Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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martes, 3 de marzo de 2020
Del trabajo industrial al trabajo por plataformas digitales: las relaciones de trabajo del posfordismo
Humberto Villasmil Prieto, OIT
A comienzos del siglo pasado, la segunda Revolución Industrial estaba en pleno desarrollo, signada por la aparición de la energía eléctrica y los motores impulsados por derivados del petróleo, lo que dio lugar a la producción masiva de bienes manufacturados. La concentración en centros fabriles urbanos que empleaban importantes contingentes de trabajadores generó cambios sustanciales en la organización del trabajo. Esa nueva organización del trabajo tuvo como arquetipo el modelo de fábrica fordista, que tomó su nombre desde que “en 1909 Henry Ford anunció la producción del modelo «T», un automóvil práctico e igual para todos y destinado a ser producido para un mercado masivo” (Raso Delgue), que comenzó a fabricarse a partir de 1913 sobre una línea de montaje y bajo la “organización científica del trabajo”.
Frederick Taylor teorizó un modelo capaz de aumentar la producción y la productividad de hombres y de máquinas bajo la óptica de la one best way (“la mejor manera de hacer las cosas”).
Pero todo aquello ameritaba ser juridificado, normado. A partir de la reunión masiva de trabajadores, surgió el concepto de categoría –abstracta por definición–, a la que se le asignaba un trabajo fijo, con tiempos de trabajo predeterminados, una estructura salarial proporcional y jerarquizada y una supervisión directa de los representantes del empleador. En aquel momento, como apunta Juan Raso Delgue, surgió la idea del poder disciplinario del empleador y de su contracara, la subordinación (Raso Delge).
Todo esto reclamó un modelo de contrato de trabajo estándar, unitario, que se levantó sobre el paradigma de una relación de trabajo estable –requisito de las promociones en cuanto se fuese capaz de escalar en la estructura jerárquica de la empresa– y a tiempo indeterminado, de modo que la relación tendiera a durar. Esa relación laboral fue la base de los modelos solidarios de seguridad social.
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jueves, 24 de mayo de 2018
El Dr. Pangloss discurre sobre los salarios de hambre
Alejandro Nadal, La Jornada
Había una vez un país en que los salarios eran la remuneración del "factor trabajo" y las ganancias eran la retribución del "factor capital". En esas tierras, los salarios y las ganancias se determinaban por la contribución de cada uno de esos dos "factores" a la producción. Y como la mayoría de los cuentos de hadas, el final era alegre y prometedor: todo mundo vivía en el mejor de los mundos posibles.
Pero ese mundo de cuento de hadas que aún domina la enseñanza en las universidades y el quehacer de la administración pública no existe. La seudoteoría económica que lo sustentaba fue desacreditada hace más de 50 años en debates académicos hoy olvidados. Entonces, ¿por qué se sigue colocando el debate sobre salarios en los términos de aquélla teoría económica errónea? La respuesta es que las deficiencias de esa teoría no se enseñan y los poderes establecidos (en la academia y en el mundo de la política económica) simplemente esperan que el tiempo y el olvido hagan su trabajo: por eso cada año egresan de las universidades legiones de economistas que siguen creyendo en este cuento fantástico.
Se perpetúa así la idea de que la cuestión salarial se determina técnicamente por las condiciones generales de una maquinaria que se llama "la economía". El salario deja de ser una variable eminentemente política para convertirse en pieza mecánica que responde a leyes inmanentes del aparato económico. Y, como gustan machacar los voceros de los poderes establecidos, con las leyes de ese mecanismo no se juega.
Había una vez un país en que los salarios eran la remuneración del "factor trabajo" y las ganancias eran la retribución del "factor capital". En esas tierras, los salarios y las ganancias se determinaban por la contribución de cada uno de esos dos "factores" a la producción. Y como la mayoría de los cuentos de hadas, el final era alegre y prometedor: todo mundo vivía en el mejor de los mundos posibles.
Pero ese mundo de cuento de hadas que aún domina la enseñanza en las universidades y el quehacer de la administración pública no existe. La seudoteoría económica que lo sustentaba fue desacreditada hace más de 50 años en debates académicos hoy olvidados. Entonces, ¿por qué se sigue colocando el debate sobre salarios en los términos de aquélla teoría económica errónea? La respuesta es que las deficiencias de esa teoría no se enseñan y los poderes establecidos (en la academia y en el mundo de la política económica) simplemente esperan que el tiempo y el olvido hagan su trabajo: por eso cada año egresan de las universidades legiones de economistas que siguen creyendo en este cuento fantástico.
