lunes, 28 de octubre de 2019

Chile, la revuelta popular que tardó 20 años en estallar


Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

Se puede discutir si la revuelta chilena debió haber ocurrido hace 20 años –pronosticada por el economista del MIT y funcionario del FMI Rudiger Dornbusch, quien decretó otra década perdida para Latinoamérica, incluyendo Chile (https://bit.ly/31BaOsc)– o hace cinco años (https://bit.ly/35T9jJr) cuando aduje que el estallido del mito chileno era inevitable (https://bit.ly/2JilnKg).

Rudiger Dornbusch colocó en forma despectiva a Chile hace 20 años –con todo y el experimento de los Chicago Boys que Milton Friedman catalogó de milagro– como un restaurante de quinta.

Dornbusch fue maestro de dos fracasados secretarios de Hacienda itamitas: Pedro Aspe y su pupilo Luis Videgaray encargado de la ignominiosa reforma energética en México y quienes, por lo visto, no le hicieron caso a su maestro en Boston debido a su adicción al pernicioso modelo neoliberal que hoy hace agua por doquier.

El mito chileno, que Televisa y su revista de propaganda goebbeliana catalogó de modelo a seguir (https://bit.ly/33Uoct8) hace 12 (sic) años, fue un espejismo en el desierto y no el oasis que el multimillonario presidente Piñera alucinó en el país con uno de los peores rankings del mundo del índice Gini que mide la disparidad entre pudientes y miserables.

Su hoy fenecido modelo pinochetista neoliberal a no seguir fue impuesto con el golpe lubricado por la CIA y Kissinger cuando inició el experimento friedmanita de los Chicago Boys con el que EEUU y Gran Bretaña aplicaron el reaganomics/thatcherismo en toda Latinoamérica que se subsumió en el decálogo del Consenso de Washington (https://bit.ly/2N973Fk).

Da flojera revisar los resultados del catastrófico consenso como si Latinoamérica, con sus heroicas y justas excepciones, tuviera voz y voto desde la aplicación de la Doctrina Monroe en 1823 o, si gusta más específicamente para nuestro país, desde la guerra de EEUU contra México de 1846/48.

Era sicopático seguir alucinando, como se resisten los adictos al fallido globalismo neoliberal, el mito chileno cuando el planeta entero vive una fase de desglobalización, concomitante al ascenso de nacionalismos multiformes con sus regionalismos respectivos, cuando impera el “fin de la hegemonía de Occidente –Macron dixit” (https://bit.ly/2JjBibr).

No se diga cuando los amos del modelo impuesto en Chile hace casi medio siglo han cambiado su modelo al pasar del fallido globalismo del thatcherismo/reaganomics al nacionalismo económico del Brexit/trumpismo.

A contrario sensu de sus alucinantes publicistas, el mito chileno siempre fue muy frágil cuando dependía del financierismo de sus celebradas pensiones, un artefacto matemático de los actuarios, y de su casi monoexportación del cobre que en una década perdió alrededor de la mitad de su cotización y cuyo destino principal es China.

En medio del primer capítulo de la guerra comercial de EEUU y China, el cuprífero Chile ya no le es más servible al trumpismo, lo cual pone en tela de juicio su viabilidad económica cuando es evidente que no puede subsistir solamente de la exportación de sus afamados vinos.

La gravedad del incendio chileno es proporcional a los fósforos flamígeros de su mito neoliberal/pinochetista/friedmanita: la peor de todas las mezclas.

Cecilia Morel, cándida esposa de Piñera, confesó que el gobierno está tan rebasado que hasta considera que la revuelta se parece a una invasión de alienígenas. Sin comentarios.

El presidente Piñera no ha conseguido calmar las profundas heridas de casi medio siglo con su vacuo perdón y con la promesa de un paliativo pacto social.

Al corte de caja de hoy, Santiago vive el drama de un Estado de Emergencia con toque de queda, en medio de una huelga general que se solidariza con la revuelta. El gobierno de Piñera está liquidado. Todo lo que haga son paliativos ante la metástasis diseminada en el cuerpo social chileno.

La situación es más que grave cuando el Ejército ha llamado a sus reservas a enfrentar la insurrección nacional.

¿Preparan un segundo golpe de Estado rectificativo del primero propinado por Pinochet hace 46 años?




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