Alex Lantier, WSWS
La "Carta abierta sobre el futuro de Ucrania", emitida por un grupo de académicos y operarios de la política extranjera occidental, es una vil defensa de las actuales protestas de extrema derecha en Ucrania, las cuales son apoyadas por Washington y la Unión Europea (UE). Esta repite la vieja mentira de que la política de los EE.UU. y la UE es impulsada tan sólo por un desinteresado amor de la democracia y los derechos humanos; una mentira que ha sido repetida por más de un cuarto de siglo de guerras imperialistas e intervenciones en Europa del Este desde la disolución de la URSS en 1991.
Esta declara: "El futuro de los ucranianos depende ante todo de los mismos ucranianos. Ellos defendieron a la democracia y su futuro hace 10 años, durante la Revolución Naranja, y están en pie por aquellos valores hoy día. Mientras los europeos se desencantan con la idea de una Europa Común, la gente de Ucrania está luchando por ese ideal y por el lugar de su país en Europa. Defender a Ucrania de las tentaciones autoritarias de sus corruptos líderes pertenece a los intereses del mundo democrático".
La identidad de los representantes locales de las potencias imperialistas destruyen las pretensiones en la carta abierta de que las potencias imperialistas se encuentran luchando por la democracia. Estos se apoyan sobre un núcleo de unos cuantos miles de matones fascistas provenientes de la organización Sector de Derecha y el Partido Svoboda para derrocar al régimen ucraniano en una serie de protestas callejeras; reemplazarlo con un gobierno pro-UE hostil a Moscú; e imponer salvajes medidas de austeridad. Washington y la UE no luchan por la democracia, sino organizan una contrarrevolución social.
En Noviembre, el presidente ucraniano Viktor Yanukovych rechazó planes de integrar Ucrania dentro de la UE y llevar a cabo recortes sociales de decenas de miles de millones de dólares para hacer que los trabajadores paguen las deudas que Ucrania tenía con los más grandes bancos. En vez de ello, y temiendo una explosión de masivas protestas, aceptó un rescate de Rusia. Mientras protestas a favor y en contra del gobierno se abrían paso en partes de habla ucraniana y habla rusa respectivamente, la oposición de extrema derecha redobló sus esfuerzos.
Si bien la intervención de la UE amenaza a Ucrania con el colapso social y la guerra civil, la carta abierta pone a la realidad patas arriba, presentando a los desarrollos en Ucrania como una amenaza a la UE: "Aún no es tarde para que nosotros cambiemos las cosas para mejor y prevengamos que Ucrania se vuelva una dictadura. La pasividad ante el giro autoritario en Ucrania y la reintegración del país en una nueva y expansiva esfera imperial de Rusia plantea una amenaza a la integridad de la Unión Europea".
En realidad, ni Ucrania ni Rusia han amenazado con atacar a la UE. Es Ucrania -y su red de transporte de energía, estratégicas bases militares e industria pesada- el cual se encuentra emergiendo como uno de los premios mayores en un agresivo plan por parte del imperialismo estadounidense y europeo para saquear a la región y poner en la mira a Rusia. Si bien el imperialismo estadounidense y europeo amenaza con atacar a los principales aliados de Moscú en el Oriente Medio -Siria e Irán- ellos amenazan a su principal aliado en Europa del Este -Ucrania- con cambio de régimen o partición.
El plan de imponer una dominación imperialista sin límites sobre Europa del Este -que empezó después de la restauración del capitalismo y las crecientes intervenciones de la OTÁN y las guerras en Yugoslavia en los noventas- se encuentra en un nivel bastante avanzando. El siguiente paso ya está siendo puesto en marcha: cambio de régimen en Rusia, en dónde Washington está estudiando a una variedad de grupos étnicos -los chechenios, los tártaros, los circasianos- cuyos agravios puedan ser movilizados en contra de Moscú.
Esto ya es mencionado directamente en las principales secciones de la prensa occidental. El Financial Times de Londres escribió el Domingo: "El Sr. Yanukovych y el Sr. Putin son líderes de un tipo similar y con un modelo de gobierno similar. Si los ucranianos logran sacarlo del poder, los rusos se preguntarán por qué no deberían hacerle lo mismo al hombre del Kremlin".
