martes, 10 de enero de 2012

La inestabilidad arrecia y pone en curso de colisión a la Unión Europea

Economist Intelligence Unit

La zona euro permanence empantanada en una profunda crisis económica y financiera, que sin duda persistirá a lo largo de 2012 (y más allá). En política habrá cada vez más confrontación, tanto dentro de los países como de unos con otros, al probarse al extremo la decisión de imponer una demoledora austeridad en estados en problemas, así como la disposición de las naciones e instituciones acreedoras a sostener el apoyo financiero.

Sin que el fin de la crisis esté a la vista, la posibilidad de un completo desmembramiento de la zona, aunque sigue siendo improbable dadas las consecuencias potencialmente ruinosas, no puede descartarse. El papel del Banco Central Europeo seguirá siendo crucial, pues la debilidad de fondo del subcapitalizado sistema bancario regional se ve expuesta por la recesión económica y el creciente desempleo. EIU prevé que el PIB de la zona euro se contraerá 1.2% en 2012.

En particular, la situación política en Grecia seguirá siendo precaria. El país enfrenta huelgas y protestas contra las medidas de austeridad. El nuevo gobierno de unidad nacional, encabezado por Lucas Papademos, se mantendrá en el poder hasta que se realicen elecciones generales, probablemente en febrero o marzo de este año.

Para que ese país tenga una razonable oportunidad de permanecer en la zona euro, Papademos tendrá que realizar reformas sustanciales en su breve encargo y lograr aunque sea renuente respaldo para ellas. Las perspectivas de estabilidad política después de los comicios son sumamente inciertas. No es probable que un solo partido obtenga mayoría absoluta, lo que haría necesaria una nueva alianza. Una coalición de centro-derecha del principal partido de oposición, Nueva Democracia (ND), y el Partido Popular Ortodoxo probablemente produciría el gobierno más estable.

En cambio, si los partidos de izquierda griegos lograran una mayoría conjunta, el panorama sería sumamemente inestable, pues el ex gobernante Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) tendría que apoyarse en izquierdistas más pequeños que han rechazado los términos del rescate. Una mayoría de izquierda podría conducir a una coalición parlamentaria que incluiría probablemente al ND y al Pasok, pero también resultaría muy inestable.

La inestabilidad política haría más difícil aplicar las políticas que Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) demandan para prevenir una crisis financiera y una separación de Grecia de la zona euro.

En Portugal, la elección de un gobierno mayoritario del Partido Social Demócrata y del Partido Popular en los comicios de mediados de 2011 apoyará la estabilidad política, pero de todos modos este año será difícil. Se ha acordado un rescate con la UE y el FMI que prevé severos recortes presupuestarios y controvertidas reformas estructurales que culminarán en 2013. Las medidas acordadas golpearán diversos intereses a todo lo ancho de la economía portuguesa, incluidos los de servidores públicos, los de profesiones y oficios cerrados, maestros, el sector bancario, los sindicatos y los propietarios de inmuebles. Además, la carga impositiva se ha aumentado de modo sustancial y se incrementará aún más.

Como ha ocurrido en Grecia, en Portugal pronto podría cundir la fatiga política. La intranquilidad industrial y social en general tenderá a aumentar y, si bien la violencia en manifestaciones es poco común en ese país, podría haber brotes.

También en Irlanda la estabilidad política será puesta a prueba. El gobierno del Fine Gael y el Partido Laborista, que también tomó posesión a principios de 2011, ha tenido una sólida mayoría parlamentaria y aún goza de considerable apoyo público. Sin embargo, las condiciones económicas se han vuelto mucho más desafiantes y el programa de rescate podría descarrilar en 2012.

El gobierno irlandés parece ser cada vez más de la idea de que para lograr cierto control de las finanzas públicas y mantener la recuperación económica es necesario otorgar quitas a la deuda bancaria asumida por el Estado.

Existe también un imperativo político: si bien el público se ha mostrado tolerante con los duros presupuestos necesarios para restaurar las finanzas públicas, persiste profundo resentimiento ante la insistencia de los administradores europeos en que los principales tenedores de bonos de bancos europeos no sufran recortes. Esto deja a los contribuyentes irlandeses la pesada carga del rescate de los bancos de su país, y de manera indirecta los de Alemania, el Reino Unido y otros.

Este resentimiento pone a Irlanda en curso de colisión con sus socios de la zona euro. Este país no puede ratificar ninguna enmienda significativa a los tratados de la UE sin reformar su propia constitución, lo cual requiere aprobación por referendo.

En España las elecciones generales de 2011 llevaron al poder al conservador Partido Popular (PP), encabezado por Mariano Rajoy, quien por tener mayoria absoluta logró formar gobierno sin depender del apoyo de pequeños partidos regionales.

Rajoy ha puesto énfasis considerable en la necesidad de un manejo riguroso de las finanzas públicas, en la reforma de las normas laborales y la contratación colectiva, así como la creación de un ambiente social y económico favorable al sector privado. Sin embargo, ha descartado los recortes a pensiones, la atención a la salud y la educación, que constituyen casi la mitad del gasto del gobierno.

Dada la debilidad económica, es probable que el gobierno español se vea obligado a adoptar algunas reformas leves. Si consiguiera sus aspiraciones en términos de reforma laboral y medidas de austeridad, el riesgo de una dilatada inquietud social se incrementaría, en especial en vista de la ya de por sí elevada tasa de desempleo.

En Italia, un ex presidente de la Comisión Europea, Mario Monti, encabeza el nuevo gobierno tecnocrático. La administración cuenta por ahora con un amplio apoyo que, si bien es frágil, le permitirá sostenerse en el poder.

Monti ha trazado tres metas principales para principios de 2013: eliminar el déficit gubernamental, reducir de modo sustancial la deuda pública y reformar la economía para permitir una renovación del crecimiento luego de un largo periodo de casi estancamiento.

Algunas de las medidas necesarias para lograr estos objetivos, como un impuesto a la riqueza y la reducción de los privilegios de las profesiones, podrían enfrentar oposición de la derecha. Otras, como reducir los privilegios de los sindicalizados, provocarán oposición de la izquierda. Por tanto, existe considerable riesgo de una elección adelantada. Sea cual fuere la fecha en que ésta tenga lugar, las perspectivas de que surja un gobierno estable son bajas, dada la naturaleza fragmentaria de la política partidista italiana.
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Tomado de La Jornada

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