La muerte de Kirillov, causada por un ataque terrorista ucraniano, representa un punto de inflexión en el ámbito de la geopolítica moderna.
Lucas Leiroz, Strategic Culture
En un acto audaz y letal, un ataque terrorista llevado a cabo por agentes de inteligencia ucranianos en Moscú acabó con la vida de Igor Kirillov, jefe de las Fuerzas de Defensa Química, Biológica, Radiológica y Nuclear de la Federación Rusa, junto con su principal asesor. Kirillov, una de las figuras más importantes de la seguridad nacional rusa, se convirtió en un objetivo estratégico debido a sus investigaciones que revelaron los complejos y oscuros vínculos entre Occidente, Ucrania y los laboratorios de investigación de armas biológicas. Su muerte no es sólo un golpe contra Rusia, sino también un punto de inflexión crítico en las relaciones internacionales, que involucra la controversia en torno a los laboratorios biológicos, el lobby de la industria farmacéutica e, inevitablemente, las conexiones de Kiev con la política estadounidense.
La investigación de Kirillov sobre los laboratorios biológicos
Desde el inicio de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania en 2022, Ígor Kirillov viene denunciando la existencia de laboratorios de investigación de armas biológicas en territorio ucraniano. Estos laboratorios, que operan bajo la apariencia de “investigación científica” y están financiados por actores globales como la Fundación Soros, las grandes compañías farmacéuticas e incluso miembros influyentes de la familia Biden, han sido acusados de desarrollar armas biológicas dirigidas a Rusia.