, confluían ahora en un cambio único. Algunos pronostican que pronto se quedarán sin trabajo “los arbolitos”, como se conoce a los vendedores informales de divisa, que se sitúan en la céntrica calle Florida de Buenos Aires.
Mientras, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, señaló que “no se puede vivir en un país con tantos tipos de cambio diferentes”. En los últimos cuatro años se crearon siete tipos de cambios distintos para el dólar.
Ante posibles dudas de los ahorradores, las autoridades monetarias aseguran que cuentan con las reservas suficientes “para poder intervenir con firmeza en el mercado” frente a posibles subidas fuertes de la divisa estadounidense.
Pero los argentinos son escépticos a este respaldo. El monto de operaciones de cambio fue muy bajo el primer día sin controles, tan solo se cambiaron 125 millones de dólares una cifra que significa la mitad que las que se realizaron el último día sin restricciones.
Hasta ahora los argentinos cambiaban de pesos a dólares bajo una autorización de la agencia nacional de recaudación fiscal, conocida como AFIP, que calculaba la cantidad que un ahorrador podía comprar en dependencia de su salario y las contribuciones fiscales que había realizado. Ahora podrá cambiar hasta 2 millones de dólares mensualmente sin justificación.
Las arcas del Banco Central tienen unas reservas que llegan a los 26.000 millones de dólares, una cantidad insuficiente para mantener el ritmo económico por lo que no se descarta que el gobierno de Macri impulse un “blanqueo impositivo” o dicho en otras palabras perdonar fiscalmente a los que sacaron capitales al exterior si deciden retornarlos a Argentina. Algunos expertos pronostican ingresos superiores a los 15.000 millones de dólares en las próximas semanas.
Se impone el modelo agroexportador
En un primer momento, la devaluación genera beneficios a los sectores financieros y exportadores. En Argentina 30 empresas engruesan el 65 por ciento de las exportaciones del pais. Casi todos los productos que manejan tienen los precios fijados internacionalmente en dólares, por lo que en el mercado interno aumentarán en pesos al mismo tiempo que lo hace el ajuste cambiario.Pieza central de la estrategia de Macri es que los costos se muevan mucho menos en lo inmediato, de esa forma se busca generar un alto beneficio y sostener la rentabilidad empresarial.
Los dueños del campo argentino están entre los grandes beneficiados de la victoria de Macri, quien les levantó las retenciones al trigo, el maíz y la carne, y también bajó en cinco puntos la cotización a la soja. Con estas medidas las empresas agroexportadoras recibirán una plusvalía adicional de entre 4.000 y 8.000 millones de dólares.
Aroma a los 90
A primera vista los perjudicados van a ser los que viven de su salario. El ambiente se empieza a caldear. “Los trabajadores no estamos dispuestos a perder el poder adquisitivo”, ha afirmado Hugo Moyano, el dirigente del poderoso gremio de camioneros, quien advirtió que quieren un aumento salarial del 28 por ciento para compensar la depreciación del peso y la inflación.Ante una posible conflictividad social de los sindicatos, Macri ya movió ficha y nombró al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud a José Luis Scervino, un hombre de la máxima confianza de José Luis Lingeri, dirigente de la Central General de Trabajadores (CGT), quien manejará más de 7.000 millones de pesos de las obras sociales.
Fin de un ciclo
La victoria de la derecha argentina es parte de una tendencia latinoamericana en la que los días de bonanza de la expansión de las economías emergentes habían tocado límites.Macri se enfrenta a la contracción económica internacional, teniendo que presentar resultados positivos en el ámbito interno durante su mandato. Si no llegan los buenos tiempos tendrá que explicar porque sus soluciones no resolvieron los problemas a una amplia mayoría del pueblo argentino.
Para frenar un posible desangre social ya se hacen promesas de no reprivatizar las industrias que Cristina había renacionalizado y además mantener los programas sociales.
En otro escenario, la derrota de Scioli le abrió las puertas a Cristina para ser la candidata en 2019, tal vez su última oportunidad electoral. Máximo Kirchner, elegido diputado, tiene en cambio su gran oportunidad de representar desde la oposición parlamentaria como una posible alternativa de gobierno en el futuro.
Macri promete que no faltarán dólares en el país. ¿De dónde los va a sacar? Pues pidiéndolos prestados a bancos privados internacionales como JP Morgan, Deutsche Bank, Citibank, HSBC, y Goldman Sachs. Volvemos a los tiempos de la deuda externa.
¿Terminará Macri como Fernando De la Rúa saliendo de la Casa Rosada en helicóptero?
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