En su hipocresía sobre Israel, las élites de la UE exponen una vez más el cadáver podrido del llamado "orden basado en reglas". Eldar Mamedov es un experto en política exterior radicado en Bruselas y miembro no residente del Quincy Institute
Eldar Mamedov, Responsible Statecraft
Cuando los aviones de guerra israelíes atacaron Irán esta semana (violando la soberanía iraní en un descarado acto de agresión, matando a decenas de civiles junto a altos comandantes militares y científicos nucleares e invitando a Irán a realizar ataques de represalia igualmente indiscriminados ), los líderes europeos no condenaron el ataque.
Lo respaldaron perversamente y condenaron a Irán por los ataques a su propio territorio.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, marcó la pauta al condenar el "programa nuclear en curso" de Irán y reafirmar el "derecho de Israel a defenderse y garantizar su seguridad". La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pareció usar el mismo guion, "reiterando el derecho de Israel a defenderse", adornado con algunas obviedades genéricas sobre la necesidad de moderación y desescalada.
El Ministerio de Asuntos Exteriores alemán fue un paso más allá y “condenó enérgicamente” a Irán por “un ataque indiscriminado contra territorio israelí” —incluso antes de que Teherán lanzara sus misiles en respuesta al ataque de Israel a su territorio— al tiempo que respaldaba plenamente las acciones de Israel.
Esta retórica orwelliana no es solo incompetencia o ignorancia. Es la culminación de años de negligencia diplomática europea que contribuyeron a crear esta crisis y expusieron el "orden basado en normas" como un cadáver. La doble moral de Europa minó su credibilidad.
La postura de Europa sobre Ucrania invocó con claridad política el Artículo 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas: «Todos los miembros se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial de cualquier Estado». Sin embargo, cuando Israel atacó a Irán —sin fundamento jurídico para la legítima defensa— Europa , de facto, replanteó la agresión como una virtud y la condonó.