miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Acabará Irán con el petrodólar?

Marin Katusa, SafeHeaven

La posición oficial de Estados Unidos y la Unión Europea es que Teherán debe ser castigada por perseverar en su afán de desarrollar armamento nuclear. El castigo: sanciones contra las exportaciones de petróleo iraní, que pretenden aislar a Irán y hacer bajar el valor de su moneda hasta el punto en que el país se desmorone.

Pero esa posición carece de sentido y las sanciones no lograrán su objetivo. Irán dista mucho de estar aislada y sus amigos, como la India, apoyarán al país productor de petróleo hasta que Estados Unidos, o bien se retire, o bien reconozca el verdadero asunto que se avecina. Ese asunto no es otro que el dólar estadounidense y su papel como moneda de reserva mundial.

La versión abreviada de la historia es que en la década de 1970 un acuerdo consolidó al dólar estadounidense como moneda única para comprar y vender crudo, y de ese monopolio sobre el importantísimo comercio petrolífero el dólar estadounidense se convirtió, lenta pero firmemente, en la moneda de reserva para el comercio mundial de la mayor parte de bienes y servicios. Luego, vino la demanda masiva de dólares estadounidenses, lo que impulsó el valor del dólar al alza, hasta que se disparó. Además, los países almacenaban el exceso de dólares estadounidenses que ahorraban en bonos del tesoro norteamericanos, lo que concedía al gobierno estadounidense una inmenso depósito de crédito al que recurrir.

Sabemos dónde desembocó esa situación: en un gobierno estadounidense ahogado en deudas, mientras que sus ciudadanos afrontaban con tesón una elevada tasa de desempleo (debido en parte al alto valor del dólar); en un mercado inmobiliario fallido; en cifras récord de endeudamiento personal; en un sistema bancario abotargado; y en una economía tambaleante. Esa no es la imagen de una superpotencia mundial digna de los privilegios obtenidos de que su moneda respaldara el comercio global. Otros países empiezan a darse cuenta y van lenta, pero firmemente, apartando los dólares estadounidenses en sus transacciones... empezando por el petróleo.

Si el dólar pierde su posición como moneda de reserva global, las consecuencias para Estados Unidos son nefastas. Una parte importante de la apreciación del dólar se deriva del cerrojo impuesto sobre la industria petrolera; si el monopolio se desvanece, también se desvanecerá el valor del dólar. Una transición tan importante como esta en las relaciones monetarias del orden mundial es buena señal para algunas monedas, y no tan buena para otras, y los resultados serán difíciles de predecir. Pero hay uno que sí se puede anticipar con certeza: aumentará el precio del oro. La incertidumbre en torno al papel moneda siempre es un buen augurio para el oro... y corren tiempos a todas luces inciertos.

El sistema del petrodólar

Para explicar la situación adecuadamente, debemos partir de 1973. Fue cuando el Presidente Nixon pidió al Rey Faisal de Arabia Saudí que aceptara únicamente dólares en pago por el petróleo y que invirtiera los beneficios en moneda, bonos y letras de cambio del tesoro estadounidense. A cambio, Nixon prometía proteger los campos petrolíferos de Arabia Saudí de la Unión Soviética y otros países interesados, como Irán e Iraq. Fue el principio de algo magnífico para Estados Unidos, aun cuando el resultado fuera tan artificial como la burbuja inmobiliaria estadounidense, y en todo caso constituye el pilar fundamental de la apreciación del dólar estadounidense.

En 1975, todos los miembros de la OPEP acordaron cobrar su petróleo únicamente en dólares estadounidenses. Todos los países importadores de petróleo del mundo empezaron a ahorrar los excedentes en dólares, con el fin de poder comprar petróleo; ante una demanda tan elevada de dólares, la moneda se fortaleció. Además, muchos países exportadores de petróleo, como Arabia Saudí, gastaron sus excedentes de dólares en obligaciones del tesoro norteamericano, lo que concedió al gasto público estadounidense una nueva y amplia batería de prestamistas que lo sustentaran.

El sistema del «petrodólar» fue una medida política y económica brillante. Obligó a que el dinero del petróleo del mundo pasara por la Reserva Federal estadounidense, lo que generó una demanda internacional cada vez mayor tanto de dólares como de deuda estadounidense, al tiempo que, en esencia, permitía que Estados Unidos casi se apropiara del petróleo del mundo gratuitamente, puesto que el valor del crudo se establece en la moneda que Estados Unidos controla y emite. Eso quiere decir que, desde Rusia a China, Brasil o Corea del Sur, todos los países aspiran a maximizar los excedentes de dólares obtenidos con las exportaciones comerciales para comprar petróleo.

