La estrategia de colonización de Israel cuenta históricamente con el apoyo de un rico lobby sionista activo especialmente en Estados Unidos y el Reino Unido.
Barbara Spinelli, Il Fatto Quotidiano
Por segunda vez en la última década, la acusación de antisemitismo golpea a políticos destacados y los transforma en víctimas de una plaga. En 2018 le tocó el turno a Jeremy Corbyn, líder laborista que defendió los derechos de los palestinos sin cuestionar jamás la existencia de Israel. Hoy le toca el turno a Jean-Luc Mélenchon, jefe del primer partido de izquierda de Francia, derribado políticamente en plena guerra de Gaza por haber apoyado a los palestinos y advertido contra todo racismo, tanto islamófobo como antisemita.
Mélenchon es considerado mucho más amenazador que Marine Le Pen. Jacques Attali, ex asesor del presidente socialista Mitterrand, lo acusó de "genocidio simbólico" con motivo del ataque a la sinagoga del 24 de agosto en el sur de Francia, en La Grande-Motte. La difamación ocurre automáticamente, como un tic. Es brutal y puede destruir una ambición política. Tiene detrás la fuerza de los principales periódicos, los programas de entrevistas de televisión y el establishment político y económico.