domingo, 23 de junio de 2013

La muerte de la recapitalización bancaria directa: otro día de vergüenza para Europa

Yanis Varoufakis, Sin Permiso

La idea era desacoplar la crisis bancaria de la crisis de la deuda. La realidad de lo que ahora proponen es no hacer nada ni remotamente parecido. En junio de 2012 Mario Monti exigió que los bancos necesitados de inyecciones de capital pudieran recibir capital directamente del MEE (Mecanismo Europeo de Estabilidad), sin implicar a los Estados y, obvio es decirlo, sin que esos fondos computaran como parte de la deuda pública nacional de los Estados miembros. Ante un frente compuesto por España, Francia e Italia, la señora Merkel cedió, aunque fijando con una condición previa: la Unión Bancaria (UB). Desde entonces, Alemania ha venido proclamando la idea de una UB en los principios, a fin de negar su puesta por obra en la práctica. Cuanto más se debatiera sobre la UB y más se fuera aplazando, tanto más fácil resultaría socavar la recapitalización directa de los bancos a través del MEE. Ahora, el Eurogrupo ha dado a conocer su esquema de recapitalización bancaria directa por el MES. La quintaesencia del cual es que no tendrá lugar. No tendrá lugar, al menos, de ninguna forma que pueda contribuir a desvincular la actual crisis bancaria en la Periferia de la crisis de deuda y del estallido de las economías sociales de la Periferia. Y eso, no sólo porque el esquema acordado no arrancará hasta finales de 2014 (más adelante se verán razones más profundas). En una palabra: hoy es otro día negro para Europa.

He aquí la substancia de lo acordado:

Cuando un banco necesita inyecciones de capital, la primera cosa que ocurre es que el gobierno nacional suministra el capital necesario para elevar el coeficiente mínimo de capitalización del banco (T1), hasta el 4,5% de sus activos. A eso debe seguir una serie de quitas. La primera quita corre a cuenta de los accionistas y los tenedores de bonos, y luego vienen los depositantes no asegurados (es decir, la puesta por obra del modelo chipriota). Luego, el MEE y el gobierno nacional pondrán más dinero en el banco, participando el gobierno en una proporción del 20%, reducible más adelante a un 10%.

¿Qué significa eso? ¿Y por qué digo que es la muerte del espíritu de lo decidido en junio de 2012? Dos cosas conviene aclarar aquí, que no conviene pasar por alto:

La fragmentación de la Eurozona continuará su curso: los Estados miembros que no son insolventes serán capaces de rescatar a los depositantes no asegurados de sus bancos, tal y como hizo recientemente el actual jefe del Eurogrupo con el banco holandés SNS-Real. Por otro lado, los Estados miembros insolventes se verán obligados a secundar el esquema, y tendrán que rescatar los depósitos superiores a 100.000 euros, lo que hundirá todavía más a esos Estados en la deuda.

Las pérdidas heredadas se usarán como mecanismo disciplinario: el Eurogrupo no adoptó ninguna decisión respecto de la posibilidad de que todo esto pueda operar retrospectivamente. Se limitaron a anunciar que los bancos ya recapitalizados por los Estados insolventes serían tratados caso por caso. Así, Grecia, España e Irlanda tendrán ahora que implorar, mendigar, suplicar para poder aliviar su deuda y acceder a los fondos ya acordados para su bancos del MEE y del FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera). Puesto que el total de todas las recapitalizaciones, pasadas y venideras, ha de limitarse a la magra suma de 60 mil millones de euros, las naciones europeas periféricas podrán, en el mejor de los casos, acceder a una pequeña fracción de lo que necesitan para aliviar su deuda; lo bastante para asegurar que Irlanda, Grecia y España compiten entre sí por el orgullo de ser el “preso modelo”.

Por último, querido lector: no necesitas creer en mi palabra para saber que este esquema es inútil en punto a desacoplar la crisis bancaria de la crisis de deuda deflacionaria de la Periferia, en particular, y del conjunto de la Eurozona, en general. El propio señor Olin Rehn, el mandamás económico de la UE, lo ha dicho expresamente al describir ese esquema como una tentativa, no de desacoplar las dos crisis, sino, antes bien, de “diluir el vínculo” entre ambas. Que es como decirle a un colgado que, lejos de cortar la soga de la que pende, te limitarás a deshilachar algunas hebras. Un día verdaderamente vergonzoso para Europa.

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