Julio Gambina, ArgenPress
La crisis en Estados Unidos sigue ocupando el centro de la atención en el debate económico. No es solo una cuestión de la deuda pública y la posibilidad de entrar en cesación de pagos en los próximos días, un tema que preocupa a los acreedores, internos y externos. Entre los primeros, los acreedores internos, lo que se espera es un fuerte ajuste, definido por el parlamento o de hecho por el poder ejecutivo. Entre los segundos, los acreedores externos existe una expectativa que Estados Unidos privilegiará esos pagos para evitar un colapso global. En todo caso, resulta una incógnita el modus operandi de la potencia imperialista, y enfatizo el carácter imperialista de Estados Unidos, porque su lógica es la de exportar sus problemas, o dicho de otro modo, resolver sus problemas a costa del conjunto de la sociedad mundial.
Eso es lo que le ha permitido la dominación del sistema mundial, desde el poder del dólar, las armas y las imágenes, base de su poder económico, militar y cultural. Los problemas manifiestos en la economía estadounidense, la crisis, pone en discusión su capacidad de dominación. El tema es serio desde donde se lo analice.
En la coyuntura, los datos dan negativos, por caso, para el segundo trimestre del 2011 el crecimiento fue del 1,3% contra un 1,8% pronosticado; siendo corregido el registro del primer trimestre, que se informa en crecimiento del 0,4% contra un 1,9% informado previamente. Estos primeros seis meses indican un leve crecimiento de la economía, algo inesperado hace poco tiempo. Incluso, el último trimestre del 2010 fue revisado a la baja, del 3,1% al 2,3%.
Además, los números deben corregirse hacia atrás, destacando una mayor gravedad de la situación que la conocida para el 2008 y 2009, cuando la crisis se hizo evidente. La caída del PBI fue del 0,3% para el 2008, cuando se habló de estancamiento (0%); de una baja del 3,5% en 2009 contra una reducción informada del 2,6%.
Eso explica que no alcanzó con las inyecciones de liquidez de Bush (700.000 millones de dólares) a fines del 2008, ni de Obama (800.000 millones de dólares) a comienzos de la gestión en 2009; o los ajustes de municipios y estados locales con impacto directo en el crecimiento del desempleo, que alcanza a más de 14 millones de estadounidenses, casi el 10%, sin contar la masa de indocumentados migrantes que no incluye la estadística.
En el plano estructural el tema es más serio, pues Estados Unidos acumula un déficit comercial importante desde los años 70´, y un déficit fiscal alarmante desde la administración Bush y su decisión de militarizar la economía mundial. Son las invasiones en Afganistán e Irak, las incursiones en Pakistán; las amenazas de involucrarse en ese sentido en Irán, Corea del Norte, Libia, y claro, en todos los escenarios que sean necesarios, entre ellos, en nuestra región. Son bases militares y ejercicios de guerra que involucran cifras millonarias y explican el déficit en las cuentas públicas por casi 2 billones de dólares, que financia todo el mundo y es motivo de preocupación y debate en estas horas, ante la demanda del poder ejecutivo por ampliar la capacidad de endeudamiento, del 100 al 120%, es decir, de 14,3 billones de dólares a unos 18 billones de dólares.
Son problemas coyunturales y estructurales de la economía en Estados Unidos, con impacto en la economía mundial, incluidos los países con niveles elevados de crecimiento. Se argumenta que junto a esa crisis, la economía de los países del sur presentan mejores indicadores de crecimiento, sin analizar que la situación China, por ejemplo, se asocia al boom de inversiones de origen de los países en crisis, sea Estados Unidos, Europa o Japón; siendo similar la explicación de la atracción de capitales a otros “emergentes”, como India, Brasil o Sudáfrica; y es que precisamente emergente quiere decir que son visibilizados por el capital global como espacios adecuados para la inversión y la obtención de ganancias y valorizaciones que permitan la continuidad de la acumulación de capitales, cuyos excedentes se terminan repatriando a los países originarios.
Pero también, debe reconocerse que el crecimiento de los precios internacionales de las comodities, sean la soja, el trigo, los hidrocarburos, o el oro y otros minerales, están motivados en la crisis global, y su evolución está sujeta a imponderables que no puede resolver la política económica de países de escaso y relativo peso en la toma de decisiones mundiales.
Esa es la razón que nos permite señalar que cuando la crisis es de los más poderosos, sus costos los paga el conjunto de la sociedad mundial. Es algo a considerar entre nosotros, cuando vuelven a emerger problemas sociales de insatisfacción, caso de la vivienda en Jujuy, seguido de represión y muerte. No alcanza con un elevado stock nominal de reservas internacionales, mucho menos si están expuestas a las incertezas de la situación mundial, a la variabilidad de condiciones externas de funcionamiento económico.
Resulta imprescindible interrogarse sobre el destino de los excedentes económicos soberanos y la inserción internacional, puesto que la disyuntiva será apuntar a estabilizar problemas foráneos o del sistema mundial, o contribuir a generar otro orden, lo que supone definir reinserciones globales, reorientando la integración, con quienes y para que, con qué modelo de producción y circulación.
Son interrogantes y disyuntivas que no transitan la agenda de la integración existente y que debieran incluirse con urgencia. La disputa monetaria global es un hecho. Existen países que promueven la internacionalización de sus monedas. Es quizá el momento para discutir regionalmente la cuestión, haciendo imperiosa la urgencia de instalación del Banco del Sur como parte de una estrategia más amplia de aliento a una nueva arquitectura financiera desde nuestramérica. Un nuevo orden financiero y monetario en consonancia con la resolución de necesidades insatisfechas, de vivienda, alimentos, empleo, educación, salud, cultura u otras.
Recursos existen, el problema es la insistencia en un recorrido por el capitalismo, pese a la crisis, que a no dudarlo es sistémica y de la cual solo se sale con más ajuste y desigualdad, con miseria y explotación.
El plan contempla recortes de gastos en 10 años pero no menciona nuevos impuestos. En este sentido, los legisladores demócratas expresaron sus reticencias al proyecto al no contemplar subidas fiscales para las rentas más altas.
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