lunes, 28 de octubre de 2019

Chile, la revuelta popular que tardó 20 años en estallar


Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

Se puede discutir si la revuelta chilena debió haber ocurrido hace 20 años –pronosticada por el economista del MIT y funcionario del FMI Rudiger Dornbusch, quien decretó otra década perdida para Latinoamérica, incluyendo Chile (https://bit.ly/31BaOsc)– o hace cinco años (https://bit.ly/35T9jJr) cuando aduje que el estallido del mito chileno era inevitable (https://bit.ly/2JilnKg).

Rudiger Dornbusch colocó en forma despectiva a Chile hace 20 años –con todo y el experimento de los Chicago Boys que Milton Friedman catalogó de milagro– como un restaurante de quinta.

Dornbusch fue maestro de dos fracasados secretarios de Hacienda itamitas: Pedro Aspe y su pupilo Luis Videgaray encargado de la ignominiosa reforma energética en México y quienes, por lo visto, no le hicieron caso a su maestro en Boston debido a su adicción al pernicioso modelo neoliberal que hoy hace agua por doquier.

domingo, 27 de octubre de 2019

Cuando un sistema enseña a saquear


Enrique Winter

Como millones me entusiasmé con la rabia legítima de quienes volvieron a manifestarse. Con una claridad abrumadora, el capitán de la selección de fútbol se refirió el sábado a la excesiva apropiación de plusvalía detrás de esta rabia: “Vendieron a los privados nuestra agua, luz, gas, educación, salud, jubilación, medicamentos, nuestros caminos, bosques, el salar de Atacama, los glaciares, el transporte. ¿Algo más? ¿No será mucho? No queremos un Chile de algunos pocos. Queremos un Chile de todos. Basta”. Agrego aquí una asimetría sencilla que había de explotar: tenemos un país con tarifas del primer mundo y sueldos del tercero.
El detonante fue un alza en el pasaje del metro que apenas supera el valor de un euro y que ya fue revocada. Si uno compara esta tarifa con la de otros países y considerando la calidad del servicio dista de ser un alza inaceptable, pero en los demás existen descuentos semanales, mensuales y de grupos desprotegidos. Sorprende que nadie haya trasladado el problema desde el boleto unitario al saqueo acumulado del trabajador que debe cruzar la ciudad todos los días, o al componente sexista de una tarifa que perjudica a la trabajadora una segunda vez al no ofrecer el pase diario que le evitaría pagar el doble y el triple que los hombres por cada pasada al consultorio, escuela y mercado de las labores de la crianza comúnmente cargadas por ellas.

Las empresas privadas proveen el transporte, la electricidad y otros servicios de muchos países, pero con una regulación extensiva en protección de los usuarios, pues se reconoce que tratan con derechos humanos básicos. En Chile, en cambio, conocemos los saqueos con los cuales se arreglaron las ventas de las empresas estatales, y en varios de ellos, recuerden el caso Chispas o el banco de Talca, participó el actual presidente de la república. En los últimos años han procesado a varios de sus ministros por situaciones similares. Se trata de un gobierno que ha llegado ahí, entre otros factores, gracias a una suma de saqueos profusamente documentados y permitidos por el sistema. A sus votantes les prometieron más riqueza sin decirles cómo se logra honradamente y han hecho lo posible porque ni siquiera se enteren eliminando las cátedras escolares de filosofía, educación cívica e historia. Si no es ahí, ¿dónde enseñará el Estado a no robar a sus ciudadanos?

Noam Chomsky: «Era previsible tras 40 años de saqueo neoliberal a la población»


Xan Pereira Castro, desInformemonos

Noam Chomsky, lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense, es ampliamente reconocido como una de las figuras intelectuales más importantes del siglo por su activismo político, caracterizado por una fuerte crítica del capitalismo contemporáneo y de la política exterior de los Estados Unidos. Por ese estatus, siempre es interesante saber su opinión sobre la política internacional y económica, y en consonancia con esto, se ha referido la crisis política y social que se ha desatado en Chile.

