Daniel Basteiro, Público.es
Para que Grecia salga a flote de nuevo, hará falta un adelgazamiento del Estado, a través de privatizaciones masivas, y una nueva lluvia de millones en forma de préstamo de la UE y el FMI. Sin embargo, no son las reformas del futuro, sino los bonos de deuda actualmente en manos del BCE y entidades francesas o alemanas los que causaron un cisma en una reunión extraordinaria de ministros de la zona euro. Todos los ministros reconocieron, en ocasiones tras semanas desmintiéndolo, que los rescates impuestos a golpe de austeridad no bastan para sacar a Grecia del pozo del descrédito financiero. La estrategia ha demostrado ser insuficiente un año después de que la UE y el FMI comprometieran 110.000 millones de euros, de los que ya han desembolsado casi la mitad.
La reunión de urgencia para debatir el segundo paquete de ayudas para Atenas concluyó sin un acuerdo por la exigencia de un grupo de países, liderados por Alemania, que pretenden obligar a los bancos con deuda griega a esperar varios años más antes de recuperar lo invertido. Berlín insiste en que los inversores deben colaborar en un plan que suscita un gran rechazo social entre los alemanes.
"El Gobierno alemán está dispuesto a participar en medidas adicionales", aseguró Wolfgang Schäuble, su ministro de Finanzas. "Por supuesto, la participación del sector privado es un elemento de un programa adicional", añadió en referencia a lo que en las últimas semanas se ha bautizado con términos calculadamente ambiguos como reestructuración suave o reprogramación de la deuda. A Alemania la secundan Holanda, Luxemburgo o Finlandia, países clave en el nuevo rescate, ya que su capacidad de préstamo está avalada por la máxima nota por las agencias de calificación.
Frente a esta postura se han unido otros países, liderados por la férrea oposición del Banco Central Europeo, que junto a la Comisión pide que toda implicación de la banca sea "voluntaria". En otras palabras: pactar con los bancos el mantenimiento de su exposición, renovando sus bonos de deuda sin huir del país, una iniciativa ya ensayada con éxito en rescates de los países de Europa del Este en los últimos años. El plan parece contar con el apoyo de Francia y España, que temen que la exigencia alemana sea percibida por los mercados como un impago o una quiebra encubierta, como han advertido las agencias de calificación.
Una cumbre de Francia y Alemania que se celebrará el viernes en Berlín tratará de desbloquear la situación. En la reunión, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel tratarán de lograr un acuerdo que decante la balanza y sea ratificado por un nuevo Eurogrupo el próximo lunes, después de deliberar sobre la situación en una cena el domingo por la noche. Después se debatirá en una cumbre de líderes de la UE el jueves y viernes de la semana próxima.
En opinión de Didier Reynders, el ministro belga, la zona euro discute un rescate de "80.000 millones", a los que hay que añadir otros 25.000 millones de euros en bonos cuyo vencimiento aceptaría extender la banca privada. Sin embargo, el montante total sigue sin estar claro. Con todo, a la salida de la cena anoche, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, aseguró que "lo más importante es que Grecia tenga dinero para financiar lo que necesita los meses de junio y agosto y es lo que vamos a conseguir con toda seguridad". Esto supondría al menos 12.000 millones de euros.
Ante el Parlamento Europeo, el próximo presidente del BCE, Mario Draghi, dejó claro que defiende las tesis de la autoridad monetaria frente a las de Alemania. "El BCE no está a favor de reestructuraciones o quitas. Deberíamos excluir todas las opciones que no sean puramente voluntarias o que tengan alguna dosis de obligatoriedad", aseguró. Para él, "los costes de la quiebra superarían a los beneficios" porque "hay muchos inversores que estarían muy contentos de explotar una quiebra mal gestionada", en referencia a los seguros de impago o CDS, productos altamente especulativos. Según el sucesor de Jean Claude Trichet, "aunque hemos aprendido a gestionar la quiebra de una entidad bancaria, y no totalmente, no hemos aprendido a gestionar una quiebra". Según Draghi ese escenario obligaría a recapitalizar por tercera vez a Grecia y a sus bancos.
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