Si el tema de los bancos tiene tan poca repercusión y es tan reducido el impacto de su interés por sus procedimientos (quizá producto de la compleja operatoria que los rodea), hablar de la legitimación del fraude financiero que se realiza a vista y paciencia de las autoridades, debe correr esa misma suerte incognoscible.
A veinte días del primer aniversario de la quiebra de Lehman Brothers, que el año pasado marcó un antes y un después en el mundo financiero, hay que enfatizar claramente en qué radica la diferencia de este “después”, y es que la legitimación de la contabilidad fraudulenta, ha pasado a ser uno de los más alambicados procesos de legitimación de la corrupción.
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