Estados Unidos ha cosechado infinidad de recompensas. Cuando el consumo de petróleo aumentó en la década de 1980, la demanda de dólares lo acompañó, lo cual hizo ascender a la su economía a nuevas cumbres. Pero incluso sin el éxito económico en el ámbito nacional, el dólar se habría disparado, pues el sistema del petrodólar dio lugar a una demanda sólida de dólares que, a su vez, aumentaban su valor. Un dólar fuerte permitió a los estadounidenses adquirir importaciones con descuentos inmensos: en esencia, el sistema del petrodólar creó un mecanismo de subsidio para los consumidores estadounidenses a costa del resto del mundo. Aquí, finalmente, Estados Unidos topó con un inconveniente: la disponibilidad de importaciones baratas golpeó fuerte a la industria manufacturera estadounidense, y la desaparición de puestos de trabajo en el sector sigue siendo uno de los mayores obstáculos para resucitar hoy día a la economía del país.

Hay otro inconveniente, una amenaza potencial que ahora acecha agazapada. El valor del dólar estadounidense viene determinado en buena medida pro el hecho de que el petróleo se paga en dólares. Si el negocio cambia a otra moneda, los países del mundo no necesitarán todo su dinero estadounidense. La consiguiente liquidación de dólares estadounidenses debilitará la moneda de forma espectacular.

Así que aquí hay un interesante experimento mental. Todo el mundo dice que Estados Unidos entra en guerra para proteger su suministro de petróleo pero, ¿no se trata más bien de que entra en guerra para garantizar la continuidad del sistema del petrodólar?

La guerra de Iraq nos ofrece un buen ejemplo. Hasta el mes de noviembre de 2000, ningún país de la OPEP se había atrevido a contravenir la norma de pagar en dólares, y mientras el dólar seguía siendo la moneda más fuerte del mundo, tampoco había demasiadas razones para poner en cuestión el sistema. Pero a finales del año 2000, Francia y otros miembros de la UE convencieron a Saddam Hussein de que desafiara el mecanismo del petrodólar y vendiera su petróleo por alimentos en euros, no en dólares. En el tiempo transcurrido entre ese momento y la invasión estadounidense de Iraq en marzo de 2003, otros países insinuaron su interés por comerciar con petróleo en moneda distinta del dólar, entre los que se encontraban Rusia, Irán, Indonesia e, incluso, Venezuela. En abril de 2002, el representante iraní en la OPEP, Javad Yarjani, fue invitado a España por la Unión Europea para que expusiera un análisis detallado de cómo podría la OPEP, en cierta medida, vender su petróleo a la UE en euros, no en dólares.

La medida, fundada en Iraq, estaba empezando a poner en peligro el predominio del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial y «petromoneda». En marzo de 2003, Estados Unidos invadió Iraq, lo que puso fin al programa de petróleo por alimentos y a su plan de pago en euros.

Hay otros muchos ejemplos en la historia de intervención estadounidense para detener movimientos de abandono del sistema del petrodólar, a menudo de forma encubierta. En febrero de 2011, Dominique Strauss-Kahn, director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), reclamó una nueva moneda mundial para hacer frente al predominio del dólar estadounidense. Tres meses después, una limpiadora del Hotel Sofitel de Nueva York adujo que Strauss-Kahn había abusado de ella. Strauss-Kahn fue cesado de su puesto en el FMI en cuestión de semanas; a partir de ese momento, se le absolvió de todas sus fechorías.

La guerra y este tipo de intervenciones insidiosas pueden ser caras, pero los costes de no proteger el sistema del petrodólar serían mucho más elevados. Si se aceptaran euros, yenes, yuanes, rublos o, en ese sentido, directamente oro para pagar el petróleo, el dólar estadounidense se volvería irrelevante enseguida, lo que despojaría a la moneda de casi todo su valor. Cuando el resto del mundo descubre que existen otras alternativas además del dólar para realizar las transacciones globales, Estados Unidos tiene que hacer frente a una transición muy importante en la maquinaria petrolífera mundial... y muy, muy desagradable.

El dilema iraní

Tal vez Irán esté aislada de Estados Unidos y Europa occidental, pero Teherán sigue teniendo unos cuantos aliados bastante incondicionales. Irán y Venezuela están preparando proyectos conjuntos por valor de 4.000 millones de dólares, entre los que hay un banco. India ha prometido seguid comprando petróleo iraní porque Teherán ha sido un gran socio empresarial de Nueva Delhi, que pasa apuros para realizar sus pagos. Grecia se opuso a las sanciones de la Unión Europea porque Irán era uno de los poquísimos abastecedores que había estado permitiendo a los griegos en quiebra comprar petróleo a crédito. Corea del Sur y Japón suplican que se les exima de los embargos que vienen porque dependen del petróleo iraní. Los lazos económicos entre Rusia e Irán se fortalecen cada año que pasa.

