Nahia Sanzo, Slavyangrad
“Deje que le ponga un ejemplo”, afirmaba Alex Stubb ante una pregunta de Christiane Amanpour sobre qué garantías de seguridad se puede ofrecer a Ucrania para lograr la paz a través de la fuerza. El presidente de Finlandia añadía que la idea era una propuesta “del senador estadounidense Lindsey Graham”. Sin la menor apariencia de ironía y creyendo absolutamente en la viabilidad de la proposición, Stubb procedía a explicar que ofrecer a Ucrania una adhesión de facto a la OTAN sería un mecanismo de seguridad lo suficientemente robusto. Esas garantías de seguridad implicarían la entrada automática de Ucrania en la Alianza una vez alcanzado un acuerdo de paz en caso de que Rusia volviera a atacar o infringiera el alto el fuego. En este discurso de las garantías de seguridad, no es preciso tener en cuenta el precedente de los siete años de Minsk y las infracciones ucranianas al alto el fuego y, sobre todo, los años en los que cada bombardeo ucraniano era calificado de autobombardeos de las Repúblicas de Donbass.
En esa fantástica idea de Lindsey Graham, el hombre que puso sobre la mesa de Donald Trump la idea de las tierras raras ucranianas y que hasta el pasado fin de semana ha defendido a Volodymyr Zelensky a capa y espada para rápidamente abandonarle el pasado viernes, un bombardeo que Ucrania afirmara ser ruso sería suficiente para otorgar a Ucrania el lugar al que aspira en la OTAN y, con él, la protección del famoso Artículo V. Con una sonrisa y sin pensar en ningún momento en las consecuencias, el presidente finlandés propone una idea que acercaría al continente un poco más al escenario que llevan tres años intentando evitar tanto Rusia como Estados Unidos. Moscú y Washington retomaron el mes pasado los contactos diplomáticos cara a cara, pero la comunicación entre los dos países no se rompió del todo ni siquiera en los peores momentos de la administración Biden precisamente porque aún quedaba un punto en el que las dos capitales estaban de acuerdo: había que evitar a toda costa un enfrentamiento directo entre las dos potencias nucleares. Ahora que Estados Unidos, por intereses económicos más que por humanismo o deseos de paz, abre la puerta a la distensión, los países europeos responden ofreciendo vías para la escalada y dan pasos hacia sentar las bases para hacer más posible un choque directo con tropas de la Federación Rusa.
El contraste entre las estrategias de Estados Unidos y los países europeos volvió a ponerse de manifiesto ayer. Mientras Estados Unidos ve en las herramientas económicas la posibilidad de hacer la paz por medio de la fuerza, los países europeos se centran en aumentar su capacidad de decir no a Washington en caso de que se produzca el momento más temido, una negociación de paz. Cuando Donald Trump habla de buscar la paz para detener una mala guerra, representantes europeos responden calificando la posible paz como más peligrosa que la actual guerra. En ese discurso se ha destacado especialmente Mette Frederiksen, que en su visita a Kiev para conmemorar el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, afirmó que Europa dispone de dos meses para prepararse o será demasiado tarde. La primera ministra danesa propuso un plan de tres puntos como hoja de ruta a seguir para los aliados occidentales.
El primer punto es obvio, aumentar significativamente el gasto militar, aumentar dramáticamente el suministro militar a Ucrania y eliminar todas las líneas rojas tanto en límite de gasto como en el tipo de armas entregadas y su uso. “Las condiciones de la paz han de ser impuestas por la fuerza”, afirmó abiertamente. La versión europea de la paz por medio de la fuerza tiene todo de fuerza y nada de paz. En segundo lugar, Frederiksen insiste en que un alto el fuego sin una paz sostenible puede ser un peligro para Ucrania y el continente. La líder danesa no se equivoca y los siete años de teórico alto el fuego sin ningún intento de avanzar hacia un marco político que garantizara la paz muestran que una guerra mantenida artificialmente para conseguir concesiones puede llegar a situaciones mucho más peligrosas. Pero no es eso a lo que se refería hace una semana en Kiev, sino a la posibilidad de que un parón en la guerra dé a Rusia un tiempo para reforzarse y atacar otros países europeos. Evitar ese peligro no pasa por la negociación, sino por un mayor rearme y por más presencia occidental en Ucrania. Una de las principales causas de la guerra se presenta nuevamente como su solución. El tercer punto de Frederiksen es, por supuesto, el de las garantías de seguridad. Para regocijo de Zelensky, que en ese amistoso acto no esperaba que su situación fuese a torcerse tanto en apenas cinco días, la primera ministra danesa calificó de opción más barata y sencilla la adhesión de Ucrania a la OTAN.
