Manuel López Torrents, Cuarto Poder
No es un adjetivo: España no podrá soportar mucho tiempo la prima de riesgo por encima de 300 puntos básicos. Aunque la paradoja es que no sólo España está en una situación dramática: el sistema, como lo conocemos, se está desmontando como un castillo de naipes. El propio Obama tiene menos de dos semanas para evitar la suspensión de pagos en EEUU.
Ayer, mientras la Bolsa se hundía más del 2,6%, el diferencial de la deuda española finalizó en 340 puntos básicos, una cota descomunal que en el caso de persistir provocaría que los intereses financieros de los bonos fueran prácticamente inasumibles para el Tesoro. En esa zona situaban algunos economistas el punto de ‘no retorno’ o ‘rescate’ hace unos meses, aunque ahora el contexto se ha deteriorado tanto que determinadas miradas indulgentes la elevan a 400.
Cada 100 puntos básicos que se eleva el diferencial con Alemania son 12.500 millones más de euros anuales en costes financieros, más de un 1% de PIB, según datos del propio BBVA. El presidente de la entidad bancaria comentaba que una prima de riesgo superior a los 130 puntos penaliza a nuestra economía. “Bloquea la creación de empleo”. Con más paro, más deuda, por tanto más paro, por tanto… Una espiral terrible.
Hay que aclarar, sin embargo, que España no tiene un problema de deuda pública. Al revés, ronda un 70% sobre PIB, lo que le convierte en un país modélico en este sentido. Lo malo es que si se le suma el endeudamiento privado, la cifra supera el 400%, una ratio que puede ser considerada… de quiebra técnica.
Con un PIB a la baja, estamos en un círculo vicioso. Si el endeudamiento privado se convierte en mora, debido al paro, esos impagos irán al sistema bancario, que acabará precisando un rescate, por lo que finalmente, la deuda será pública.
Por tanto, es ese 400% el que debe preocupar. Si a esta situación se le añade una prima de riesgo que provoca que el Tesoro, poco endeudado, deba financiarse a unos precios que no puede pagar en el futuro, “tenemos la tormenta perfecta”, comenta Juan Laborda, profesor economista de la Universidad Carlos III y del IEB.
Laborda, eso sí, insiste en que el verdadero problema no es España, sino EEUU e incluso coincide en señalar que la sorprendente irrupción de Standard & Poor´s poco menos que anunciando el impago de Grecia e Italia justo cuando parecía que la crisis griega esbozaba visos de solución puede tener como motivo real esparcir una cortina de humo sobre la principal economía del mundo, que tiene apenas dos semanas para evitar la suspensión de pagos.
El experto comenta que “por desgracia, quienes decían que lo peor ya ha pasado no tienen razón”. Han fallado y, mientras parece aguardarnos una fuerte recesión global, hay que emprender, en su opinión, un plan de reformas financieras que, según las apariencias, no está sobre la mesa de los políticos.
Estos cambios pasan, obligatoriamente, por un empequeñecimiento del sistema bancario, una valoración ajustada de los activos y, por supuesto, “retirar a los actuales banqueros de sus puestos”. Eso, junto a una mayor regulación sobre la banca de negocios que tanto activo tóxico ha lanzado a los mercados y, con urgencia, un desmantelamiento progresivo pero rápido de los paraísos fiscales.
Por tanto, estamos como siempre en manos de los políticos, pero el momento es trascendental. No se solucionará nada ya con más anuncios de estímulos monetarios, cuyo efecto anestésico cada vez es menor. En este caso, ha bastado un documento de S&P para anular el anuncio del rescate griego.
Hacen falta las reformas reclamadas desde hace tiempo. Suena a cantinela, pero la realidad se impone tozudamente. Los lobbies y los políticos han intentado hacernos ver que con inyecciones de liquidez (que paga la ciudadanía más tarde o más temprano) se arregla todo, pero sus teorías ya se han desmontado. Ahora mismo, “sólo tienen futuro los países productores, como Alemania u otras naciones como las nórdicas”, asegura Laborda. ¿Qué nos depara el futuro?
El endeudamiento masivo, la ausencia de reformas, la incompetencia de los políticos y la resistencia a desaparecer de los órganos de decisión de los causantes de la crisis nos lleva a una prima de riesgo cuya consecuencia será un paro sostenido por encima del 20% en España y en EE UU cercano a dicha cifra. A partir de ahí sólo cabe imaginar desórdenes sociales y civiles. Una situación insostenible. Los cambios reales tienen que llegar ya.
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