Se perpetúa así la idea de que la cuestión salarial se determina técnicamente por las condiciones generales de una maquinaria que se llama "la economía". El salario deja de ser una variable eminentemente política para convertirse en pieza mecánica que responde a leyes inmanentes del aparato económico. Y, como gustan machacar los voceros de los poderes establecidos, con las leyes de ese mecanismo no se juega.
viernes, 5 de febrero de 2016
España tropieza dos veces en la misma piedra: la lacra del empleo temporal
Vicente Nieves, El Economista
Si no fuera por la intensa destrucción de empleo sufrida durante la crisis, España sería probablemente el país de la Unión Europea con un mayor porcentaje de empleo temporal. Pero la crisis ha golpeado con más fuerza a los temporales y al empleo aquí que en otros países de Europa, lo que ha dejado a Polonia como líder en la clasificación de trabajo temporal europeo y a España en segunda posición. Sin embargo, a medida que la creación de empleo vuelve a intensificarse, los 'temporales' vuelven a recobrar el protagonismo en el mercado laboral.
En el último informe de la Comisión Europea se muestran varias estadísticas que dejan al mercado laboral español en una posición más que cuestionable. Es el segundo país de la UE con mayor porcentaje de empleo temporal (24% sobre empleo total), sólo por detrás de Polonia que tiene un 28,4%. Por otro lado, de todos esos empleos temporales más del 90% son de forma involuntaria, es decir, preferirían tener un contrato indefinido. Sólo Chipre con un 95% supera esta tasa, detrás de España aparecen países como Rumanía o Eslovaquia con tasa de involuntariedad que rozan el 90%. Por el lado contrario de la tabla están países como Austria o Alemania, que no sólo tienen bajos niveles de empleo temporal, sino que tan sólo el 9% de esos temporales preferiría tener un contrato indefinido.
Si no fuera por la intensa destrucción de empleo sufrida durante la crisis, España sería probablemente el país de la Unión Europea con un mayor porcentaje de empleo temporal. Pero la crisis ha golpeado con más fuerza a los temporales y al empleo aquí que en otros países de Europa, lo que ha dejado a Polonia como líder en la clasificación de trabajo temporal europeo y a España en segunda posición. Sin embargo, a medida que la creación de empleo vuelve a intensificarse, los 'temporales' vuelven a recobrar el protagonismo en el mercado laboral.
En el último informe de la Comisión Europea se muestran varias estadísticas que dejan al mercado laboral español en una posición más que cuestionable. Es el segundo país de la UE con mayor porcentaje de empleo temporal (24% sobre empleo total), sólo por detrás de Polonia que tiene un 28,4%. Por otro lado, de todos esos empleos temporales más del 90% son de forma involuntaria, es decir, preferirían tener un contrato indefinido. Sólo Chipre con un 95% supera esta tasa, detrás de España aparecen países como Rumanía o Eslovaquia con tasa de involuntariedad que rozan el 90%. Por el lado contrario de la tabla están países como Austria o Alemania, que no sólo tienen bajos niveles de empleo temporal, sino que tan sólo el 9% de esos temporales preferiría tener un contrato indefinido.
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domingo, 18 de enero de 2015
Reformas estructurales y el mito del mercado laboral
Alejandro Nadal, La Jornada
Ningún mito ha sido más importante en la teoría económica que el de la existencia del mercado laboral. Para la plácida ideología del capitalismo contemporáneo, plasmada en la teoría económica ortodoxa, esta fábula se usa para explicar la determinación del salario y el fenómeno del desempleo (o negar la existencia de desempleo involuntario). Es también el fundamento para recomendar la completa flexibilidad en el mercado de trabajo, es decir la eliminación de obstáculos al movimiento de los salarios para realizar el ajuste en este peculiar mercado. Este es el fondo de la llamada reforma laboral en México y en muchos otros países.
Ningún mito ha sido más importante en la teoría económica que el de la existencia del mercado laboral. Para la plácida ideología del capitalismo contemporáneo, plasmada en la teoría económica ortodoxa, esta fábula se usa para explicar la determinación del salario y el fenómeno del desempleo (o negar la existencia de desempleo involuntario). Es también el fundamento para recomendar la completa flexibilidad en el mercado de trabajo, es decir la eliminación de obstáculos al movimiento de los salarios para realizar el ajuste en este peculiar mercado. Este es el fondo de la llamada reforma laboral en México y en muchos otros países.
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