Luego, está China. Los recursos energéticos de Irán son para China una cuestión de seguridad nacional, pues Irán ya suministra a China de nada menos que el 15 por ciento del petróleo y el gas natural de China. Eso vuelve a Irán más importante para China de lo que Arabia Saudí lo es para Estados Unidos. No se puede esperar que China haga mucho caso de las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea: China encontrará el modo de sortear las sanciones para preservar el comercio bilateral entre ambos países, que en la actualidad se cifra en 30.000 millones de dólares y se espera que alcance los 50.000 en el año 2015. De hecho, China seguramente se beneficiará de las sanciones estadounidenses y europeas a Irán, pues podrá comprar petróleo y gas iraní a precio más bajo.

Así que Irán seguirá teniendo amigos, y sus amigos seguirán comprándole petróleo. Y lo que es más importante: se puede apostar a que no se lo van a pagar en dólares. Cunden los rumores de que la India e Irán están ahora mismo sentadas en una mesa de negociación puliendo un acuerdo para pagar el petróleo en oro, apoyado por unas cuantas rupias y algunos yenes. Irán ya está inundando el mercado de dólares cuando comercia con Rusia en riales o rublos. La India ya está empleando el yuan con China; China y Rusia llevan comerciando en rublos y yuanes más de un año; Japón y China están desplazando sus transacciones al yen y el yuan.

¿Y todos esos negocios energéticos entre Irán y China? Se realizarán en oro, yuanes y riales. Como los europeos se han quedado fuera, enseguida ni uno solo de los 2,4 millones de barriles de petróleo diarios de Irán se pagarán en petrodólares.

Disponiendo de toda esta información, empieza a parecer bastante razonable que el verdadero motivo de la escalada de tensión en el Golfo Pérsico se debe a que Estados Unidos busca desesperadamente torpedear estos movimientos de huida del petrodólar. El cambio lo está encabezando Irán, respaldada por la India, China y Rusia. Todo esto basta sin duda para poner a Washington lo suficientemente nerviosa como para buscar una excusa con la que derrocar al régimen de Irán.

Y hablando de buscar excusas, esta es interesante. Un equipo de inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA, International Atomic Energy Agency) acaba de visitar Irán. La IAEA supervisa todo lo nuclear en Irán, y fue un informe de la IAEA de noviembre advirtiendo de que el país estaba progresando en su capacidad para fabricar armamento la chispa que encendió la última andanada de condenas internacionales contra ese Estado supuestamente a punto de ser nuclear. Pero después de su última visita, los inspectores de la IAEA han dicho que no han encontrado indicios de fabricación de la bomba nuclear. ¡Ah! ... y si el único motivo fuera mantener al mundo a salvo de los estados malvados con poderío nuclear, ¿por qué Corea del Norte y Pakistán han recibido un aprobado?

Hay otra reflexión más a tener en cuenta, muy importante cuando se trata de tomar alguna decisión inversora en función de la situación: Rusia, la India y China (tres miembros del ascendente grupo económico puntero conocido por sus iniciales como BRIC, del que también forma parte Brasil) son aliados de Irán y productores importantes de oro. Si los petrodólares se pasan de moda y se vuelve muy complicado pagar con otras monedas, abrirán el grifo de sus almacenes de oro para mantener el flujo de crudo. El oro ha sido y será siempre la moneda de último recurso y, como ya hemos dicho, cuando las relaciones monetarias empiecen a cambiar y resulte difícil predecir cuál será su valor, comerciar en oro va a ser un mecanismo auténticamente infalible y de eficacia demostrada.

2012 podría acabar siendo famoso por ser el año en el que el mundo desertó del dólar estadounidense como moneda mundial predilecta. Imaginemos al resto del mundo haciendo cuentas y, poco a poco, empezando a hacer negocios en su propia moneda e invirtiendo cada vez menos excedentes en bonos del tesoro estadounidense. No representa nada menos que una lenta pero segura diezma del dólar.

Tal vez no sea mala cosa para Estados Unidos. Las mastodónticas deudas del país nunca se podrán pagar mientras el dólar siga estando cerca de su valor actual. Dada la situación en que se encuentra el país, lo único que realmente queda para sustentar el valor del dólar es su condición de moneda de reserva mundial. Si eso se acaba y el dólar baja, quizá Estados Unidos pueda devolver su deuda y volver a empezar. Ese nuevo comienzo se produciría sin los privilegios y los subsidios arraigados a los que los estadounidenses están tan acostumbrados, pero resulta asombroso que el sistema del petrodólar haya durado tanto. Solo era cuestión de tiempo que algo lo quebrara.

Y, por último, la gran pregunta: ¿Cómo podemos aprovecharnos de la evolución de esta situación? Jugar con la moneda siempre es muy arriesgado y, cuando el tablero mundial se mueve tanto, requeriría muchísimos análisis y bastantes dosis de suerte. El mucho más fiable modo de jugar a esto es con el oro. El oro es la única moneda respaldada por un objeto material; y siempre es donde los inversores se protegen de una tormenta monetaria. La conclusión fundamental es que la lenta desaparición del sistema del petrodólar representa una tendencia alcista para el oro y muy a la baja para el dólar estadounidense.

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