En una entrevista con El Mostrador, Chomsky afirmó que no le sorprende para nada lo que ocurre en el país latinoamericano, ya que los hechos “eran perfectamente previsibles tras el asalto neoliberal a la población en los últimos 40 años, verificadas constantemente en todo el mundo”.

El intelectual agregó que uno de los principales riesgos en la actualidad es que esa ira, esa rabia, está “creando oportunidades para los demagogos de ultraderecha como Trump, Bolsonaro, Orban, Salvini y otros que buscan desviar la ira justificada hacia chivos expiatorios, como inmigrantes, negros, musulmanes, etcétera. Una táctica milenaria, con graves consecuencias”.

viernes, 25 de octubre de 2019

Chile: Tres escenarios probables que se abren


Paul Walder, Rebelión

“No son 30 pesos, son 30 años”. Esta consigna, levantada entre cientos de pancartas durante unas movilizaciones que tienen perplejo al país, expresa un clima, una percepción temporal. A casi una semana del estallido del 18 de octubre, que algunos artistas y creadores han comenzado a llamar la Revolución de Octubre, vemos pasar en nuestras conversaciones, en las lecturas y declaraciones, los procesos e incidentes políticos y económicos de los últimos 30 años. En una semana han caído máscaras, ídolos con pies de barro, el discurso del mercado como el dogma religioso de un orden que ha cruzado generaciones y demuestra, minuto a minuto, su impudicia y falsa moral. El modelo de mercado, aquel dios ritualizado, parece yacer derribado y humeante.

Hasta el momento, hay no pocos elementos que hacen pensar que se trata de una movilización que expresa el rechazo a un orden, a una institucionalidad degradada, y la demanda de mutaciones radicales, de cambio de ciclo y de régimen. La fuerza y las demandas públicas no apuntan a a reivindicaciones puntuales, lo que ha quedado en evidencia tras la indiferencia y rechazo de la población al paquete de medidas que ofreció Sebastián Piñera a inicios de este semana.

De ser así, y es muy probable que lo sea, a partir de estos días la sociedad organizada debiera poner en marcha una estrategia para la canalización de las fuerzas y elevarlas desde la acción social a la política. Un primer paso ha sido la oportuna presencia e intervención de las principales organizaciones sociales y sindicales bajo coordinadoras y plataformas que este miércoles llamaron a manifestaciones en las principales plazas del país y este jueves a jornadas de organización con la creación de asambleas y cabildos que en un primer momento tienen un carácter comunal y territorial. Juntas de vecinos, centros culturales y barriales, clubes deportivos están convocados para recoger las principales demandas de la población. La respuesta ha sido enorme pero no incluye a todos ni se compara con la expansiva multitud en marchas y concentraciones.

jueves, 24 de octubre de 2019

Chile y la insurrección popular


Cristóbal León Campos, Rebelión

Cacerolas en mano y dignidad en el corazón, la insurrección popular en Chile se suma a la ola de resistencia latinoamericana que marca el último trimestre del año 2019, un año que inició con las abiertas agresiones imperialistas sobre Venezuela y Cuba, y que va cerrando con la reorganización de las fuerzas sociales, que poco a poco van parando o confrontando la avanzada agresiva de las contrarreformas neoliberales, políticas anti-populares que tras haber sido suspendidas o reducidas unos años en algunos países, ahora se quieren reimponer para beneplácito del Fondo Monetario Internacional (FMI), el imperialismo estadounidense y las oligarquías regionales vestidas de burguesías usureras. La estrategia es la misma, decretar por parte de los gobiernos conservadores una serie de medidas económicas, sociales y laborales, cuya afectación va directamente sobre las clases proletarias y sectores sociales más necesitados, estas medidas son acompañadas por acciones represivas con el objetivo de poner a todos los aparatos violentos del Estado (policía y militares) en contra de los manifestantes que por razones naturales protestan ante el daño que causa o causarían los decretos neoliberales, frente al aumento de la protesta y las movilizaciones, su extensión en diferentes ciudades, los neofascistas decretan sin ningún tipo de preocupación moral estados de excepción y toques de queda, lanzan la fuerza brutal del poder sobre la resistencia del pueblo, violentan los derechos humanos, las libertades más elementales y asesinan a gusto a decenas de personas, encarcelan a miles y los acusan de ser los causantes de la crisis, la criminalización se sirve del papel servil y domesticado de los medios de comunicación que reproducen y difunde una y otra vez las mentiras de los gobernantes supuestamente en nombre de la democracia.