Cada solución europea propuesta estos días pasa por aumentar el gasto militar, rearmarse, aumentar el suministro militar a Kiev y una presencia de países de la OTAN sobre el terreno en Ucrania, todo ello sin previa negociación con Moscú, una receta para el desastre al que los dirigentes de los países de la Unión Europea parecen dispuestos a arriesgarse (siempre que cuente con la inestimable asistencia de Estados Unidos). En las redes sociales, el periodista estadounidense Mark Ames definía el “gran plan del Reino Unido y la UE” como una forma de “introducir algún tipo de fuerza de paz de coalición formada por personas cuyas vidas realmente importan (es decir, europeos occidentales), asumiendo que «es imposible que Estados Unidos no intervenga si Rusia nos ataca»”.
Como ya se había anunciado, una sonriente Úrsula von der Leyen presentó ayer el esbozo de su plan “Rearmar Europa”, para el que los países de la UE van a flexibilizar las reglas de juego y movilizar 800.000 millones de euros en los próximos años. “Vivimos tiempos peligrosos. La seguridad de Europa está amenazada de forma muy real”, afirmó la presidenta de la Comisión Europea para anunciar 150.000 millones de euros en préstamos y 650.000 millones de gasto nacional en defensa. El aumento de gasto no contabilizará en términos de normas fiscales ni como aumento de déficit o deuda. Lo que no fue posible para rescatar a la población de los países mediterráneos tras la crisis del 2008, es mágicamente posible ahora en defensa de la industria militar y del mantenimiento del statu quo ante el peligro, no de una guerra más amplia, sino de unas negociaciones de paz que no se producirían en las condiciones óptimas para Kiev o Bruselas. Evidentemente, el aumento de gasto militar implica también la ampliación de la asistencia militar a Ucrania. “Utilizaremos todas las herramientas que tenemos a nuestra disposición: desde la adaptación de las normas fiscales para el gasto de defensa hasta la movilización de nuestro presupuesto de la UE y nuevos préstamos para la adquisición conjunta de equipos”, reunió Kaja Kallas, jefa de la diplomacia del bloque.
Sin sorpresas, el presidente de Ucrania se ha mostrado agradecido a sus aliados europeos y ha comenzado la campaña para imponer el plan anglo-francés de garantías de seguridad y de camino hacia un alto el fuego. Tras conocer que dispondrá de una mayor financiación para armamento por parte de los países europeos, el presidente ucraniano insistió en un mensaje publicado en las redes sociales en que “estamos dispuestos a trabajar con rapidez para poner fin a la guerra y las primeras etapas podrían ser la liberación de prisioneros y una tregua en el cielo -prohibición de misiles, aviones no tripulados de largo alcance, bombas sobre la energía y otras infraestructuras civiles- y una tregua en el mar inmediatamente, si Rusia hace lo mismo”. Evidentemente, Zelensky repite aquí la inviable propuesta de Emmanuel Macron de la que se ha desmarcado incluso el Reino Unido y que no tiene ninguna posibilidad de ser aceptada por Moscú. Ofrecerse a un alto el fuego consciente de que no va a producirse es el intento de Volodymyr Zelensky de convencer a Donald Trump de que está dispuesto a buscar la paz. “A continuación, queremos avanzar muy rápidamente en todas las etapas siguientes y trabajar con Estados Unidos para alcanzar un acuerdo final sólido”, añade el presidente ucraniano, insistiendo en exigir a Washington unas garantías de seguridad que Donald Trump no está dispuesto a ofrecer, especialmente en las condiciones actuales. La estrategia de Zelensky es quitar hierro a lo ocurrido la semana pasada, cuando el presidente de Estados Unidos comprobó que su homólogo ucraniano es partidario de continuar la guerra, para seguir demandando lo mismo que lleva meses solicitando y que provocó la escena del pasado viernes.
