viernes, 30 de mayo de 2008

Sharon Stone paga los pecados del nuevo Fumanchú

Sharon Stone, asediada en Cannes,
repudiada en China

Apelando a sus instintos básicos, la actriz Sharon Stone provocó la ira de los chinos. Sus comentarios realizados en el último Festival de Cannes sobre que el terremoto en China fue “un castigo por la política represiva contra el Tibet” le han marcado el repudio de buena parte de los 1.300 millones de chinos. Encuestas realizadas por internautas de Pekín y Shangai señalan que “nunca le perdonarán” dicha ofensa. Y aunque la actriz ya pidió disculpas, un 20% de los encuestados señala que “no le cree”. Sus películas fueron retiradas de cartelera, así como los afiches, fotos y souvenirs. Con razón: el sismo ya ha cobrado la vida de 70 mil personas.

La pobre Sharon paga los platos rotos de la desinformación comunicativa. A todo occidente se le ha vendido la idea del “peligro amarillo” desde que la gran imaginación del novelista Sax Rohmer creara, en 1913, la saga de Fumanchú, verdadero engendro del mal que quería arrasar con occidente. El conocimiento masivo de este insano personaje no fue conocido hasta los años 60 del siglo pasado cuando el cine, en plena Guerra Fría, comenzó a difundir sus maldades a escala. Por cierto, muchas de esas películas de cartón piedra pintaban de amarillo al ilustre Vladimir Ilich Ulianov, le calaban el sombrero de paja y ya se tenía al genio del mal. Total, confundir a Lenin con Fumanchú era algo políticamente correcto. El eje del mal era fácilmente movible a la ignorancia occidental.

Pero ahora que los chinos han pasado a formar parte del sistema, que le compran y le venden a todo el mundo, y que, para más de males, han abandonado, como todo occidente, la cultura de las bicicletas por la del auto propio, nos damos cuenta que existen de verdad y que no solo toman la blanca leche sino también el negro petróleo, razón por la cual aquel producto a que se hizo adicta la economía estadounidense está por las nubes.

Que a Usted no le pase lo de Sharon. Sepa que Fumanchú existe, pero no usa sombrero de paja. El genio del mal acaba de ser develado en las memorias de su propio exportavoz, por más de diez años, Scott McClellan, quien lanzó esta semana su libro: Lo que pasó: Dentro de la Casa Blanca de Bush y la mentalidad del engaño en Washington, verdadera bomba de racimo que está provocando un terremoto interno en el Imperio, aún mayor que el de Sichuán. Ya lo comentaremos.

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