miércoles, 23 de octubre de 2019

La carta de Baltasar Garzón a Piñera, el neoliberal de los "tiempos mejores" para Chile

Cuelgo aqui la valiente carta que el juez Baltazar Garzón envió a Sebastián Piñera, el Presidente más insensible e inepto de los últimos 30 años


Señor Presidente:

Soy Baltasar Garzón, el juez español que ordenó la detención de Augusto Pinochet en Londres el 16 de octubre de 1998. No le conozco, ni he mostrado interés en hacerlo. Sí lo he hecho con todos los demás presidentes democráticos de su país, al que tanto quiero. Quizás por el cariño hacia el pueblo chileno y por la defensa que siempre he hecho de las víctimas, mi defensa de los pueblos originarios y de los más vulnerables, he decidido dirigirle esta misiva con profundo dolor e indignación por lo que está ocurriendo en Chile.

Señor Presidente, tal parece que chilenas y chilenos han dicho basta. Y lo están diciendo fuerte y claro. Se trata de un estallido social espontáneo que no está dirigido por partido político alguno. Una simple protesta estudiantil por el alza en el billete de metro, severamente reprimida por la policía, Carabineros de Chile, fue la mecha que encendió la rabia y la ira acumulada durante casi treinta años. Ellos han sido los ejecutores de una medida política ordenada por su gobierno.

Señor Presidente, convendrá conmigo que, debajo del pretendido milagro económico que muchos atribuyen a Pinochet, un modelo de desarrollo mantenido por la transición chilena y la posterior democracia, se esconde el triste récord de ser uno de los diez países más desiguales del mundo, al mismo nivel de Ruanda, según el índice Gini aplicado por el Banco Mundial. Es cierto que en el país existe desarrollo y mucha riqueza, pero sólo para una reducida élite política y empresarial. Asimismo, Chile posee también unas cifras macroeconómicas inmejorables, con un sostenido crecimiento durante décadas, pero con un paulatino y constante empobrecimiento y endeudamiento de la inmensa mayoría de la ciudadanía, que este año alcanzó su máximo histórico, según la prensa y el propio Banco Central. Su país, señor Presidente, también ingresó hace años en el selecto club de las naciones ricas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), como flamante país desarrollado, con altos niveles de productividad y competitividad, pero, nuevamente, a costa de bajos salarios de los trabajadores y de una casi total desprotección social.

El tsunami chileno, Piñera y la represión


Atilio A. Boron, Rebelión

El régimen de Piñera -e insisto en lo de “régimen” porque un gobierno que reprime con la brutalidad que todo el mundo ha visto no puede considerarse democrático- se enfrenta ante la más seria amenaza popular jamás enfrentada por gobierno alguno desde el derrocamiento de la Unidad Popular el 11 de Septiembre de 1973. Las ridículas explicaciones oficiales no convencen ni a quienes las divulgan; se oyen denuncias sobre el vandalismo de los manifestantes, o su criminal desprecio por la propiedad privada, o por la paz y la tranquilidad para ni hablar de las oblicuas alusiones a la letal influencia del “castro-madurismo” en el desencadenamiento de las protestas que culminaron con la declaratoria del “estado de emergencia” por parte de La Moneda, argumento absurdo y falaz antes esgrimido por el corrupto que hoy gobierna al Ecuador y abrumadoramente desmentido por los hechos.

