Andy Robinson,
La Vanguardia
Dos libros acaban de salir en inglés ( uno de ellos en español también) que cuentan la misma historia : la austeridad no solo no sirve para nada sino tambien mata a la gente. Es un poco como un bomba suicida solo que el terrorista fanático es aquel tipo del traje gris que habla inglés como un robot. Uno es
Austerity, history of a Dangerous idea de Mark Blyth, el economista escocés de la universidad de la Ivy League estadounidense Brown University. Le hice
una entrevista en Chatham House la semana pasada. Antes de que debatiera con un economista aleman de la filial de Berenberg Bank en la City Holger Schieding que repetia hasta la saciedad (con acento de robot y traje gris) la frase “para ser sano, hay que adelgazar” mientras que Mark miraba al cielo con gesto de desesperanza. Blyth explica en su libro por qué la austeridad jamás funciona a no ser que se adopte en países individuales en un entorno global de fuerte crecimiento (Canadá, Escandinavia en los noventa) que permite subirse al carro de crecimiento de los demás como un buen
free rider. Lo cual, evidentemente, no es el caso, en estos momentos, en eurolandia. El otro libro
The Body Economic: why austerity kills (Por qué la austeridad mata. El coste humano de las políticas de recorte (Taurus)) de David Stuckler, y Sanjay Basu comenta el terrorífico impacto de las políticas de
shock therapy económico sobre la salud pública citando ejemplos desde los años veinte en EEUU y Europa, los años noventa en Europa del Este tras la caida del comunismo, Asia tras la crisis de 1998, hasta la crisis actual en la periferia europea. Es duro leer sobre la locura, sobre todo cuando vives en un país en el cual los internos mandan en el manicomio. Pero es lectura imprescindible.