Una de las ideas centrales que impulsó el partido Syriza para ganar las elecciones del domingo en Grecia es que la única forma de superar la crisis es reactivando el crecimiento económico, y ésto implica dar a los países más afectados y endeudados un descanso en el pago de sus deudas. Esta es una propuesta que Alemania, en particular, debe tomar en serio: reactivar el crecimiento en la zona euro solo se conseguirá con un sacrificio conjunto. El líder de Syriza, Alexis Tsipras, ha pedido una "conferencia de la deuda europea", una reunión cumbre en la que los líderes de la región abogen por reducir las obligaciones financieras de Grecia. Esta es una idea que tiene sentido.
Es muy poco realista esperar que Grecia pague su enorme deuda en su totalidad. La deuda griega es insostenible e impagable, y su volumen asfixia no solo a Grecia sino a toda Europa. Tsipras quiere renegociar los 240 mil millones de euros de la deuda y que los acreedores apliquen una quita del 30 por ciento. Esta idea es más realista y quitaría presión al nuevo gobierno griego. Pero Alemania se opone a reducir la deuda por el temor al contagio de que otros países sigan el ejemplo, e insiste en la austeridad fiscal severa. Es decir continuar en la misma senda de los últimos cinco años pese a sus desastrosos resultados. Al parecer, Alemania ha olvidado las lecciones de la historia.
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