El estupor oficial y el de los sectores de la oposición solidarios con el modelo económico-político heredado de la dictadura carece por completo de fundamento, a no ser por el anacronismo de la opulenta partidocracia dominante (una de las mejor remuneradas del mundo), su incurable ceguera o su completo aislamiento de las condiciones en que viven -o sobreviven- millones de chilenas y chilenos. Para un ojo bien entrenado si hay algo que sorprende es la eficacia de la propaganda que por décadas convenció a propios y ajenos de las excelsas virtudes del modelo chileno. Este fue ensalzado hasta el hartazgo por los principales publicistas del imperio en estas latitudes: politólogos y académicos del buen pensar, operadores y lobistas disfrazados de periodistas, o intelectuales coloniales, como Mario Vargas Llosa, quien en un reciente artículo fustigaba sin piedad a los “populismos” existentes o en ciernes que atribulan a la región a la vez que exaltaba el progreso “a pasos de gigante” de Chile /1.

El mito del desarrollo sustentable


Alejandro Nadal, La Jornada

En 1987 se publicó el informe de la Comisión Mundial sobre Desarrollo y Medio Ambiente. El documento, intitulado Nuestro futuro común, consagró la definición del desarrollo sustentable como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Desde entonces, el desarrollo sustentable se ha convertido en la referencia más importante de la agenda internacional sobre política económica, social y ambiental.

El desarrollo sustentable (DS) es la pieza central de tratados internacionales, como la Convención de Diversidad Biológica y la Convención Marco sobre Cambio Climático. En 2015 se adoptaron los Objetivos del Desarrollo Sustentable por todos los miembros de Naciones Unidas. Se trata de un llamado para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar que toda la población goce de paz y prosperidad para el año 2030.

martes, 22 de octubre de 2019

El cáncer del neoliberalismo ha estallado en Chile



Como resume el historiador Mario Amorós, el problema de Chile es un sistema económico y social profundamente injusto implantado por la dictadura de Pinochet, que condena a la mayor parte de la sociedad a una vida precaria. El estallido social es fruto de la desigualdad económica que produce el modelo donde el 5% más rico se lleva el 70% del ingreso del país. Y en 30 años de pseudo democracia los políticos no hicieron nada, mantuvieron el mismo modelo de la dictadura, e incluso lo profundizaron con las nefastas politicas de Aylwin, Frei y Lagos, que se convirtieron en presidentes corruptos. La explosión social es fruto de la total falta de sintonía de un gobierno que sigue privilegiando a los más ricos y burlándose de la inmensa mayoría. Ministros mediocres, déspotas, incapaces de mirar más allá del bolsillo y de los intereses de su clase como Chadwick, Fontaine, Perez, Hutt, Larraín y Cubillos, que deberán renunciar para que en un segundo tiempo Piñera intente salvar los muebles y no arrancar del país como tantos tiranos y déspotas lo ha hecho a lo largo de la historia. Fuera Chadwick, Fontaine, Perez, Hutt, Larraín y Cubillos.

Lo que esconde el "modelo Chileno" de los chicago-boys



Desde el retorno de la democracia en Chile las clase política ha sido incapaz de sitonizar con la gente y se ha coludido en actos de corrupción con la élite empresarial que, en la práctica, es la dueña del país. Aylwn, Frei y Lagos fueron gobiernos que continuaron con las políticas económicas de los chicago boys, pese a la enorme brecha de desigualdad que se incubaba día a día aumentando la presión y el descontento social. La clase política, incapaz de ver más allá de sus bolsillos, se aumentaba los salarios hasta llegar a ser los parlamentarios mejor pagados del planeta, para nivelar su estatus frente a la oligarquia empresarial. Esto le ha dado enormes beneficios y los parlamentarios chilenos son como millonarias estrellas de rock. Todo esto, que se ocultó durante 30 años, acaba de estallarle en las manos a la clase dirigente del país.

lunes, 21 de octubre de 2019

El fracaso del neoliberalismo hunde a Chile en su peor momento


Hernán Torreblanca Contreras

Mucho que analizar y reflexionar sobre lo ocurrido desde este 18 de Octubre en Chile. No es necesario desvanecerse ante el llamado de la prensa que invita a pensar en lo ocurrido porque hace tiempo que se habla del agotamiento de un modelo económico que acumula riquezas para unos pocos a costa del trabajo de muchos.