Al alinearse a sí mismos con el programa (drive) de los EE.UU. y la UE para dominar a Europa del Este, los signatarios de la carta abierta aceptan los que han sido desde un punto de vista histórico los objetivos del imperialismo alemán. Berlín invadió dos veces a Ucrania en el siglo veinte, en 1918 y en 1941. Cabe remarcar que los títeres fascistas en Ucrania el día de hoy son los descendientes políticos de los fascistas ucranianos que ayudaron a llevar a cabo el holocausto en Ucrania y fueron aliados de los Nazis, cuya política era despoblar a Ucrania y preparar la colonización de los colonos alemanes mediante la exterminación en masa.
En la Conferencia de Seguridad de Munich de este año, los principales funcionarios alemanes han declarado que Berlín planea abandonar las restricciones al uso de su fuerza militar que ha obedecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Las desastrosas consecuencias de las políticas auto-destructivas de la burocracia Soviética y la ingenua estrategia de Mijail Gorbachov mientras se disolvía la URSS -el creer que el concepto del imperialismo era una ficción inventada por el Marxismo- están emergiendo ante la vista de todos.
Trotsky advirtió que la disolución de la URSS no sólo restauraría el capitalismo, sino que transformaría a Rusia en un feudo semi-colonial de las potencias imperialistas: "Una Rusia capitalista ni podría ocupar hoy la posición de tercera categoría al cual la Rusia zarista estaba predestinada por el curso de la guerra mundial. El capitalismo ruso hoy sería un capitalismo dependiente, semi-colonial y sin ninguna perspectivas. Rusia Número 2 ocuparía una posición entre Rusia Número 1 y la India. El sistema soviético con su industria nacionalizada y monopolio de comercio extranjero, a pesar de sus contradicciones y dificultades, es un sistema protectivo para la independencia económica y cultural del país".
Esta es la agenda que está siendo trazada por el imperialismo y sus agentes fascistas: hacer retornar a Rusia y Ucrania a un status semi-colonial por medio de la subversión interna, la guerra civil o la intervención militar externa. Procesos que amenazan con muerte a millones están siendo puestos en marcha.
Movilizar a la clase trabajadora en una lucha contra la guerra imperialista y la explotación neo-colonial es la tarea central en Europa del Este. Las respectivas advertencias deben ser hechas. Ante la ausencia de tal lucha, debido a la bancarrota y la poca popularidad de los regímenes oligárquicos de la región, hay muchas razones para pensar que determinadas bandas fascistas -apoyadas por los gobiernos imperialistas y con la cobertura política otorgada por académicos pro-imperialistas y los agentes diplomáticos- logren derrocar a los regímenes actuales.
Esto remarca el reaccionario rol de los signatarios de la carta abierta. Algunos son diplomáticos o agentes imperialistas "no-gubernamentales", como los ministros de relaciones exteriores Ana Palacio de España y Bernard Kouchner de Francia, y Chris Stone y Aryeh Neier del Open Society Institute del multimillonario George Soros y que posee vínculos con el Departamento de Estado de EE.UU. La mayoría, sin embargo, son académicos e intelectuales quienes están prestando sus nombres para otorgar credibilidad a la reacción de extrema derecha en Ucrania, por medio de una combinación de ignorancia aprendida y ceguera histórica.
Algunos de los nombres en la lista de signatarios evocan el arrepentimiento: entre estos, Fritz Stern, un historiador que alguna vez supo escribir sobre preguntas históricas en una manera seria.
Otros, como el del charlatán postmodernista Slavoj Zizek, no sorprenden a nadie. Ellos tan sólo confirman el alineamiento de las afluentes secciones de la clase media con el bandidaje imperialista y el reaccionario rol del pensamiento pseudo-izquierdista en entrenar a portavoces del imperialismo.
Décadas después de declarar guerra intelectual al marxismo en las universidades y en los medios, la vida cultural está en un estado desastroso. Estos estratos -hostiles a las concepciones marxistas del imperialismo y al rol de los intereses materiales que conducen sus políticas- son indiferentes a los crímenes del imperialismo; la destrucción de Faluya durante la ocupación estadounidense de Irak, la campaña asesina de los drones en Afganistán y Pakistán. Sus plumas, no obstante, entran en acción cuando los políticos de la UE excitan sus glándulas morales al denunciar a los regímenes en la mira de la intervención imperialista. Ellos pueden ser llevados de las narices incluso por detrás de fascistas, con unas pocas y vacuas invocaciones a los derechos humanos.
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