Emir Sader, Página 12
En medio a la euforia de toda la derecha latinoamericana con el triunfo de uno de sus dirigentes, Mauricio Macri, se ha intentado proyectar, de nuevo, la idea de que ello abre un nuevo período histórico en la región, marcado por el ascenso de una nueva derecha.
Desde el triunfo de Hugo Chávez, seguido por la irrupción de otros líderes de izquierda en América latina como Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Mujica, que la derecha intenta encontrar candidatos que la renueven. Sebastián Piñera en Chile, Alvaro Uribe en Colombia, Enrique Peña Nieto en México, estuvieron entre esos nombres, además de los candidatos opositores que fueron derrotados en elecciones. Un lugar que ahora pasa a ser ocupado por Mauricio Macri, dado que los tres anteriores han fracasado.
¿Pero la elección argentina proyecta una nueva derecha en América latina?
Hubo una nueva derecha cuando ella asumió la ideología y los proyectos políticos y económicos del neoliberalismo. Agotado el período histórico marcado por el desarrollismo, la respuesta neoliberal aparecía como una alternativa. A la crisis del socialismo y del Estado de Bienestar Social se respondía con la crítica del Estado, con la exaltación de la centralidad del mercado y de las empresas privadas. Así la derecha, por primera vez, pretendía aparecer como lo moderno, lo nuevo, tildando a la izquierda como lo jurásico.
Esa fue una renovación de la derecha, cuyos protagonistas fueron Carlos Menem, Fernando Henrique Cardoso, Alberto Fujimori, Carlos Andrés Pérez y Carlos Salinas de Gortari, entre otros.
Ahora la situación es distinta. El propio modelo del empresario de éxito, que debiera ser el mejor administrador del Estado, personificado en Piñera, ha fracasado. El no tenía nada de nuevo que proponer, más que el retorno al modelo neoliberal puro y duro. Lo mismo ha pasado con los otros candidatos a renovar a la derecha.
Las propuestas de los candidatos opositores a los gobiernos progresistas en Uruguay, en Brasil, en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, reposan siempre en políticas neoliberales. Conscientes del apoyo popular a las políticas sociales prometen mantenerlas pero en el marco de políticas económicas neoliberales, una convivencia imposible. Para esas políticas la prioridad son los ajustes fiscales, en desmedro de los recursos para las políticas sociales. Como nunca habían ganado elecciones, los candidatos de la derecha no tuvieron que pasar por la prueba de la realidad.
La elección de Macri para presidente de Argentina es la primera oportunidad que la derecha tiene para probar que puede compatibilizar políticas económicas neoliberales con el mantenimiento de las políticas sociales desarrolladas en los últimos doce años en Argentina, que él, en la fase final de la campaña electoral, se comprometió a mantener.
En el caso de que lo logre, contra toda lógica económica y social, tendremos una nueva derecha, que no solo promete mantener las políticas sociales en el marco del modelo neoliberal sino que lo hace en la práctica. Caso contrario –como se puede prever–, prevalecerá la lógica económica de los ajustes y las políticas sociales –consideradas como costo, como gasto de recursos– serán postergadas, como una amenaza al equilibrio de las cuentas públicas.
Hasta ahora todos los intentos de renovación de la derecha latinoamericana han chocado con el modelo neoliberal, un marco del cual no ha salido ninguno de los nuevos gobernantes y, por ello, han fracasado.
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