Los trabajadores han llegado a ser tan precarizados, no tan solo en el ámbito del trabajo, sino que en la vida cotidiana se han visto enfrentados a duras condiciones sociales caracterizadas por la pérdida de derechos obtenidos en épocas anteriores mediante huelgas y protestas que no han escapado al fenómeno de la violencia.

En este sentido, los hechos del 18, 19 y 20 de Octubre no responden a excepcionalidades de los últimos tiempos, sino que ilustran las contradicciones del modelo económico instalado en dictadura y respaldado por la clase política heredera de la oligarquía, que mediante la constitución y su nula voluntad a modificarla y la modernización de la normativa represiva que faculta a policías y militares para ser garantes del “orden”, han creado una situación desigual e injusta para el pueblo.

El modelo neoliberal planteado por la dictadura argumentó su objetivo en base a la acumulación de riquezas, el punto es que no todos tienen la posibilidad de acceder a ellas. Lo sucedido habla de una contradicción que manifiesta una crisis estructural de la economía porque explica la inequidad y las injusticias que sufre el pueblo a partir de su objetivo principal, el que persigue la clase empresarial y política de este país, objetivo que solo busca la acumulación incesante de capital.

sábado, 19 de octubre de 2019

Sobre el libro de Thomas Piketty Capital e ideología: Inglaterra o cómo no abordar el problema


Michel Husson, Viento Sur

Thomas Piketty resume de este modo en el diario Liberation la tesis central de su libro Capital e ideología: "Cada sociedad humana debe inventar un relato ideológico para justificar sus desigualdades" 1/. Pero, curiosamente, no aborda este tema en las páginas que dedica al Reino Unido.
Evidentemente, el voluminoso libro de Piketty [1232 pp.] suscita admiración por el enorme trabajo que ha supuesto y dificulta la crítica. Sin embargo, pensamos que no podemos dejarnos llevar por la fascinación ni por una cierta forma de sorpresa, y que la crítica es necesaria. Para comprender bien el método de Piketty y valorar sus aportaciones hemos optado por situar el proyector sobre una parte de la misma: las páginas (de las 201 a la 226 [a falta de la edición en castellano, todas las referencias al libro tienen que ver con la edición francesa]) consagradas al Reino Unido.

En sí mismo los títulos que elige Piketty para las distintas partes del libro son bastante reveladores: "El Reino Unido y la progresividad de la propiedad ternaria; la aristocracia británica, una nobleza propietaria; la sociedad de propietarios en la novela clásica; el almanaque de Burke, de los barones a los petro-multimillonarios; los Lores, garantes del orden propietario; la batalla por la progresividad fiscal y la caída de la Cámara de los lores; Irlanda, entre la ideología trifuncional, propietaria y colonialista". En esta enumeración encontramos el cuadro sinóptico utilizado por Piketty, en concreto, las nociones de trifuncionalismo y propietarismo. Las sociedades trifuncionales están compuesta por el tríptico: clero, nobleza y Tercer Estado [la plebe]. Después, una "gran ruptura" (principalmente, la revolución francesa) condujo a una sociedad de propietarista.

Los dos Burke: John y Edmund

Tras algunas páginas consagradas a Jane Austen (a la que ya citó en El capital en el siglo XXI) Piketty centra su interés en el almanaque de John Burke, una especie de anuario de la nobleza británica 2/. Con él, llega a la conclusión de que "la nobleza británica del siglo XIX era indisociablemente aristocrática y propietarista". Volveremos sobre esta observación, pero antes es necesario que centremos la atención en la ideología y demos marcha atrás para hablar de Edmund Burke (un homónimo sin vinculo aparente con John) que se hizo celebre por su severa crítica de la revolución francesa 3/.

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