Consciente de que Estados Unidos es imprescindible, por lo que ha de reparar su relación personal con Donald Trump, Zelensky agradece de nuevo a Washington toda su asistencia, insistiendo en que fue el actual presidente el que aceptó entregar misiles Javelin a Kiev. En lo más cercano que ha ofrecido a una disculpa, Zelensky añade que la “reunión del viernes en Washington, en la Casa Blanca, no salió como se esperaba. Es lamentable que haya sucedido así. Es hora de hacer las cosas bien. Nos gustaría que en el futuro la cooperación y la comunicación fueran constructivas”.
En cuanto al acuerdo de extracción de minerales, Zelensky afirma que “Ucrania está dispuesta a firmarlo en cualquier momento y en cualquier formato conveniente. Consideramos este acuerdo como un paso hacia una mayor seguridad y unas garantías de seguridad sólidas, y espero sinceramente que funcione de manera eficaz”. Pese a que su intento de renegociar los términos para incluir garantías de seguridad militares y no económicas como Estados Unidos ofrece y que fue la causa del fracaso de la reunión de la pasada semana, el presidente ucraniano insiste en imponer sus términos.
Para responder a la acusación de que no desea la paz, Zelensky abre su mensaje afirmando que “ninguno de nosotros quiere una guerra interminable. Ucrania está dispuesta a sentarse a la mesa de negociaciones lo antes posible para acercar una paz duradera. Nadie quiere la paz más que los ucranianos”. Y dejando claro a qué tipo de negociación aspira, añade que su equipo y él están “dispuestos a trabajar bajo el firme liderazgo del presidente Trump para conseguir una paz duradera”. Para Zelensky negociación implica diálogo con sus aliados, no con sus oponentes, y paz duradera es sinónimo de presencia de países de la OTAN en Ucrania, algo que, como han admitido líderes como Keir Starmer, es imposible sin un mecanismo de seguridad suministrado por Estados Unidos.
Esa participación solo es posible en caso de lograr reparar la relación entre Donald Trump y Volodymyr Zelensky, que puede que dependa de si el actual equipo de la Casa Blanca ve la disculpa pública que exige del presidente ucraniano en el lamento de Zelensky por lo mal que salieron las cosas el viernes. “Vienen días mejores”, escribió ayer Lindsey Graham, que da por bueno el mensaje del líder ucraniano al que exigía el viernes un cambio de rumbo. Esa disculpa es también el principal condicionante para que la interrupción del suministro de armamento a Ucrania, que Polonia confirmó ayer que ya se ha producido tal y como anticipaban el lunes medios como The Washington Post, no sea definitiva sino únicamente temporal y para volver a atraer a Washington al bando que aboga por la fuerza para optar por la paz cuando Ucrania se encuentre en posición de dictar los términos a Rusia. A juzgar por las palabras de Trump en su discurso al Congreso, en el que anunció haber recibido una carta de Volodymyr Zelensky -según la embajada ucraniana se trata del mensaje publicado en las redes sociales- en la que se muestra dispuesto a firmar el acuerdo de minerales, las aguas vuelven a su cauce. En las actuales condiciones, la opción más factible para Zelensky es apostar por un plan como el anglo-francés, consciente de que las posibilidades de que Rusia acepte tropas de la OTAN como parte de la resolución de la guerra son escasas, lo que podría provocar que la ira de Donald Trump se dirigiera a Moscú y no a Kiev.
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Ver también:
- Las armas para Ucrania y la dependencia de Estados Unidos
Nahia Sanzo. 27/02/2025 - ¿A qué se debe la preocupación de Trump por poner fin al conflicto en Ucrania?
Vijay Prashad. 3/03/2025 - Zelenski y Ucrania están acabados
Aleksandr Dugin. 4/03/2025 - Hegseth reemplaza el engaño por la realidad
Glenn Diesen. 20/02/2025
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