José Antonio Rojas Nieto nos presenta en este artículo de La Jornada el alto dinamismo que ha alcanzado la inversión extranjera directa proveniente de los fondos soberanos de los países emergentes.
Las estimaciones preliminares sobre el comportamiento económico mundial en 2011 indican que –por segundo año consecutivo– se registró un crecimiento: alrededor de 3,8 por ciento, inferior al 5,2 por ciento de 2010. La economía mundial se recupera, pero no tanto. Además lo hace con dificultades. Con altas y bajas. Es cierto que en 2009, el descenso del producto mundial apenas fue de menos uno por ciento. Pero es que dos economías que tienden a una participación creciente (China e India) crecieron 10,4 y 9,9 por ciento, respectivamente.
Otros indicadores muestran más la hondura de la regresión en 2009: 1) descenso del orden del 12 por ciento en el volumen del comercio mundial; 2) regresión de 40 por ciento respecto de 2007 en la inversión extranjera directa. Concentrémonos un poco en este último indicador. Es muy interesante. Luego de alcanzar casi 2 trillones estadounidenses (billones nuestros) de dólares en aquel 2007 (más de 3 por ciento del producto mundial), en 2008 y 2009 descendió a 1,7 y 1,2 trillones, respectivamente, que equivalen a caídas de 14 y de 40 por ciento respecto de 2007, año cumbre en la adquisición, el reforzamiento financiero o la creación de nuevas empresas con flujos externos en todo el mundo.